martes, 3 de marzo de 2009

VIDA PERSONAL DE JESUS

La siguiente obra figura en el Registro General de la Propiedad Intelectual con el nombre de "DESCENDIENTE DE DAVID - HIJO DE JUDAS BEN JACOB" numero de R.P.I. 1310697
cuyo autor es Laurentino Fernandez Blanco.


LA VIDA PERSONAL DE JESÚS.

Joshua (Jesus ), hijo de Judas Ben Jacob.



PROLOGO

Los datos que figuran en este relato, son todos tomados de la Biblia, de los evangelios oficiales y de los evangelios y de los esotericos, de los Hechos de los Apóstoles, de relatos de Egipto, asi como de folletos del kirbusin, osea comunas en el actual Israel, que son más de doscientas.
Nos afianza en este relato la idea de que en los Hechos de los Apóstoles, de Pablo, en hebreo Saulo, ayudado por su compañero, medico y escritor, Lucas, situan a Jesús en Damasco, donde fue a encontrarle Saulo, enviado por Poncio Pilatos para su captura y devuelto al gobernador Romano, con el fin que luego se hace constar. Jesús
despúes de cuidar de Saulo de su caida de un caballo, continua su camino y Saulo se repone en casa de un amigo en la población de Damasco.
Esta novela es histórica, pero no religiosa, referida exclusivamente a la persona de Jesús, de nombre común en Palestina.


CAPÍTULO I


La infancia y la huida a Egipto.



¡Oh, tu mi querido hijo!
¡Que el Sol que bien te alumbre, tu vida te inspire!
Recibe estos pergaminos con el amor que te tengo.
O


De mis primeros años de vida, sólo recuerdo las citaciones que mi madre me hizo de los días de mi infancia. Me quedaron grabadas las huellas del paso del tiempo. Me rodearon atroces momentos vividos y sus circunstancias.

En realidad era un niño privilegiado. Con una memoria, que aún conservo, capaz de retrotraerme a la época de los pañales. Hice míos los recuerdos de mi madre. Me imprimió: narraciones de hechos dramáticos que asolaron Erezt Israel. Me distrajo por la forma en que los relataba. Su base siempre referida a la vida cotidiana del pueblo hebreo.
Mi padre natural, Judas de Gamala, y mi madre, María, me inscribieron, a los ocho días de nacer, en la sinagoga de Séforis, como hijo primogénito. Sinagoga es palabra griega que significa Asamblea conjunta.

Los doctores cortaron mi prepucio, como signo de genuino hebreo circunciso.
Mi padre insistió me reconocieran descendiente legítimo por linea directa del rey David. Cuya línea sucesoria dieron por perdida después del exilio babilónico.

Presentó una lista de la genealogía de nuestra rama real. Partía del padre del rey David: Isaí ben Obed.
Yasser y su hermano Manasés ben Jacob mis tíos, así como mi padre, son hijos de Judhi, a la vez hermana de Salón. En esa lista genealógica no figuran mujeres, ni mis tíos.

En la sinagoga de Galilea, mi padre, Judas ben Jacob, me cogió en sus recios brazos. En compañía de mi tío, Manasés, y de su amigo y colega sacerdotal el oficiante; ellos fueron testigos de mi presentación en el Templo.

Días antes lo hicieron con mi primo Jonathan ben Manasés.
Iniciaba la lista el rey David ben Isaí. Sigue en la lista su hijo Salomón. A continuación Roboán, Abias, Asá, Josafet, Jorán, Ozias, Jotán, Ajaz, Ezequías, Manasés, Amón, Josías. En total catorce troncos davídicos.
Con Josías, fariseo, inician nuestros antepasados el cautiverio en Babilonia.
Luego de la lista de David, anotaron otros catorce con derechos, hasta mi padre Judas ben Jacob, cuya lista cerró con mi nombre: Joshua de la casa de Israel.
Nací, en el año 776, de la primera olimpiada, cuando Augusto Octavio regía el imperio romano. En el año 748 de la fundación de Roma, la cual tuvo lugar el día 21 de abril del tercer año de la sexta olimpiada.
Se cumplía el año 3820 del calendario hebreo, desde el día que Yahvé creó el mundo en seis días.
Estábamos en la llamada paz romana y a Roma le interesaba que Palestina se mantuviera tranquila: por ser nudo de comunicaciones del Imperio.

El pueblo comentó de Herodes el Grande:
- Su enfermedad Mes de las que corroen el interior del cuerpo. Destroza los pulmones, con grandes sufrimientos.
Los hebreos olvidándose de la misericordia a que estaban obligados por su pasado, hacían alardes de satisfacción. No pensaba que a su muerte, su hijo heredero, Herodes Arquelao, rey de Judea con Jerusalén capital, Idumea y Samaria, demostró mayor crueldad. Persiguió con dureza a quienes pretendieron librarse del yugo romano.
Herodes I consiguió una extensión territorial para Israel próxima a la del reinado de Salomón. Este fue mayor al de Herodes pues alcanzó Damasco, el Autilibano, Araim Dammesco, Negeb, Edom, parte del desierto arábigo, Moab, Ammón, y el Desierto de Bersabee.

Reinando Salomón, en Palestina, en Egipto el faraón solo reinaba en el Delta del Nilo, en el Alto Egipto, En Tebas gobernaban los sacerdotes de Amón. Poder que tomaron al derrocamiento del reinado de Akenatón, Amenofis IV y subida al trono de Tut ank Amón.
Moisés con este suceso huyo con un importante grupo de correligionarios que como él seguían la adoración de Atón, con detrimento de Amón que seguían los sacerdotes.

El faraón buscó la alianza con Salomón, casando a una de sus hijas con éste. Para los israelitas este matrimonio significaba una victoria de prestigio social, al emparentar con la familia del faraón.
Judea gozó de cierta autonomía en su política interior, con jurisprudencia propia. Con derecho a cobrar impuestos a sus habitantes.
Las atenciones dedicadas por las autoridades eclesiásticas palestinas a los emperadores de Roma exacerbaron al pueblo judío. Fomentaron el odio que, le tenía. Levantaron construcciones, hicieron alabanzas, grabaron sus imágenes en monedas y estatuas. La Ley mosaica prohibía la producción de imágenes. Dieron nombre de Antonia, a la torre de la fortaleza del castillo, en honor del emperador romano Marco Antonio.
Mi padre, Judas ben Jacob, también llamado Judas el Galileo, nació en el otro lado del río Jordán; en el Golán, en el pico de águila: Gamala. Mi padre mantenía de su linaje el empaque de la realeza davídica. Como jefe militar del grupo de guerrilleros de las montañas de Gamala, estos le obedecían ciegamente.

Le consideraban el jefe natural de las tropas de Galilea. Aquellas que a duras pruebas conseguía reunir entre los escasos hombres del país.

Mi madre, era hija de Sofonías, hijo de mi tío Manasés ben Jacob; éste a su vez padre de Anabel, esta madre de Jonathan primo mío.

Manasés era sacerdote de la clase Aba; la componían 24 personajes. Se relevaban cada semana en el servicio de la sinagoga.
Los romanos crucificaron a su hermano, Ismael ben Jacob, cuando fue hecho prisionero en las escaramuzas que, los israelitas mantuvieron con las tropas invasoras de Galilea.
Otro hermano, Isaac ben Jacob, logró escapar de la refriega y refugiarse en territorio de los nabateos, cerca de Petra.
Anterior a David y como primer rey de Israel, después de los llamados jueces, fue Saúl. Éste no hizo caso a Yahvé, se apartó de sus leyes, visitó a la nigromante y en castigo le derrotaron los filisteos. En el sermón de la sinagoga de Séforis decía el sacerdote:
- Saúl dijo a su escudero: desenvaina tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan esos incircuncisos y se burlen de mí.
Le sucedió David, vencedor de Goliat y los filisteos.

Salomón.
David en su lecho de muerte entregó el poder a su hijo, Salomón, tal como prometió a su mujer.

El buen gobierno de Salomón ben David, con el enriquecimiento del país, las fantásticas minas; las visitas de la reina de Saba, con la que tuvo varios hijos; los juicios llenos de sensatez y ecuanimidad con su pueblo, le granjearon la fidelidad de toda Palestina.

Por tradición los judíos son enemigos de los israelitas desde el gobierno de Salomón, cuando dividió el reino entre sus dos hijos: Israel y Judá. Así se crearon dos entidades distintas: la de los israelitas y la de los judíos.

Las fuerzas romanas y los de Judá estaban empeñados en aniquilar, a descendientes en línea directa de David por temor a que pretendieran instaurar nuevamente el reino israelita.


El censo.
Roma instituyó el empadronamiento en Apamea, territorio de Siria, por orden de Cirino que mandaba en Siria. El censo alcanzaba no sólo a las personas, sino también al ganado y demás bienes. Instaurado en Palestina limitó la libertad de movimiento del pueblo hebreo. Provocó una sangrienta revuelta, por entender los judíos que atentaba tal disposición a las Sagradas Escrituras. Transgredía este decreto la tradición: no era lícito controlar el nacimiento y el origen de las familias.

Muchas veces al no encontrar al zelote, guerrillero, hebreo adulto. Inculpados de atacar a las huestes romanas, sacaban de sus casas a muchachos jóvenes, poco más de 15 años. Presuntos enemigos, para que suplieran en los maderos a sus progenitores. Refugiados estos en las montañas de difícil acceso.

Los legionarios romanos ejecutaban en represalia a estos hijos de los heroicos guerrilleros.

- Estos retoños mañana serán hombres y nuevos guerrilleros.
Al servicio del Sanedrín - máxima autoridad judía - figuraba Saulo, quien participó en la lapidación de Esteban, primer mártir lapidado de los seguidores del que llamaban el Mesías.
Aunque en estos años surgieron muchos que pretendieron ser mesías.
Luchas desmesuradas sucedieron a causa del censo. El pueblo hebreo protestó. Sus luchadores se lanzaron a las calzadas a tender una emboscada a los legionarios romanos.
Los patriotas desde los picos altos de Gamala, cayeron abatidos por la mayor disciplina, mejor armamento y estrategia precisa de las fuerzas romanas. Mi padre, tenía valor exagerado. Fue llamado el Héroe del Censo.
En el transcurso de la historia de Israel, hubo más días de guerra que de paz.
Herodes Antipas gobernó. Galilea y Perea. No se quedó a la zaga en ser fiel a Roma. Perseguía a todo judío o israelita, que pretendiera liberar a Palestina del yugo extranjero.
Filipo tenía el gobierno de Gaulanítide, Batanea, Traconítide y Aulanítide. Con esta división del reino se produjo el mayor mal que pudo caer sobre Palestina, al dividirla Herodes el Grande entre sus hijos.
En mi presentación en la Sinagoga de Séforis, mis padres ofrecieron al Templo, en sacrificio, dos tórtolas y dos pichones para el acto de circuncidarme. Dentro de los templos siempre hay alguien que se dedica a alabar al recién incorporado, nuevo prosélito.
Mi madre me instruía camino de Egipto:
- Hijo, en el Templo uno de los sacerdotes que recibió nuestra ofrenda predijo de ti lo que ya todos sabíamos: un digno descendiente del rey David.
Hasta una profetisa daba gracias a Yahvé por haberte contemplado en mis brazos como gloria y redención de Erezt, Israel.
Herodes Antipas, colabora con los romanos en la persecución contra los vencidos. Temían mis padres que, me ocurriese a mí, lo que a otros niños, en Judá fueran degollados por esos temidos secuaces al servicio de Herodes Agripa, hijo de Herodes llamado el Grande, por su reinado que ensanchó Israel.
Mi tío Yasser, acuciado por mi padre, temeroso de los que corrían entre la población de Galilea, toma la decisión de huir con nosotros a Egipto. Barbarie que nunca tuvo lugar en Palestina.

- Allí podréis vivir tranquilos en el anonimato entre los israelitas exiliados, -dijo mi padre natural.
Le recordó, así mismo, a mi tío la obligación que tenía de cumplir con la Ley del Levirato. De ser muerto mi padre, en los combates que se avecinaban, tenía que evitar se rompiera la línea davídica.
El destino de Palestina sería una teocracia, sin más Dios que Yahvé. Regido por un Mesías que reúna las doce tribus. Diez se mantienen diseminadas: una de ellas en lo que fue territorio de la reina de Saba, y, las otras por el resto del mundo.

Subir a Gamala, yo lo tomaba como un juego; me divertía ver en Gamala, a los soldados maniobrar a las órdenes de mi padre.

Desde pequeño, -ni lo recuerdo, salvo lo que mi madre me contó- me educaron en la ley los sacerdotes de la sinagoga de Kefar Nahum, y de la de Séforis. Nos desplazó, a mi madre y a mí, a casa de mi tío Yasser en Kefar Nahum, ya desde los más tiernos años. Mi padre se consideraba jefe, y así sabía imponerse. (Sesenta años más tarde fue jefe de las fuerzas de Galilea Flavio Josefo)
No se contemplaba como rey, por entender que, el elegido por el Señor, para ese cargo era yo, su hijo, consagrado a los ocho días de mi nacimiento a Yahvé.
Nunca quiso ser nombrado sacerdote, ni escriba, ni cargo alguno que significara cooperar con el enemigo: el odiado Imperio de Roma.
Mi madre me aseguró, que, jamás se le ocurrió a mi padre, hacerme jurar odio eterno a los romanos. Decía, eran tan enemigos éstos, como los sacerdotes del Sanedrín, del templo de Jerusalén, y, los poderosos judíos. Estos se enriquecían a costa del pueblo. Residían con ostentación en lujosas mansiones, al amparo del santuario, al cual mancillaban con sus trapicheos mercantilistas.
Mi padre se alojaba en Gamala, en lo más alto del monte al otro lado del Jordán, en campamento de vida comunitaria con sus guerrilleros. A todos respetaba como, así mismo, deseaba lo hicieran los demás. Jamás se le ocurriría arrojar a los inválidos por las altas montañas al estilo de los lacedemonios. Me enteré estando en Alejandría.

Recordaba los enormes altos de los riscos de Gamala.
Mi madre me describía, muy a menudo, como un tipo alto, de faz quemada por el sol, de nariz aguileña. Ojos vivos y pelo, que le cubría la espalda. De color negro, como yo. De fuerte carácter y recia complexión. Seguro de sí mismo y de una voluntad férrea, se hacía, no obstante, querer por su gran corazón: amante del prójimo. Ayudaba dentro de sus posibilidades a quien lo necesitara. Rechazaba con malos modales a los que se consideraban magos, videntes, precursores de mesías y de todo el que con mil artimañas pretendía equivocar al pueblo.
Conocía lo que le ocurrió al rey Saúl cuando recurrió a la hechicera.
De los sacrificios hebreos en esos primeros cinco años de mi existencia, tengo grabadas en la memoria las carreras y persecuciones que se originaban en Kefar Nahum, así como en Kinneset. Más tarde a esta ciudad reconstruida, se dio el nombre de Tiberia, en honor al emperador romano, Tiberio.

En las fechas de la rebelión del Censo, purgaban su bravura y patriotismo Era terrorífico ver los cuerpos de infelices zelota, expuestos a ambos lados de la calzada, Sus cadáveres se consumían en el tablón, o árbol.
Exhibiendo en los caminos para escarmiento de los demás. , Terroristas les calificaban, y asesinos, sicarios o forajidos; cuando en realidad eran patriotas. Nunca usaron el Sica, puñal pequeño que se escondía entre la ropa, pasando inadvertido.

No hubo noche que no apareciesen los sayones romanos registrando viviendas. De nada servían los lloros y súplicas de las mujeres, ni el lloriqueo desgarrador que, los niños provocábamos. Agarrábamos los faldones de nuestras madres, todos llorosos, con los mocos asomando por las fosas nasales. Excitados por el disgusto que se llevaban nuestras madres. Suplicantes ante fieros mercenarios del crimen, del ejército romano.

Insensibles individuos, inhumanos, arrastrando a los infelices al lugar del suplicio, pese a su resistencia.
Los mortecinos ojos de los ajusticiados aún podían percibir en la lejanía el esplendoroso cielo, cuyos resplandores de amanecer se vislumbraban nítidos en el horizonte. Quizá en sus agonías percibieran en un cúmulo de nubes a Yahvé, al Dios de Israel, que les recibe con los brazos abiertos, como hijos predilectos, cumplidores de sus mandamientos. Y presumirán que el dios de los ejércitos israelitas triunfará sobre sus enemigos. Verán a su diestra a Moisés, con las leyes bajo el brazo. De las torturas quedó grabada en mi espíritu la imagen que, contemplé estando cobijados en casa de mi tío

Manasés. Allí estábamos con mi madre, mi tía Anabel prima de ella, y Jonathan, mi primo. Cuando ejecutaron a mi tío sin miramientos. Acusaban falsamente de zelote. No lo era pero, además, su edad ya no le permitía muchos trotes. Fue, no obstante, uno de los valientes que se resistió hasta el final.

Cuatro mercenarios tuvieron que doblegar a golpes, aquel cuerpo enflaquecido y debilitado por los años, y arrastrado hasta el poste de tortura.
Los gritos desgarradores de mi tía Anabel y los lloros angustiosos de mi joven madre, compasados con los nuestros, servían de contrapunto a la tortura que mi tío recibía. Su muerte fue rápida por haber dejado colgadas las piernas, sin un punto de apoyo de los pies.

Para prolongar el sufrimiento de la crucifixión, los malvados torturadores ponían un tarugo para los pies de la víctima. Cuando tienen lugar varias ejecuciones atan los brazos de los ajusticiados al madero horizontal con cuerdas. Los clavos, caso de poner para mayor martirio, los hacen pasar entre los dos huesos de la muñeca y a través de los pies.

Los clavos no pueden ponerse en la palma de la mano, debido a que éstas no pueden soportar el peso del cuerpo.
No cabe duda que este crimen, llevado a cabo sobre un sacerdote de Galilea, como era mi tío, significaba una agravante a considerar: nocturnidad, premeditación, alevosía, y atentado contra las leyes divinas de Yahvé. En el Sanedrín, por estos motivos, sería el sargento de los sayones inculpado y penado con la máxima condena: lapidado.

Éste podía alegar obligada obediencia como atenuante, nunca eximente del crimen.
Mi madre no permitió saliera de casa, por no contemplar la atroz agonía de Manasés. Los horrores de la crucifixión se repiten día a día.
La sed, el pundonor de los mártires, la pérdida de sangre, la opresión sobre los pulmones, la falta de irrigación sanguínea en lugares tensos como las extremidades, lleva a una muerte horrorosa reservada para los ladrones, criminales, esclavos y aquellos que fueran considerados peligrosos para el poder instituido por Roma. La muerte cuando era rápida, en estas ejecuciones, significaba una liberación.

Nunca llegué a contemplar en mi infancia, y si en mi juventud, y aún hoy, las filas de maderos con los guiñapos humanos colgando, a todo lo largo de la calzada romana de Kefar Nahum a Tiberíades.

Los tienen de un sólo palo donde se consuma el sacrificio; otros sostienen cruzado un segundo palo en forma de cruz, y los que más un pequeño árbol, de los que colgaban a los patriotas. Como macabros muñecos se columpiaban mecidos por el viento. Y, aquellos otros crucificados como imágenes incrustadas sobre la madera en posición grotesca, con sus partes íntimas al aire, a la simple contemplación de los caminantes; para quienes el triste espectáculo debería servir de ejemplo y escarmiento. Pues pese a ello no se arredraban los patriotas.

Para mayor martirio dejaban a los familiares asistir en los últimos momentos, cuando ya no había remedio.
Horrible agonía de sed y terrible tormento viendo cara a cara la muerte. La agonía y los sufrimientos se duplicaban por el dolor moral que les produce contemplar a sus familiares. Era una gracia poder enterrarlos, y, no dejarlos expuestos a la voraz ave carroñera, como acostumbraban los romanos dejar a sus víctimas.

Por temor de caer en manos de los sayones, mi tío Yasser se encontraba escondido y me describía, por el Sinaí, con demostraciones exageradas de espanto.

También me habló de Tiberíades, donde según me dijo, se arruinan sus baños termales, de fama en toda Galilea. Ya nadie va a hacer una cura de salud, donde a lo más se puede encontrar con un palo sobre el cual le cuelguen.

Me horrorizó en mi juventud cuando me lo contó Yasser, sin haber sido testigo. Así de boca en boca fueron transmitiendo de generación en generación nuestra historia hebrea.

Quedaban las víctimas sin vigilancia y los familiares o amigos podían descolgar, y, salvarlos de la horrible muerte; siempre y cuando no hubieran sido atravesados sus costados por las lanzas de los sayones.
Medida ésta humana para los condenados a morir, pues al menos les evitaban los tremendos sufrimientos en su agonía.
Quedaban inútiles para valerse por sí mismos: Las piernas destrozadas, los brazos maltrechos y el cuerpo desvencijado o poco menos.

Mal hecha la pieza del tormento, en la mayoría de las veces, los condenados quedaban colgados como retorcidos peleles, con muecas asombrosas. Los cuerpos sanguinolentos por los destrozos hechos sobre ellos con las astillas de los maderos toscamente formados y sin lijar.
Nunca aparecía algún ciudadano de Roma, colgado de un madero.

Esos martirios quedaban reservados a los extranjeros. El Senado romano mantenía la prohibición de ejecutar de esa forma deshonrosa a sus propios ciudadanos o acogidos a su ciudadanía.
Hubo israelitas que, por circunstancias de servir en el ejército romano los concedían la ciudadanía romana. Quedaban bajo la tutela del emperador. Se acogían a su juicio, cuando eran apresados por algún motivo y de esa forma en su mayoría salvaban la tortura.

Siendo ya un mozalbete, me contaron los martirios del pueblo hebreo, que no cesaban.
En ocasiones los guerrilleros luchaban con las mismas armas que quitaban a los mercenarios de las fuerzas invasoras.

Grupos de zelota bajaban del pico de Gamala, o pico de águilas. Fueron ocupando aldeas, ciudades, y lugares poblados, arrojando a los administradores designados por Roma. Estos cobraban los impuestos al pueblo. Los guerrilleros les castigaban severamente. Consideraban traidores.

Quedaron sin habitantes muchas casas de Kefar Nahum, y alrededores; tal ocurrió en Tariquea, del griego tarischos, salazón; donde sus peces salados son célebres en el Imperio romano. Los pobladores abandonaron todas sus propiedades. Refugiados en otros lugares de Palestina y emigrando a países lejanos en busca de refugio y protección.
Nada hacía presumir que cesara aquel martirio de persecuciones, de revueltas, de clamores públicos contra los invasores. Existían muchos traidores entre los más poderosos judíos. Entre ellos, Ananías, los hijos de Herodes, Caifás, y tantos otros.

Mi joven madre y tía Anabel con más experiencia, se condolían mutuamente de la desgracia. En su día, fueron felices. Intercambiaron novedades con los embarazos y afortunados alumbramientos. Coincidentes en el día, de mi primo Jonatán y mío. A mi madre, aún una niña, le encantaba prestar atención a mi tía, tan experimentada en el acto sagrado de traer al mundo un ser.

Los consejos que recibía asimilaba bien. Desde el primer momento se dedicó a los ejercicios, a la limpieza corporal, a estar atenta a cualquier movimiento que dentro de su vientre hiciera yo.
Cuantas veces me lo repetía con una ilusión infinita. El trato con mi tía era familiar y privativo de la mujer hebrea.
En épocas propias de ellas se necesitan mutuamente. Similitud y coincidencias que solamente el tiempo y la lejanía fui distanciándome con Jonathan.
Así discurrieron cinco años de mi infancia en Palestina, hasta que huimos en busca de refugio ante Roma y compasada por los judíos.
No obstante, aquellos angelicales años los recuerdo dichosos al lado de mi madre, y de mi tía Anabel. En particular con mi primo Jonathan, con quien jugaba todos los días con los chicos de mi edad del barrio de Kefar Nahum: Simeón, Ezequiel, Matatías y más. Mi madre me acusaba con la humildad que le caracterizaba: era crío muy trasto. Un niño feliz, constantemente yendo de un lado para otro. Entretenido en armar unos juguetes que mi tío me construía en su taller artesano.

- Eso es señal de que disfruta de buena salud, -decían a mi madre, las vecinas.
-Con mis amigos del pueblo jugábamos, pese al triste ambiente que se respiraba, a la perino y a la peonza
Mi tío los hacía en su taller. Al propio tiempo, nos iba explicando que nuestros antepasados tuvieron que imaginarse este juego para despistar al enemigo seléucida, contra el que se rebelaron hace 175 años. Tenían prohibido leer el Tora, de tal manera que, al aproximarse el enemigo simulaban estar jugando.
El carácter del niño se le conoce en el juego. Es una forma de instrucción, para la vida futura. Por este motivo me entretenía en las escuelas de las comunas para conocer a los niños.

Nos formábamos en la lucha con mamporros. Me instruía en la oratoria con discusiones constantes con mis amigos. En conversaciones con personas de rango superior. La renuncia al bien propio nos hacemos hombres, caritativos, y, justos. Con la práctica se llega a ser buenos médicos, restañando la sangre de los que se han herido de verdad.

O jugando a sanos y enfermos, como hacía con mis amigos de Jereoke. Egoístas cuando tendemos, de continuo, a apoderarnos del juguete del amigo. Se hacen buenos sacerdotes, los que prestan de niño atención en la sinagoga.
Disciplinados a sus mandos.
Para conocerles no hay más que observarles: el hombre, macho o hembra, descubre inconsciente sus defectos en el juego. Les observaba, con discreción, durante los pasatiempos, y me gustaba discernir el futuro que cada uno podía tener.

Antes de llegar a Egipto, nos enteramos del triste suceso. Mi primo
comunicó a mi tío, Yasser, cerca de Arbela, cómo, cuándo y la forma en que fue hecho preso Judas de Gamala, tal como era conocido mi padre entre sus correligionarios y compañeros de armas. Yo apenas comprendí la magnitud de la pérdida de mi padre. Mi madre se llevó un disgusto fenomenal. Quedó sin comer varios días sumida en la más profunda tristeza. No era para menos.
Se querían mucho, se respetaban y se apoyaban en sus pretensiones. Apenas llevaban cumplidos cinco años. Mi padre natural me adoraba. Tan pronto como podía librarse de los compromisos, que su destino le imponían en el "pico de águila", se desplazaba a Kefar Nahum, para vernos.
En sus brazos me retenía clavando en mí sus ojos de mirada limpia que, contrastaba con el aspecto brusco de un guerrero.

Muchas veces me repetía.
- Tú eres Joshua, el Esperado. Tu salvarás a Israel.
Nada podía entender a mis escasos años; pero me imprimía confianza su fortaleza. La presión que sobre mi cuerpo ejercían sus manos me colmaba de alegría y pateaba lleno de gozo infantil, al sentir el fuerte apretón de sus brazos.

La persecución romana de zelota, guerrilleros, se fue incrementando intensamente. Los duros combates iban a desencadenarse sobre los pueblos de Galilea.
Huida.
Fue tanta la insistencia de mi padre para que emprendiéramos rápida huida a Egipto que,
Yasser, no lo dudó. Tomó a mi madre, a mí, al burro, y, escasos cuatro enseres. En las alforjas llevaba comida para varios días: pan de higos, pasta de leche, almendras, alfóncigos y otros frutos y algo de pescado seco del lago de Galilea.
Iniciamos larga peregrinación por caminos llenos de peligros.
Caminábamos por las noches, salvando los lugares donde las legiones romanas acostumbraban a acampar. Eludímos a los esbirros de Herodes Antipas. Del otro Herodes tetrarca de Judea; perseguidores irrenunciables de los retoños de la estirpe de David.

Llevábamos con nosotros carta de recomendación para unos hebreos egipciacos, lo que se suponía nos acogerían y esconderían, caso de existir peligro de ser identificados. Pero como el hombre cambia con facilidad sus comportamientos, ya veremos los sufrimientos que pasamos en nuestra estancia en el don del Nilo.
La huida a Egipto, en el momento oportuno, fue la mejor medida que pudieron llevar mis padres para defender mi integridad física y mi formación intelectual.
- Seguimos el camino de la costa, hacia el mar grande, -oí a Yasser.
Hasta llegar a Arbela, nuestro caminar fue muy lento y lleno de precauciones. Yasser no emprendía el viaje hasta no estar seguro. Esperábamos que se pusiera el sol para iniciar el camino. Al salir el astro rey nos refugiábamos en lugares que parecían más seguros. Yasser montaba la tienda para cobijarnos en ella. Consistía en unos palos y tela puesta encima. Protegía el cuerpo y la cabeza pero los pues quedaban al descubierto. En otra ocasión aprovechó una oquedad en la peña capaz de cobijarnos a mi madre y a mí. Él se cubría con unas túnicas y se tumbaba a la entrada de la gruta.
En varias casas nos dieron protección, con la hospitalidad que caracteriza a mi pueblo. Sin conocernos no pretendieron saber más allá de lo que revelamos. Los compatriotas nos recibieron con grandes muestras de afecto. Yasser no demostraba tener mucha confianza. Procuraba no dar contestación a las preguntas de dónde éramos y a dónde íbamos. Respetaban la intimidad. Mis padres temían que, algún partidario o informador judío descubriera nuestra identidad. Muchas familias se desplazaban huyendo del acoso a que nos sometían las huestes romanas.
Ya nos encontramos a las orillas del mar interior, al cual los griegos dieron el nombre de Mediterráneo, por estar entre las tierras, al mediodía de Grecia.

Al sur de Tiro una caravana de traficantes de la seda, camino de Egipto nos acogió. Favorecía, dado el peligro de caer en manos de los sayones romanos. Oído por mí muy a menudo quedaron grabadas en mi memoria.
Alcanzamos Gaza, donde los comerciantes montaron las tiendas en sus afueras. Acudía la población a visitarlos atraídos por los artículos que exhibían. Compraron productos alimenticios: agua en particular, para seguir por terrenos esteparios y desérticos. Decían que la sed del desierto es el mayor enemigo del caminante.
Pasamos cerca de Cesárea, de la región de Samaria, campamento habitual de las legiones destacadas en Palestina, donde mantenía su palacio el gobernador. Alcanzamos Joppe en Samaria; con gran temor salvamos.
Sólo las caravanas, provistas de camellos o dromedarios, y burros bactrianos, pueden atravesar los desiertos peligrosos. Parajes que atraviesan desde que salen de su punto de origen: Las proximidades del río Indo y las tierras de Sédica.
Temían los desiertos por estar dominados, -según la leyenda- por los difuntos, los leones y las hienas. Lo que nunca vimos pese a los viajes de ida y regreso que hicimos. Habitados por beduinos, oriundos de Araba. Practican la ganadería ovina, y viven sobre la arena: Bárbaros, famélicos, -decían los caravaneros- con los que había que contender por los pozos de agua.
Caminantes que tenían vida comunitaria. Dadivosos y solidarios. Nada tienen para sí. Todo lo reparten, nada les aprovecha comer si no lo haces tú. Gozan de una gran hospitalidad.
No hay extranjeros, no hay tuyo y mío, la patria es de todos: el amplio espacio, el cielo azul, las noches gélidas, los días con un sol abrasador; el pan, el agua y todo cuanto tienen reparten entre todos, como si su vecino fuese de su misma etnia y tribu.
Un samaritano se le ofreció a Yasser para ayudarnos con su experiencia por territorios carentes de agua y lleno de penalidades. Le agradeció con toda el alma su acción amistosa.
¡El ofrecimiento llegó, nada menos, que de un samaritano! -Decía a mi madre: un pecador, según las enseñanzas recibidas en las asambleas de Galilea. Por eso era de agradecer el gesto de humildad y afecto del desconocido viajero.
Esta pareja de samaritanos se unió a la caravana en Sabate capital de Samaria, reconstruida por Herodes el Grande. Les exigieron la cuota en igual cantidad que aportaron los demás desde el día que se reunieron en Petra. Fue el primero en ofrecernos agua, en un momento débil por mi parte. Tenía mucha sed y sin respeto pedí agua a mi madre, de manera que me oyeron. Nunca olvidé el buen trato recibido del samaritano.
Doce años contaba yo cuando mi tío recordó el gesto del samaritano, que les dejó desconcertados. Comportamiento tan noble y desinteresado, que agradecieron mucho, por mí. Traje a colación una parábola oída en la sinagoga:


Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó entre ladrones, que lo despojaron, lo hirieron y se alejaron dejándolo medio muerto.
Un sacerdote bajaba por aquel camino, lo vio y pasó de largo. Igualmente un levita que pasaba por el mismo lugar, lo vio y, tomando otro camino, pasó de largo.
Mas, un samaritano que iba de viaje, llegó donde él y, al verlo, se llenó de compasión; se acercó, le vendó las heridas, derramó en ellas aceite y vino; lo montó en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él.
Al día siguiente sacó dos denarios y se los dio al mesonero, diciendo: Cuida de él y lo que gaste de más yo, a la vuelta, te lo pagaré.
¿Quién de los tres te parece que fue el prójimo de quien cayó entre los ladrones?


Yasser contestó: El prójimo sin duda es el que se apiadó de él.
Mi madre tenía dieciocho años, y mi tío cuarenta, y yo cinco años, próximo de los seis. Mi madre se casó con trece años huérfana de padre y madre con Judas Ben Jacob, Estuvo recogida por la sinagoga de Séforis. A esa edad según la costumbre hebrea, tenía que abandonar la protección de la institución religiosa y emprender vida de adulta. Con esa edad una mujer se enamora fácilmente de su marido. Tal era el respeto y cariño que mi madre sentía por Judas.
La tristeza embargaba su espíritu, por el largo camino hacia Egipto.








Por el Sinaí.
Otra caravana de camellos venía de poblaciones ribereñas del Indo, con productos para intercambiar. Tuvimos la suerte de encontrarla en las llanuras de Sarón, cerca de Joppe. La seda llega de Sédica, o sea, de unos territorios más alejados del río Indo. Nos recibieron con grandes muestras de afecto. Gentes abiertas, muy dadas a entablar amistad con el interlocutor. Dieron muestras de ser fieles cumplidores de la ley del desierto. Formaron un sólo grupo de caravanas. Establecieron normas que rigen desde tiempos lejanos los comportamientos en comunidad.
Entablaron conversación mediante el arameo que hablábamos también nosotros. Miraban el firmamento azul. Comentaron la constelación cuyas estrellas forman la imagen de un guerrero. Gigante cazador, llamado `por los griegos Orión. La más espectacular del cielo. Alguien dijo: Artemisa la diosa de la caza, invitó a Orión, con tan mala fortuna que Artemisa disparo y por error le mató. Acongojada Artemisa le llevó al cielo. Yasser razonó: los judíos, seguramente asocian Orión con el gigante Nemrod. Fue castigado por su insolencia con Yahvé pretendiendo construir la Torre de Babel. Por ello, consideraron era una locura insultar a Yahvé y llamaron a la constelación El loco, según narraban los sacerdotes en la Asamblea de Séforis.
Los integrantes en la caravana aplaudieron el relato de mi tío.
Entre ellos encontramos ocultación y seguridad. Cambiamos el ropaje, adaptándonos al que llevaban ellos.
A un caravanero cedimos el jumento, quien aligeró el peso de su caballo, con aportación del asno. No tardaron en devolvérnoslo para nuestro servicio, compadecidos de lo terrible que resulta a mi madre ir caminando por aquellos terrenos.
Obligados pasamos cerca de Hebrón. Los guías se hicieron con ciertos productos necesarios para continuar el camino por el desierto del Sinaí.
En Hebrón se encuentra la tumba de Abraham padre de Israel. No pudimos visitar por los temores que nos acucian. Después de muchos días alcanzamos Gaza. Dejamos atrás Yamnia, Azote y Ascalón, a la altura de la ciudad santa de Abraham.
En la ciudad de Gaza nos detuvimos nuevamente. Nuevos trueques de mercancías y aprovisionamiento de agua, dátiles y miel.
Pagó, Yasser, la cuota de la comunidad, con el trabajo. Carecíamos de valores con los que aportar cuota alguna. Dado que era un excelente artesano, arregló atelajes de los dromedarios y equipos.
Contemplé las ruinas de un templo de los filisteos destruido por el judío Sansón, que según mi tío, entre sus ruinas perecieron junto con él más de ocho mil filisteos, enemigos de Israel.
Con el fin de hacer más llevadero el largo trayecto, se habla caminando.
- Tomamos los senderos, -me dijo mi tío- por donde Abraham, procedente del río Tigris, de un lugar llamado Ur, vino a las tierras fértiles del Nilo, en busca de buenos pastos para el numeroso ganado. En la actualidad Egipto y Palestina han sido declaradas provincias romanas, según tengo oído al sacerdote de la sinagoga. Egipto nutre a Roma de granos, de las riberas del Nilo.
Preguntaron que quería decir aleluya, oída esta palabra a los pueblos de Palestina.
Mi tío les indicó que Aleluya significaba Alabado Yahvé. Palabra griega, que en hebreo es Hallehujah. Alabado ya.
Los vientos en el desierto son para temblar. Levantan la arena con la que cubren animales, personas y enseres. Los caminos desaparecen, siendo de temer la falta de orientación que puedan producir en los viajeros.
Tienen que despejar, los caminos por el desierto del Sinaí. En ocasiones ciega el viento, y, no se ve con claridad, haciendo muy pesado el transitar. Los caravaneros tienen que asegurarse del terreno.
Torbellinos enormes de polvo y arena cubren las huellas del paso de caravanas anteriores. Se pierde el camino con gran facilidad. Riesgo de padecer de espejismos, viendo uadis y oasis donde no existen. Contratan guías para este menester.
No tienen mucha prisa en llegar a Egipto. Nos parece a nosotros, por la impaciencia que tenemos en llegar a Egipto. Prefieren caminar con cautela. Los terrenos son peligrosos. Al llegar la noche o cuando se encuentran un uadi, o un oasis, rápido el grupo para. Repone fuerzas. Se toman la infusión. Dejan la hagan los árabes.
No paramos en lugares inhóspitos.
Al entrar en el desierto con el ígneo sol, se reunieron los comerciantes. Decidieron viajar de noche, al frescor de la misma. Descansar por el día bajo las lonas que extienden rápidamente.
El día quizá es más peligrosa para ir por aquellos territorios. Cantidad de bandidos infesta los lugares.
Al anochecer iniciábamos la marcha, y, nos deteníamos al próximo amanecer. Dicen, es más fácil durante la noche, la defensa del grupo, atento al peligro. Las siluetas del enemigo se vislumbran a grandes distancias a la luz de la Luna. La caravana en posición de defensa, agazapados, pasamos más desapercibidos. Mejor preparados para estas circunstancias, están ellos.
Pasada Gaza, un grupo de bandidos nos atacaron matando a un camello de los mercaderes de la seda, procedentes de Sédica.
Mi madre pasó mucho miedo, temiendo fuera secuestrado yo para vender a los judíos. Siempre estábamos pensando en el peligro.
Los beduinos nómadas, conocen perfectamente los desiertos del Sinaí.
Generalmente, su vida es diurna para aprovechar la noche como descanso para sí y sus familias.
El nomadismo no se sujeta a un ritmo estacional. Siguen ciertos desplazamientos constantes en determinados ámbitos geográficos. La base alimenticia del ganado cambia de lugar, según la localización de las lluvias. La trashumancia consiste en aprovechar pastos de montaña y llano según la estación. Luchan por los pozos de agua, uadis, o por los oasis; pero no son bandidos.
Nosotros evitamos el sol. Con sus ardientes rayos incide de tal forma sobre la arena, que abrasa.
El aire está enrarecido y ardiente. El viento dificulta la respiración. Arroja contra la cara o partes descubiertas del cuerpo los granos de arena. Flechas de fuego. Formamos campamento en círculo, para descansar. Los bandidos pululan por aquellos territorios en busca de descuidados viajeros a quienes el sol agotador les debilita en su defensa.
Reunidas las caravanas con los animales en círculo y los guías en el interior: se defienden del ataque de aquellos salvajes de las dunas.
En ocasiones llegan a producir la muerte de alguno de estos incautos viajeros. Rezagados del grupo, o cubriendo una necesidad. Los mercaderes van armados esgrimiendo terribles armas de brillantes filos. Cortaba un hilo al aire.
Dicen los guías de las caravanas en el paroxismo de su confianza: los bandidos pese a conocer aquellos andurriales, "nos temen".
Íbamos reunidos en grupos, caminando en fila; en ocasiones alcanzamos bastantes medidas. El verdadero enemigo en el desierto, es la sed. No se encuentra un pozo, varias medidas a la redonda, y menos ríos o charcas donde beber. Ante la dureza del lugar las provisiones tenemos que repartir con cautela. Los mercaderes amables racionan el agua.

¡Mucho he de agradecer sus atenciones! Creo que sin su ayuda difícil nos hubiera sido llegar a Egipto.
Llevan meses desde que salieron de sus pueblos y aún tardarán cerca de un año en volver a alcanzarlos de regreso. Comentaban los mercaderes que, Egipto fue la parte más rica del mundo durante miles de años.
Los negocios realizan en la clandestinidad. El Estado de Egipto tiene el control de la producción del oro.
Vienen con sedas y productos manufacturados. Por el procedimiento del trueque, consiguen piedras preciosas primorosamente trabajadas; artículos de orfebrería y oro. Algún polvillo, pues sabido es que el rico metal aurífero está considerado como "carne de los dioses".
Los comerciantes con el trueque de telas de seda, de laca, de jade y otros productos ricos de sus países, filamentos sutiles para la joyería: ágata, ónice, amatista y otros metales. Minerales de gran riqueza, en un país próspero en joyería. Con unos artesanos orfebres muy considerados en todo el mundo.
Dicen muy reservadamente que unos gusanos producen los hilos necesarios. Es novedad para las egipcias, quienes se entusiasman con las telas. Durante el trayecto por los desiertos, mi madre tuvo en sus manos. Maravillada quedó de la suavidad de las telas.

Le regalaron un pañolón. Lo conservó durante toda su vida, como recuerdo del largo camino hasta alcanzar la nación más hospitalaria de las conocidas. Por la protección que obtuve yo.
Con sus ricos presentes, los comerciantes también consiguen por trueque, productos agrícolas.
El talento que perciben para pesar la mercancía es el peso de metales nobles oro y plata, especialmente esta última. En algunas ocasiones circula el cobre.
En una balanza, determinan el valor por las pesas. Las monedas romanas, griegas o egipcias, no tienen valor para traficar, en sus territorios.
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Mis padres observaban que en el desierto anidan las prolíferas abejas silvestres. Su miel es tan apreciada, en particular, por los nómadas. Hábitat de bueyes y asnos salvajes, y otros animales adaptados al duro ambiente. Las bestias, como son las hienas y los chacales, se ceban de carroña. Realizan una gran misión de limpieza de cadáveres en los solitarios espacios, en los que viven, también, lobos.

Por las montañas tortuosas crecen los terebintos: preciosos árboles productores de una resina olorosa.
Las aves rapaces en persecución de las serpientes, liebres y descuidados puerco espín vuelan majestuosas sobre los picos del Sinaí.
Estupendo el trato que los traficantes tienen con nosotros. No tuvieron conmigo más que atenciones. A mi madre ayudaron las mujeres, tantas veces lo necesitara. Los temores de mi madre al acercarnos, por primera vez, a la caravana, pronto se disiparon.

Las risas, es forma natural saludable. La presencia del pollino la provocó entre
los conductores. En mi tío y en mi madre produjo ira. No era para menos.
La caravana se distingue por el porte elegante de sus cabalgaduras: camellos, dromedarios, caballos y burros bactrianos. Estos grandes, fuertes y veloces. El doble del nuestro. Los adquirieron en Persia.
El cuello de los dromedarios, es largo y robusto, sobre él me apoyo sin que el animal se resienta. La cabeza carece de protuberancias óseas, como el caballo y el asno. A diferencia del burro poseen unas orejas pequeñas, aunque de gran movilidad. Durante el trayecto de regreso a Palestina, al cabo de unos años, me dijeron los guías de la caravana: - Mira muchacho, hay dos clases de los que llamáis camellos: uno de ellos tiene dos jorobas, llamado bactriano y el otro de una giba: Es el dromedario. Sobrios, resistentes. Ayudan no sólo en el transporte de mercancías, sino que en ocasiones sirven de tiro para arrastrar un carro. Al propio tiempo proporcionan leche, carne y pelo. Los camellos tienen el cuerpo cubierto de pelo corto y lanoso, de color tostado. Si pasan hambre se comen grandes cantidades de su pelo. La giba de los dromedarios tiene gran cantidad de grasa como reserva. Aquellos que sirven para montar llamamos mehari.
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Les entendía mejor que mi tío y en caso de necesidad recurría a la traducción. . Me atendía con mucha diligencia, la mujer del samaritano, lo que no era del agrado de mi tío.
- Bien que los conozco, -decía mi tío- usábamos camellos y burros bien cargados, para transportar trigo a Galilea.
Me parecen enormes con unos ojos de los dromedarios, muy salientes. Los dromedarios gozan de la facultad de cerrar los orificios nasales, para impedir la penetración de arena. Las patas del dromedario son largas y finas. Terminan en dedos con una suela callosa y elástica. Les hace más aptos para andar por la arena. Las patas del asno son relativamente pequeñas, en comparación a las del dromedario.
El burro se desespera cuando le exigimos camine sobre las dunas por donde se hunde y encuentra dificultad.
Por los terrenos pedregosos o esteparios, caminan los camellos y dromedarios con dificultad. A la hendidura que tienen en la planta de los pies, se introducen chinas, que les molesta.
Los guías conducen con maestría la recua, portando los bultos de las mercancías. Algunos dromedarios llevan grandes fardos de paja como alimento del ganado.
Los camellos descansan, doblando las rodillas. Se apoyan sobre la parte delantera del cuerpo, donde poseen una amplia callosidad. Durante la marcha, me adormezco. Me acostumbré al amblar que tiene caminando el dromedario que monté. Echa hacia delante las patas delantera y trasera del mismo lado, a un tiempo. Por el contrario el pollino lo hace en cruz.
A mi tío le molesta esta ambladura. Prefiere caminar, pues el jumento nunca lo monta; durante el viaje. Quiere lo hagamos mi madre y yo.
En nuestro muy querido asno unas veces sube mi madre y yo camino, porque así lo deseo; otras fuimos los dos, pero el pobre animal acusa el esfuerzo. Se siente empequeñecido y en ocasiones me mira pidiendo compresión. Le contesto con mis ojos y la sonrisa más cariñosa que puedo hacer, para que no se sienta tan pequeño. Le queremos mucho tal como es. No le ganan en voluntariedad, ninguno de los otros.
Me colocaron los mercaderes en las monturas de estos majestuosos animales. Los veía por primera vez. Los dromedarios bactrianos, se distinguen de los de Arabá, por su tamaño. Me hace gracia como rebuznan, muy distinto a nuestro burro. Cuando lleva a cabo alguna de sus demostraciones, con aquellos enormes dientes expuestos para temor de sus enemigos. Voy cómodo sentado al donaire de los movimientos rítmicos. El movimiento que el dromedario hace al andar; me resulta más cómodo que, ir en nuestro humilde pollino. Me adormecía montado en ellos. Era motivo de chanza de mis amigos los mercaderes. También las jirafas mueven las dos patas de un lado, al mismo tiempo.
¡Cómo voy a dejar de hablar de nuestro muy querido burro! Llamarle asno, ya de entrada, como hacían ellos, me resulta muy duro. Mi querido burro, toma la palabreja de asno como insultante. Siempre en casa y en nuestra vecindad le llamamos burro:
¡So burro! ¡Anda burro! Lo de asno queda para los muy entendidos de la familia a que pertenecía. Debimos ponerle un nombre; pero no se nos ocurrió. Seguro que el humilde animal no se acostumbraría, dado los años que tiene.
Sin embargo, la palabra pollino, le era tan familiar que, con solo nombrarla da señas de su entendimiento. Mueve las orejas para orientarlas al lugar de donde se emiten las voces. Es muy inteligente mi querido amigo.
Se merecía un buen nombre, entre más rimbombante mejor, más alegre le resultaría. Lo de Rucio no hubiera estado mal y, sin embargo, no era capaz de pensar en otro más sonoro y agradable. Una vez me dijo un mercader:
- Porqué no le llamáis Herodes, por lo feo que es.
Me desagradó mucho. Tenía un rostro muy inteligente. Sonriente, bonachón de una humildad en su expresión, que era un encanto.
El cuerpo velludo de nuestra ayuda nos protege a mi madre, y a mí. Sirve de pantalla contra los vientos del desierto.
Uno bonito si se merecía, por el servicio que nos hizo. En nuestros desplazamientos, desde Palestina a Egipto y desde las mismísimas orillas del Nilo de regreso a Galilea. el asno fue fantástico. Un nombre de fantasía hubiera sido propio: por ejemplo, Cleopatra, de haber sido hembra. Otro sugirió, Octavio. Mi tío tuvo miedo que los romanos tomaran represalias.
Hay que ver lo sufridor que era, mucho más que yo; él nunca se quejó y yo dos por tres. Me lamentaba del cansancio, de la sed, del hambre, del intenso calor, de la arena que dificulta el caminar, de la arenilla que la ventisca introducía en mis ojos. Tan resistente y cumplidor. Siempre esta dispuesto, a caminar a la menor insinuación.
¡Amigo burro, mucho te quiero y te he querido!
Fiel amigo del hombre, siempre en condiciones para servir a tu amo en tantas cargas haya que realizar.
¡Cuantos cayeron reventados por la insensatez de sus dueños, sometiéndolos a duros trabajos y caminatas insufribles!
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CAPÍTULO II.

LAS CARAVANAS

Siguiendo el ejemplo de los nómadas árabes que acompañan a la caravana en calidad de guías, nos protegemos; mi madre y yo. Ella con su pañolón la cara, dejando la nariz y los ojos al descubierto. Mi tío usó como bufanda un trozo de túnica hecha a propósito para resguardar el rostro. Yo me encontraba arropado, sobre todo en las zonas del desierto del Sinaí. Totalmente cubierto con lo que me servía a tal fin.
Aseguraban los mercaderes que la arena es capaz de infiltrarse a través de la cáscara de un huevo. En unos momentos freían sobre la arena.
Los caravaneros son mercaderes que pueden presumir de generosidad; muy cordiales y abiertos. Su vida errática y en gran parte solitaria, les pide, cuando tienen ocasión, desfondarse hablando y contando mil maravillas. A mí me entusiasma escucharlas por el camino. Algunas recuerdo todavía.
Esas fantasías no sólo se refieren al país que pisamos, sino de aquellos lejanos territorios de los cuales proceden. La vida allí es muy diferente. Los habitantes de allá, llaman a sus países Afganistán, Armenia, Indo, Sédica, Asiria. Reinos al otro extremo de Mesopotamia encuadrada ésta, entre los ríos Tigris y Eúfrates.
Cuando descansan, ya fuera durante el día o de la noche, aprovechan la ocasión para intercalar opiniones, para comentar detalles del largo viaje: del frío, del calor, del agua y el pan. Se agrupan con el fin de defenderse mejor. Precisan la venia de los reyes de los territorios que atraviesan.
Abonan el canon, no muy oneroso, pues de lo contrario realizan el viaje por otros derroteros más económicos. En realidad lo que más les interesa es la seguridad. Las tropas de los reinos que atraviesan les defienden de los bandidos y nómadas que pululan por los desiertos desolados.
Otro itinerario para llegar a Egipto desciende por toda la costa del mar Rojo para alcanzar el Nilo. Una vez atravesado el desierto arábigo, pasan el río en barca y trafican en la isla Elefantina, del Nilo, donde existe una próspera comunidad jedía.
Algunas veces pagan el impuesto al regreso, con un diezmo de lo recaudado. Las rutas reportan a los países que atraviesan pingües beneficios.
Palestina, es desde tiempos inmemorables, un nudo de rutas comerciales. Tuve la dicha de conocer palmo a palmo, en mi constante peregrinación; instaurando comunas y dando a conocer nuestras enseñanzas.
Procuran los gobernantes tener asegurado el tránsito por las rutas. Fomentan la presencia de mercaderes, que con sus conocimientos y objetos diversos, así como el intercambio de productos, enriquecen el lugar.
Hubo un tiempo en que los productos del Oriente más lejano, llegaban por el Mar Rojo y el golfo de Aqaba, así como las caravanas del desierto con sus camellos y dromedarios, cargados de gran variedad de artículos. Pasan por el control de los gobernantes de Galilea, y, Judá.
El intenso tráfico comercial entre la India y el mundo romano es como tantas veces ocurrió en el transcurso de la historia, vehículo para la propagación de sus culturas, tanto sociales como religiosas entre Oriente y Occidente. De la antigüedad del comerciante da idea el hecho de que ya en la época patriarcal, eran los fenicios los traficantes más importantes de nuestras costas.
De los productos que llevan para comerciar con otros, era uno el aceite de las lámparas: no el de oliva, sino uno que transportan en grandes depósitos de cuero con un fuerte olor. Arde con facilidad. En Gilán mana este aceite de una fuente. Hubo años que, con la intención de mantener el precio, prohibieron la exportación del mismo, sin previa autorización del gobernante. Llegaron a llamarle oro negro.
A mi tío, Yasser, le nombraron, ya en el primer día, servicio de vigilancia. Tuvo que acompañar con otro caravanero, como auxiliar, para practicar. Mi tío nunca tuviera práctica en estos avatares. Por la experiencia adquirida, les inspiró seguridad.
Nuestra mayor esperanza es encontrar un oasis, sufriendo en ocasiones imágenes ilusas de contemplar a lo lejos los palmerales propios de algún Uadi o zona húmeda. Cuando así se lleva a cabo, la alegría es inusitada; significa un pequeño respiro en el camino; se pernocta en sus proximidades, acaparando agua para el resto del trayecto. Un pozo en el desierto es representativo de campamentos de caravanas.
- El agua es la vida; la leche de dromedaria o camella, el alimento: la comida se hace con mijo machacado y leche, -les oí decir-. Todas las noches se procede a ordeñar a las hembras.
- Estos animales son capaces de beber de un golpe el contenido de un pozo, de poca cabida. Engullen con facilidad tres cubos de agua, de un peso aproximado a 50 unidades cada uno. Un tanto por ciento muy elevado con arreglo al peso que tengan. Es de admirar la misteriosa facultad de mantenerse sin beber 10 ó 12 días.
- Son muy resistentes a las fatigas del desierto. Animal ideal para largos trayectos por lugares arenosos que se vean forzados a transitar.
El desierto es maravilloso, pese a sus muchos inconvenientes, al menos eso me parece como fruto de mis pocos años. Sus amplios horizontes hacen que la prepotencia y majestuosidad del Sol saliente por las mañanas, impresione.
- Los egipcios adoraban al majestuoso astro, al que llaman Ra.
Egipto a la vista.
Alcanzamos la frontera egipcia tras arduas noches y días. Yo creo que cuando llegamos allí, yo tenía cerca de siete años. Contrataron los servicios de una marisabidilla; a cambio de un bonito regalo de las riberas del Indo. Nos encaminó con gran destreza hasta los límites nacionales entre el reino de Herodes y el de los antiguos faraones. Pese a ser provincia romana, por disposición del Senado de Roma, siendo emperador, Augusto Octavio, los soldados romanos brillan por su ausencia.

En determinados puntos de la frontera concentraban las legiones y así fueron naciendo poblaciones alrededor de ellas. Ningún soldado romano nos recibió y sí egipcios que nos acogieron con agrado. A mis padres protegían los mercaderes. En previsión ocultaron, para que no fuésemos identificados como israelitas huidos. Donde dividen el camino el grupo, dio por finalizada su asociación comunitaria. Repartieron las posesiones que constituían el común. La vida entre ellos tenía un claro exponente de libertad y participación igualitaria. Se reunieron en asamblea. Se dividieron en dos grupos, confirmando el destino de cada uno. Quien se encamina directamente a través de los lagos Amargos al puerto de Alejandría, donde deben embarcar com los productos que llevan a Roma. El otro marchó por las rutas del desierto del Sinaí, hacia la región de las tribus de los nabateos. Embarcan en el Mar Rojo, y siguen hasta la isla Elefantina en el Nilo.
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Reunidos, meses antes, en nuestra tienda en el campamento instalado cerca de Gaza, Yasser insistía en que yo era descendiente del rey David por línea directa. Me pertenecía el reino de Israel. Siempre le contestaba yo:
- ¿Y eso qué es? ¿Para qué tengo de ser rey?
Me contesta sin titubear:
- Para bien del pueblo de Él.
Así fui creciendo, sin más preocupaciones que las propias de la edad: correr, apoderarme de lo que me gusta y sobre todo encontrar el regazo de mi madre donde me cobija. Vivales, sí que lo era. Pero no tanto como ciertos detractores o mal informados aseguran de mí. Los hubo que levantaron falsos testimonios sobre si destruía con malas artes una alfarería; o si maldije a un niño egipcio, por tirarme el agua de un supuesto hoyo hecho en el suelo, y murió. Otras tantas barbaridades, que mis discípulos y amigos siempre tuvieron por calumnias, o difamaciones cuando partían de un hecho real; pero insignificante.
Apasionado por naturaleza, que considero como un desvío de mi ser. Nunca como un componente de nuestra alma humana. Tan nefasta inclinación para la convivencia con nuestros semejantes, modifiqué con educación, desde la más tierna edad. Lo que advertí estando años más tarde, en la escuela de la comunidad de los esenios en Qumran.
Si me quitaban algo, luchaba desesperadamente, y, ataco si puedo vencer. Es temeridad luchar contra las adversidades. Siempre he rechazado este natural del hombre y de otros seres vivos. Parece ser que transmiten este desvío, de generación en generación. Desde cuando era indispensable luchar por la supervivencia. Considero más sensato evitar males mayores. Es más lógico un razonado comportamiento, yendo al encuentro de lo posible. Imitando a las gentes humildes con su actuación resignada y solidaria.
Cuando atravesamos la península del Sinaí, parcialmente montañosa, pasamos cerca de la llamada, por la tradición, montaña de Dios. En ella Moisés hizo brotar agua, con su vara, dando un golpe en la roca a iniciativa de Yahvé.
Este excelso conductor del pueblo hebreo recibió personalmente las tablas conteniendo las Leyes de Yahvé, su Dios. Dijo Moisés a su pueblo según el Éxodo, 3, 15:
- Dirás así a los hijos de Israel: Yahvé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, me envió a vosotros. Este es mi nombre para siempre, éste es mi memorial para todos los siglos.

Los esenios, tenían instalada la comunidad en Hebrón, cerca de la tumba de Abraham, en la caverna de Macela, en el campo de Efrón, éste hijo de Seor, el jeteo, enfrente de Mambré, entonces tierra de Canaán.
Es el campo que Abraham compró a los hijos de Jet: donde le enterraron, y, a su mujer, Sara.
- Abraham con su ganado y sus siervos llegó con su mujer y familia a las tierras de Egipto, al norte, en el lugar donde se instalaron los filisteos.
Habitó como forastero en Guerar: zona costera entre Gaza y el monte Carmelo, donde reinaba Abimelec. Y donde Elías ofreció su sacrificio.

En las arenas del desierto, hice mis primeros signos de letras e imágenes. Delineaba un círculo en los primeros meses. Fui progresando en las figuras de rayas de significado concreto. Llegué a trazar imágenes unidas con cuatro rayas, y posteriormente con tres. Se entretenían los mercaderes en ayudarme en mis dibujos. Sédica es otra nación que mantiene una escritura no alfabética, tan complicada como la del antiguo Egipto.
Mi padre adoptivo, Yasser, se admiraba de los progresos que realizaba. Tenía entonces yo, en perfectas condiciones el oído y la visión, lo cual constituía un signo favorable para el estudio.
No podían considerarme un niño retrasado, nunca lo fui. Antes de los ocho años sabía leer y escribir en demótico, así como algo en arameo y hebreo. Perfeccioné años después en Israel.
En las escuelas egipcias, guiado de la mano de nuestro muy entrañable amigo, Sinuatón, practiqué la escritura sagrada de imágenes. Los escribas graban en tumbas y monumentos importantes. La calidad de mi madurez intelectual, de los sentidos y el movimiento como un joven sano y deseoso de vida. Me facilitó el estudio de lo grabado, que la lectura vino después, como consecuencia de aquello. Seis o siete años tenía cuando empecé a despuntar en la escuela. Más tarde decía, el egipcio, Sinuatón: es la edad apropiada para iniciar el estudio de la lectura y escritura jeroglífica, o sea, de figuraciones. Convenció a mis padres para que me llevaran a la escuela, y, solicitaran mi inscripción.
A los siete años mi madre me dijo: "Ya tienes cuatro muelas". Con los seis tuve los incisivos inferiores y a los ocho los superiores; a los nueve años completé los incisivos laterales. Cuando llegamos de regreso a Israel, a los doce años, ya fui con cuatro molares y los cuatro segundos molares. A los once me salieron los caninos.

Me mantenía bien de salud: Dormía plácidamente, no así Yasser que, por las noches tenía que atisbar las incursiones violentas de los nómadas. A los ataques por sorpresa de bandidos que asaltan caravanas. Mi madre vigila mi sueño. Según comenta, el mercader de la seda, Cheung, cuando íbamos por el Sinaí, dijo a mis padres:
- "Como niño, necesita dormir o permanecer inactivo cerca de once horas diarias. Mantener el periodo de descanso es fundamental para su edad. Las consecuencias se apreciarían pronto".

Por la tarde, mi madre procura acomodarme para que esté a gusto, y me sea provechoso el sueño. Es necesario, decía ella, mantenga la costumbre de dormir. Los niños educan el sueño y se condicionan a la repetición del mismo.
La violencia es innata de toda criatura. En años posteriores, asimilé sin contemplaciones las enseñanzas de falta de violencia. Las mismas que defendía entre otros grandes hombres el faraón egipcio Akhenatón, de nombre oficial Amenofis IV. El indio Buda: fue uno de los hombres más sabios del Oriente.
- Esos primeros cinco años, en la edad de los infantes, son decisivos en el crecimiento, en la época que todos queremos saber del mundo más, para hacerlo todo nuestro, incluso intelectual, -decía con mucho énfasis Ibsalaín, quien comenta con mis padres, la experiencia que él tiene con los niños de la escuela que visita en su país.
Días y noches teníamos intranquilos durante el trayecto por el desierto del Sinaí. Las incursiones de facciones peligrosas rompían la hora del sueño. Las vigilancias de, Yasser, eran penosas y cansaban. Pronto, no obstante, se recuperaba. Hacen en menos tiempo los relevos, con el fin de tener todos más horas para dormir.
Decían a mis padres:
- No se llama Buda, sino Gautama. Nació hace muchos años. Implantó unos precedentes de comportamientos justos en busca de la Verdad. La palabra Buda quiere decir inspirado.
- ¿Qué es la Verdad?, -me atreví a preguntar a los veintidós años, cuando emprendí el camino a Oriente.
- Ves, Joshua, esa es una pregunta capciosa. Si supiéramos dónde esta, y qué es, dejaría de ser la Verdad. Ella sólo significaría el conjunto de acciones nobles, capaces de sentar la felicidad eterna. -; Me señaló mi nuevo amigo Cheung.

- Podemos hacer preguntas viciosas sobre lo que concierne al mundo: su origen, su carácter finito o infinito, eterno o no eterno. Si te contestara a ellas seguro que no te liberaría del sufrimiento.
Otro de los componentes de las caravanas, me afirmó:
- Entonces, ¿cómo puedo llegar a liberarme del sufrimiento? ¿Buda os dejó los medios?
- Buda dijo: donde falta la paz interior, ahí está el sufrimiento.
- Quienes pueden arte enseñanza son los monjes, -dijo otro. Si te decides a seguir con nosotros, tendríamos mucho gusto en presentarte a más de uno.
Silencié, pues no sabía el destino que pronto tenía reservado.
Por el desierto del Sinaí encontramos tamarindos en cuyos frutos ciertos insectos producen una sustancia que al caer al suelo se solidifica como panecillos. Fáciles para tostar, y, comer como hicieron las huestes de Moisés con el célebre Maná de la Biblia. También en nuestras manos contemplamos el liquen del Sinaí, también comestible.

Tardamos en separarnos, pues demoraron bastante la distribución de los bienes que a cada grupo correspondía. Desde su punto de origen cada uno sabía lo que en realidad tenía en propiedad. Fueron adquiriendo artículos merced al trueque que ejercían en el trato comercial mantenido con los pobladores de los territorios por donde pasamos. Originó una comunidad de bienes a distribuir, al final del trayecto.
Mi madre decía precavida:
- Soldados romanos aquí habrá que nos pueden detener.
No tienen los de este pueblo relaciones directas con Herodes Antipas. Nadie nos molestará, -le dijo mi tío. Existe un grupo muy importante de hebreos refugiados a las orillas del Nilo y respetados.
Unos proceden de la época en que un número muy importante de israelitas habitaron en los campos de Egipto de siglos pasados, que se vieron como nosotros obligados a huir y encontrar refugio en otros países. Hay muchos zelota que consiguen evitar ser prisioneros en las escaramuzas que tienen con los romanos. Separados del grupo, se refugian al otro lado de la frontera.
Escuché una conversación bastante morbosa entre mi tío, o padre putativo, y mi madre:
Dijo ella:
- ¿Por qué tu hermano, Judas, no huyó?
- No le fue posible. Ten en cuenta que bajo su responsabilidad y mando tuvo un grupo muy importante de luchadores por la libertad. No pudo dejarlos abandonados. Él fue el último en rendirse, para evitar males mayores a grupos fieles.
Era todo un legítimo descendiente del rey David. Mi padre, Judas, fue el primogénito, el que hereda privilegios que le dan prestancia.
Se lamenta mi madre:
- Triste fin el de Judas. El Señor le tenga en la gloria.
Respondió Yasser:
- Que Él te oiga.
- Hasta cuándo será este periplo, -dijo mi madre.
- Hasta que dejemos de pecar contra Él. Nuestro pueblo se aisló de los dictados de la ley de Moisés. Olvidamos a diario las profecías de nuestros más preclaros profetas. Guían los pasos del pueblo hebreo. Pese a todo, hemos de volver a Palestina, cuando el chico cumpla los doce años. Presentaremos en el Templo como primogénito. Escrito en las Sagradas Escrituras.
- Seis años, largo tiempo, -dijo ella.
- Lo principal es que estemos bien y a salvo el muchacho.
Dijo mi madre bajando la voz, bastante temblorosa:
- ¿Crees que le harían daño?
- Estamos seguros, mujer; pero ten confianza en los designios divinos.
- ¿Sólo por ser hijo de Judas de Gamala?
- Dí mas bien, por ser descendiente del rey David. Antipas tiene mucho interés en eliminar a todos aquellos que puedan atentar contra su reinado, y, descendencia.
Una de las formas de vida que más impresionaron a Yasser, de estos amables mercaderes, fue la comunidad de servicios. Todos participan en la defensa del grupo. Cada cual se obliga a intervenir en la vigilancia y defensa del campamento.

Quedó grabada en mi memoria el nombre de Chagan, sin saber de donde era esta aldea. Tuve constancia fehaciente de su ubicación en el mundo.
En aquellos años la veía como la ciudad ideal, por las preciosas reliquias que portan los mercaderes. A mi madre le entusiasma ver desembalar los jarrones. A mí los muñequitos de jade.
Prestaba atención a la forma que cocinan los de Sédica. La comida que preparan es muy sabrosa y de una variedad sorprendente, con artículos de la zona por donde pasamos. Verdaderos milagros con las salsas aliñadas.
De Buda hablan sin cesar, muchos de esos viajeros. Mis padres no tenían idea de tal personaje. Fue de tal intensidad el conocimiento que adquirían de esos seguidores de las doctrinas del gran profeta que, al fin llegaron a admirarle. Quedaron grabadas en mi mente, -la cual nacía inmaculada de entendimiento y razón- sensatas doctrinas budistas. Mezclan en perfecta simbiosis las del hinduismo; al parecer de amplio seguimiento en el país del cual proceden. De países bañados por las aguas de un río de mayor envergadura, que nuestro Jordán. Comprobé no tardando muchos años.
Al tiempo que hablan, divulgan las doctrinas que tienen por sagradas. Buda renunció a sus muchos bienes. Al bienestar, y, dicha en compañía de su esposa, hijo y padres. Desistió de sus posesiones para entregarse a los demás y encontrar la forma de dominar el deseo y el dolor.
A solas, al calor del recogimiento nocturno de nuestro hogar, sin techo ni paredes, al aire libre de la noche del desierto, comentan en hebreo, que también ellos conocen la verdad del judaísmo.
- ÉL rige nuestros destinos, -dijo Yasser- y a Él tenemos de ser fieles, bajo pena de ser castigados severamente, en igual medida al pecado cometido.
Preparan los caravaneros, así como los árabes contratados, una estupenda bebida con agua bien caliente y unas hierbas que echan en la misma y se toma a sorbos.
Las pocas mujeres que hay en la caravana se agrupan alrededor de mi madre. Una jovencita endeble, ingenua y desconocedora de estos avatares. Es la que más necesita apoyo en la dura marcha. Mi madre, pese a ser fiel seguidora de la Tora, estableció buena amistad con la samaritana. Olvida los odios del pasado; los cuales, siguen en Palestina atizando los saduceos, los fariseos, y, esenios.
Con diligencia le facilitó unos calzones para que me los pusiera y preservara mis partes.
Entre nosotros hay un mercader romano, quien lleva buen número de artículos para embarcar en Alejandría. En su comitiva van cuatro siervos, mi tío llamó esclavos.
Ya en el Sinaí se aprecia el desmenuzamiento de las rocas, por su parte inferior, que al decir de los mercaderes producían fantasmagóricas formas. Algunas como hongos colosales y otras, picos enormes. Sobre los cuales me decían mis padres:
- Joshua, allá al fondo, en aquellas alturas que observas, el Señor entregó a Moisés, el Decálogo.
- ¡Ah, bien! -Pensaba yo, sin comentarios.
Contemplamos restos de árboles petrificados, de una longitud inusitada. Cosa diabólica nos parecía la creación de aquellos trozos de rocas simulando árboles, por desconocer el cómo y el cuándo de su colocación en el desierto.
Comimos la rica miel silvestre. Según Chuang, la sustancia dulce que posee favorece el crecimiento muscular. Las langostas comestibles de los desiertos, no emigran. Tienen un enorme poder reproductor en su vida sedentaria. Su carne aporta productos favorables para nuestro sustento.
Las langostas emigrantes no paran en los lugares calurosos, como en los desiertos arábigo y del Sinaí, o como Egipto. Son arrastradas por los vientos fuertes del sur. En bandadas, por lugares templados, arrasan toda vegetación que encuentren a su paso, para su alimentación.
Resinas olorosas, masticables, del árbol bíblico. Las aves que, en grandes grupos surcan los cielos, eran fáciles de cazar. En bosques de grandes elevaciones calcáreas teníamos a nuestro paso los frutos de los árboles.
Saborear el fruto tan exquisito y los líquenes del desierto, era una delicia. Competían formando parte del maná de los dioses. Se arrancan de noche, y días después brotan con tanta lucidez como antes. Cocinados como panes constituyen un alimento bastante completo.
Todo estos bienes fortalecieron mi cuerpo; mis conocimientos se fueron incrementando con las lecciones magistrales de Ibsalaín; la bondad de los lamas. Las palabras oídas a los comerciantes de varios países. Sobre todo, la paz que disfrutaban mis padres.
La huida de Galilea, y los meses caminando por territorios desolados, desérticos, tenebrosos, e infectados, ayudaron a mi desarrollo mental. Mi crecimiento físico fue, por lo visto, en aumento, en lugar de retrasar. Los campos de animales venenosos y fieras, y con un sol abrasador. El trato con los mercaderes alimentó mi espíritu. Fue maravilloso y buena nota tomamos de su promesa. Con los años tuve ocasión de volver a verlos; no a todos, que en el camino muchos quedaron.
La unión que mi tío llevó a cabo con mi madre, a la cual entró, con esponsales. Bendecidos por el cielo y la tierra, en el amplio espacio del desierto del Sinaí: Abajo nosotros, y las estrellas con sus guiños arriba. Una brilla constante todas las noches en el amplio firmamento azul, en compañía de los buenos mercaderes, bajo cuya protección encontramos cobijo.
Bendición obtenida por mí, cuyo cariño hacia Yasser se transformó en verdadera adoración como padre. Jamás puso su mano sobre mí, ni a mi madre: motivos di; pero siempre encontré en ellos complicidad en mis trastadas de juventud.
Trastadas que en una ocasión llegaron al colmo y no comprendo como entonces no les impulsó a darme una buena azotaina.
Yasser de natural muy cariñoso, pacífico en extremo, todo lo contrario de mi padre Judas ben Jacob, según mi madre.
No sólo conmigo, sino con mi madre y los niños de la vecindad, que le tenían mucho cariño. Yasser es natural de Corazoín, en tanto mi padre nació en Kefar Nahum, como yo.
De mi madre, ¡qué voy decir! Para mi no tiene defectos; es ella todo amor, dulzura y protección, en cuyo regazo tantas veces me cobijé. Pero, no es que lo fuera por ser mi madre: Es un alma angelical a sus dieciocho años, sin más mundo que el horror de las torturas y el contemplado por los desiertos, en nuestro camino hacia Egipto. A los trece años me dio a luz a los nueve meses de haberse casado con mi padre Judas de Gamala.
Durante el viaje, camino de Egipto, mi madre siempre estuvo atenta de mí y de mi tío. Le llamé padre desde el instante que entró a mi madre. Jamás la oí comentario alguno que, denigrara a mujer conocida o persona alguna.
Siempre tuvo un motivo, que justificara el comportamiento de sus vecinas y conocidas. Si alguna pecó, encuentra una disculpa, motivada por la sociedad en que vivimos, de espaldas a las leyes de Él.
Ibsalaín, oriundo de Bactria, del reino de Sâkiya, a medio camino entre Mesopotamia y el país de la seda, me dijo una noche de descanso en el oasis, del Sinaí:
- Muchacho, la mente constituye el sexto sentido de nuestro cuerpo. Su objeto son las ideas.
El nombre de su ciudad, no sé si me dijo Buddhagaya o Kusinârâ o Vesâli. Me habló de ellas cuando me distrajo contándome historias basadas en los sensatos pronunciamientos de Buda.
- En sánscrito, -me decía- se llama udâna.
Yasser le informó:
- En Erezt Israel, se llaman parábolas.
Refiriéndose a él, me dijo que era "upâsaka" o sea, devoto laico, y que su mujer "upâsika", devota laica.
Yasser preguntó a Ibsalaín:
- Y los sacerdotes de esa religión, ¿cómo se llaman?
- Bhikkhus, los monjes budistas y bhikkunis, las monjas.
Me agrada verle como se sienta sobre las piernas dobladas.
Repitiendo muchas veces para que le comprenda bien, dijo:
- Me siento en el suelo con las piernas cruzadas, "pallanka". En yoga se llama esta forma de posicionarse para adorar: "padmâsana". Es la forma como los monjes y devotos budistas realizamos ejercicios espirituales.

Con el cuerpo erguido, concentrados sobre nuestro interior.
Pidió hiciera yo lo mismo: Cruzara las piernas, me sentara, con el cuerpo enderezado, concentrara mi mente sobre alguna idea, objeto, pensamiento o persona. Me enseñó a meditar, sometiéndome a estar silencioso un gran momento. A sostener profundamente la respiración. A eliminar ciertos deseos malos y pensamientos inmundos. Limitando los buenos deseos, a estar satisfecho del mundo. Aislándome del entorno en que me encontraba.
Desaparecen todas las dudas del brahmán que medita con fervor. Descubre, que todo tiene una causa.
- Los muchos días en su compañía, con las caravanas, aproveché mucho; y muy bien, en el aprendizaje de algunas palabras sánscritas o palis.
En particular me instruyó bastante bien en la forma de concentrar mi mente.
Me aconsejaba evitara malas compañías. Me empeñara en alcanzar el bien y la verdad. Repetía mucho, practicara la meditación.
El samaritano me leyó en arameo párrafos del maestro judío Hil-lel, quien enseñaba a mantener la bondad y el amor al prójimo. Del que nunca insinuaron fuera un mesías, porque su noble carácter, no encajaba en el de un general en armas, dispuesto a emular a los macabeos. No encaja su carácter con la violencia propia de un salvador armado. Murió el décimo año de mi nacimiento.
Ese pensamiento y el personaje que lo sustentaba quedaron clavados en mi memoria. Procuré dedicarme al estudio de esas enseñanzas, con la ayuda del egipcio Sinuatón.
Estos ejercicios, que como juegos a mi edad infantil realicé, me instruyeron mucho.
Lo que repetía mi maestro en teología budista, cuando se dirigía a otro compañero, a Yasser o personas mayores: la palabra "bhagavant", señor en lengua pali o sánscrita. De aspecto rudo, de alma tierna. Manos callosas de haber trabajado mucho, raspan cariñosamente cuando las pasa por mi pelo. Inteligente, sin duda, recibió cultura sabiendo escuchar a los demás. Formó parte de la caravana, cuando los mercaderes de la seda le propusieron ir con ellos en el grupo que tenían intención de llegar a Alejandría, con mercancías. Aceptó y no tuvo más que dos días para formar su patrimonio viajero con verdaderas maravillas del país del Indo, primorosamente trabajadas.
Tenía un gran interés en enseñarme costumbres de su país. Me enseña cómo a los niños de mi edad, jugando con la arena que nos servía de soporte de figuras muy simples, y contándome historietas de su país.
Procuró acercarse a mi tío y con él conversar sobre diversos aspectos de la vida en su país. Yasser evita entablar discusiones sobre religiones. No quiere saber nada de los paganos, Por los ídolos que adoran, causantes de tantos males al pueblo hebreo.
Ibsalaín conocía el arameo.
Enseña palabra de Buda.
- Voy a contarte, muchacho, una de las narraciones que en mi tierra repiten. Referente a los tiempos y vida de Buda, a sus palabras y doctrina. Hablaré de un proverbio de Buda.
- ¿Quién es Buda?, -le pregunté yo.
- Le conocerás a través de la narración que te haga, -y continuó:
- Sakka es uno de los nombres que en sánscrito damos los indios a Idra, el dios más importante de la religión antigua de la India.
- Acaso la budista, -digo yo.
- No, Joshua, no es la budista, sino otra anterior. Te ruego prestes atención y no me interrumpas. Este, Idra, vio al venerable Mahâkassapa llegar a la ciudad de Râjaga a pedir limosna acercándose a él. Tras saludarle con las palmas de las manos unidas, -añjali- le invitó a tomar arroz cocido.
- Así, Ibsalaín, -digo colocando las manos como me enseñó con anterioridad.
- ¡Déjame, déjame! Tomándole la escudilla la llenó de arroz cocido, condimentado con especias, y con varias salsas de sabores tan deliciosos que le hizo exclamar al monje budista:
- ¿Quién es ese ser que tiene semejante poder mágico? -al comprobar lo extraordinario del servicio.
- ¿Será Sakk?, -pensó el bhikku, el señor de los dioses. Con el mayor atrevimiento, el bhikku Kassapa dijo:
- ¡Oh, Indra! (nuevo nombre de Sakka) ¿tú has hecho esto? No vuelvas hacer algo semejante.
Contestó el dios Sakka:
- Nosotros también, oh, señor Kassapa, tenemos necesidad de hacer méritos.
Buda atento al sentido del suceso, emitió el siguiente juicio:
- Los dioses envidian al bhikku, que vive sólo de limosna. Se sostiene a sí mismo, que, no alimenta a otros: sereno y siempre atento.
Por el silencio que mantuvo Yasser, adiviné que no le convencía mucho lo oído de Ibsalaín. Una de las anécdotas que recuerdo de estos viajes por los desiertos, se refiere a la comida. Tenían prohibido llevar carne de cerdo por el desierto porque se corrompe rápidamente. Quizá es el motivo, y así me asegura Yasser. Moisés desechó al cerdo como animal impuro, y los árabes también lo tiene así calificado. A Cheung, le gusta mucho, asegurando que en su territorio es muy apetecido por las familias.
Al salir de Persia procuró, -por recomendación de los más experimentados en estos viajes- no llevara consigo embutidos de esta carne. Posible hostilidad de los autóctonos de Palestina y Egipto, y de los que constituíamos la caravana.
Nos dirigimos con el primer grupo hacia Alejandría
A cada paso admiro ensimismado, de lo que mis ojos contemplan: Grandes construcciones y canalizaciones que cruzamos en nuestro camino. Mis padres también se entusiasmaban, en particular, por la seguridad de estar en territorio donde no se veía ni un esbirro de Herodes Antipas, que pudiera perseguirnos.
Herodes Arquelao, el más sanguinario con los judíos, fue depuesto de su cargo a los diez años de su gobierno. Antipas duró cuarenta años, lo que indica que su comportamiento fue más suave con los hebreos.
Se fue apoderando de nosotros una confianza, que aun cuando en ello radica el peligro, dan mucha moral a mis padres. Se les veía más alegres que en el territorio de Galilea.

Pocos pobladores nos encontramos a nuestro paso. Los guías de la caravana conocen a la perfección el terreno que pisan. Nos cruzamos con policías egipcios; en su mayoría gentes del sur con largos palos; al cinto armas y acompañados de perros feroces. Vigilan las rutas apenas conocidas, y, peligrosas del desierto arábigo. Los orientales comentaron la necesidad de que nos mantuviéramos atentos y vigilantes.

Hay que evitar sorpresas, de correrías rápidas e imprevistas: bandidos. Criminales refugiados en la soledad de los amplios espacios azotados por el viento.
Una red viaria con estaciones de descanso y pozos de agua construyeron los faraones, -decían los experimentados viajeros- aprovechando los torrentes, y lechos secos de antiguos cursos de agua. Favorecía el transporte de minerales principalmente de oro, desde Nubia. Los caminos que seguimos, al borde del río, están hechos con la tierra extraída para la construcción de canales.
Tierra batida y pisoteada, no sólo por los campesinos de las riberas del Nilo. También por quienes en carruajes van a inspeccionar las propiedades. Transforman estos caminos en carreteras para el tránsito de caravanas y transeúntes.
Ya dentro del país del Nilo, nuestro borrico se engreía. Ya no era el animal minimizado, atosigado por la majestuosidad de los dromedarios. Por la elegancia de los caballos; por la ruda grandeza de los asnos que componían la caravana.

Manifestaba su alegría rebuznando a los de su misma familia. Atrás quedaron los asnos tan grandes a los que consideraba de otra especie equina.

Ya alejados de Palestina, recordaban mi madre y mi tío Yasser los territorios que se vieron rozados transitar ar evitar encuentros con los romanos, aún peores con los esbirros del Sanedrín. Pasamos por Galilea, Idumea, lugar situado en las costas del Mar Grande, que llamaban Samaria, enemigos de Judea, cuyos habitantes llamados judíos, no se llevaban buen estos con los samaritanos. Con infinita nostalgia mi tío bendecía los campos fructíferos de Galilea, reino. Me decía que allí teníamos viñedos con hermosos racimos de uvas, olivos donde se conseguía aceite. Huerto con suficiente agua.




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CAPÍTULO III.


EN EGIPTO.


- También cultivamos cereales -nos informó Sinuatón- como la cebada y el trigo principalmente, algo de maíz, el lino y la vid propia del Asia Menor. En los oasis nacen las típicas palmeras datileras, que ya habréis comprobado durante vuestro viaje por el desierto.
Los mercaderes comentaron que la temperatura de los territorios en Egipto es tan alta que, si no fuera por las inundaciones del Nilo, las plantas se abrasarían por el sol. La temperatura del valle se dulcifica, por los vientos y por la humedad procedente del Nilo. Durante los meses de invierno, desciende la temperatura de forma importante. Por el día es muy elevada, en tanto por la noche baja de manera muy diferenciada.
Más de ocho mil años hace que gravaron las primeras incisiones hechas por el pueblo autóctono del Nilo. Utilizaron rocas del desierto libio, cuando aún no era el Sahara una desértica extensión arenosa. A los cinco mil años, en los primeros de la prehistoria egipcia, el valle estuvo cubierto de agua entre las dunas del libio y las piedras del desierto arábigo. Era tal la quebradura existente en el Nilo que, para alcanzar desde el río cualquiera de los dos desiertos, necesitaban subir gateando.
Quedamos en la vivienda de la viuda. Callejuelas estrechas, con casas de adobes.
Una sola habitación tenía disponible, con un pozo en el centro. Con la inundación provocada por la crecida del Nilo, las riberas del mismo se benefician del limo que transportan las aguas.
Los primeros días nos produjo terror el pensamiento de ser tragados hacia las profundidades del pozo. Lugar bastante insano, ya que con las crecidas del río tenía su efecto en el pozo que, subía el nivel del agua. La humedad estropeaba los escasos enseres que teníamos. Algunos confeccionados por Yasser.
De las tropas romanas, todavía temerosos mis padres de ser perseguidos.
El burro estaba mejor que nosotros. Situado en la parte exterior de la cueva.
Es la estrella, Sirio, brillante en el firmamento quien nos indicaba el momento de la crecida del río. Significa la llegada de posterior riqueza para el pueblo con la cosecha de productos obtenidos en las riberas. Nos sirvió de guía, después de que nos enseñaron los propios del terreno la forma de observarla. Los años en los cuales la inundación no se produjo, la feroz sequía trajo el hambre extendido por todo el país.
Del proceso enigmático que mantiene el río Nilo, nos informó ´Sinuatón. Al contrario de todos los demás ríos que aumenta su caudal en las épocas invernales y lluviosas, y, el deshielo, el Nilo inunda las riberas en verano.
En este antiquísimo país se movía el escriba tal cual un pequeño dios, en la vida de sus pacíficos compatriotas. Libre de la pesada carga de las contribuciones a pagar. En los tiempos de los faraones, años ha, los escribas podían entrar en la Casa Grande, casándose con alguna de las princesas de palacio.
En mi juventud, le daba idea de mis avanzados pensamientos sociales y religiosos, con mi sincera amistad. Tanto a Sinuatón como en peregrinaciones por Palestina. Insistía que no venía a destruir como general jefe de fuerzas liberadoras del yugo romano. A continuar la doctrina del maestro judío Hillel, de bondad y amor fraterno.



Biblioteca y Museo.

- En la guerra entre César y Pompeyo, en el año 700 del calendario romano, quedaron arrasados los volúmenes tan valiosos que, allí teníamos.
- Es histórico que el enamoradizo emperador Marco Antonio regaló a Cleopatra, para compensar la pérdida sufrida por el incendio, 200.000 volúmenes en su mayoría de papiro, y el resto pergamino, procedentes de la Biblioteca de Antioquía. Además 50.000 rollos de papiro en una segunda biblioteca, que se remontan a los tiempos de

Tálamo II Filadelfo, como anexo del templo de Serapis.
Pese al incendio y a la destrucción de la mayor riqueza catalogada de escritos, aún existe, como has visto, Joshua ben Judas, una gran parte de la enorme colección del fondo bibliográfico del Museo.

Recuperaron parte, copiando sin descanso rollos de papiro. Reprodujeron escritos que habían sido grabados en ostraca, en láminas de metales, en cerámica, en estelas, en piedras, en arcilla, o en cualquier otro soporte que utilizaran. Guardaron originales, dado el enorme trabajo que constituye copiarlos todos.
- Los duplicados estar en griego.

La Biblioteca de Alejandría, estuvo regida por grandes poetas y sabios: Calímaco y Apolonio de Rodas y sabios como Eratóstenes que fueron jefes. Hay un parque zoológico y un jardín botánico.
- Tal forma de contar los años difiere del nuestro, el hebreo.
- Sí. Hay una enorme confusión.
Al parecer las cortesanas romanas cuentan los años por el número de amantes que han tenido.
Los romanos por el nacimiento de Roma. Nosotros los egipcios, desde el origen de Osiris. Los griegos a partir de Alejandro el Grande, general macedonio.
Los israelitas desde la creación del mundo, según el Génesis.

- Las gentes de Egipto y Palestina se ven forzados a entenderse con los romanos mediante el griego, desde la época helenizante de estos dos países.

- Roma asimiló, la religión griega así como la egipcia y constituyó una simbiosis perfecta. Tu, Joshua, hablas ahora el griego. Puedes desplazarte por el inmenso Imperio romano; y el que con anterioridad exploró
Alejandro, -Sinuatón, me indicó, enseñándome un papiro con límites territoriales.
En lejanos lugares utilizan como soporte de la escritura el amate,
-dijeron los mercaderes- fibra vegetal, extraída de la corteza de ciertos árboles.
- En la Biblioteca alejandrina,
¿ podremos instruirnos sobre los caldeos?
- Naturalmente, Joshuá-. Vayamos mañana allá.
Cuando nos desplazamos a Alejandría, Sinuatón recurrió al caballo que unció al carro de tres plazas, ajustado por un siervo y al trote nos situamos al día siguiente en la populosa ciudad, habiendo salido temprano de Jereoke.

En el tercer estante de la sala primera del Museo, encontramos un rollo con referencia a Caldea, como representante de la Baja Mesopotamia, entre el Tigris y el Eúfrates, descendiente su población de la familia de los arameos.

Los caldeos llegaron a la Baja Mesopotamia hace unos mil años. Abandonaron su vida nómada y se asentaron en las ciudades. Todo ese territorio fue conquistado por Alejandro y posteriormente se mantuvo bajo la influencia de partos y romanos.

Sinuatón sostenía amable conversación con mi padre putativo, muy interesado éste en conocer el pasado del principal poblador de las riberas del Nilo, con la llegada de los semitas y camitas del oriente del río. Desde hacía más de 4.000 años, procedían de Mesopotamia.
- Los trayectos recorridos por los camitas y semitas debieron de ser muy grandes para llegar a Nubia, -intervino Yasser.
- Estos pobladores, amigo Yasser, desarrollaron su cultura con fuerza, al ser lanzados de la agricultura al comercio, lo que dio lugar a un intenso intercambio de ideas, conocimientos y conversaciones, para poder intercambiar sus cosechas, con lo que ofreciesen otras tribus.

Y en consecuencia llegaron a tener forzosamente que entenderse con otros pueblos. Nunca los glaciares procedentes del Norte arrasaron totalmente los territorios mesopotámicos.
- Nuestras Sagradas Escrituras señalan que, entre los ríos Tigris y el Eúfrates, surgió la vida, así como allí se situó el

Paraíso Terrenal, y el Diluvio universal.
- Pero no con arreglo a nuestras tradiciones, Yasser, que aseguran fue el dios local de Elefantina, Khnum, representado con cabeza de carnero, quien creó el hombre. Modeló con arcilla sobre rueda de alfarero. Moisés copió.

- No hay duda, tal idea fue asimilada por Moisés de la grandeza del dios Khnum e implantó en el Génesis -insistió Sinuatón.
- Cierto que Moisés fue educado en Egipto y por tanto de allí obtuvo los datos precisos para conformar la creación del hombre tal como en Egipto se modeló, a imagen y semejanza de Yahvé.
Muchas veces he pensado yo oyendo a mi madre recitar del Génesis lo referente a la creación del género humanó. Bien su aparición en el Paraíso donde sin duda ya antes fue creado la materia necesaria para evolucionar desde recién nacido a la edad adolescente. Esto me sugirió observando como de las semillas surgen enormes árboles o plantas muy vistosas.

Del territorio de Mesopotamia, procedía Abraham, según tengo oído en la sinagoga de Kefar Nahum. Consideramos el padre de nuestro pueblo hebreo. Abraham fue en busca de nuevas tierras con mejores pastos para sus rebaños.
La ciudad se divide en dos sectores bien diferenciados. En uno viven los griegos, romanos y hebreos; en otro, Rhakotis, sólo ocupan los egipcios.
Alejandro el macedonio diseñó la ciudad que lleva su nombre: Alejandría.

- Sí, y fue quien planeó la distribución de las calles y edificios de la ciudad.
El faraón Tolomeo Filadelfo mandó construir una torre de tres pisos, con un mármol blanco muy brillante, y granito pulimentado, en la isla de Faros, cerca de Alejandría.

- En la cúspide de la torre, abierta a los cuatro costados, hay lámparas de aceite. Emiten en la noche sus luces hacia el mar. Gracias a los focos de luz que se proyectan a diez medidas grandes, se atreven los navegantes a internarse mar adentro. Sus paredes son espejos que reflejan los rayos solares para la orientación de navegantes que desde la otra costa se lanzan con sus navíos para alcanzar Egipto. Su visión es una esperanza de llegar a buen término y más cuando se sienten guiados sin ver en la oscuridad de la noche.

- Una verdadera maravilla de construcción al estilo de las pirámides con su majestuosa altura, -afirmó Yasser.

Una de las cosas que nos maravillaba, por desconocer, el cómo y la forma de llevar a cabo pinturas en el interior de los monumentos funerarios de los faraones y grandes dignatarios, sin manchar los techos del humo de los fuegos de lámparas; precisa su luz para poder pintar.
Sinuatón nos enseñó la instrucción del trabajo necesario.

Decía la instrucción: En un cuenco o recipiente de arcilla endurecida al fuego del horno, se mete la cañada de los huesos de animales muertos hace tiempo. Mezclados con ella, ajos secos, y diversas hierbas secas, dan una luz brillante, sin humos, sin olor. No mancha ni los techos ni paredes. Dura hasta dos horas.

Dudas sobre esto de pintar dentro de la seguridad, tenían los comerciantes que, con ellos fuimos a Egipto. También transportan mercancías a Alejandría, camino de Roma.
Egipto importa caballos, bronce, el olivo y los instrumentos de música; exportan su oro al que fueron imperios hitita, al babilonio y al asirio.

Llegan al Museo y Biblioteca de Alejandría, la diplomacia, y los sabios, en particular de Grecia. Desean conocer culturas de países remotos. Artistas reclamados por algún rey o gran señor, algún mecenas se disponen a beneficiarse de su talento.


Nos entusiasman los palacios que se alinean unos al lado de otros, con el más refinado gusto helenista. Las amplias terrazas, de las magnificentes construcciones, y las columnatas, adornadas de bajorrelieves con estatuas.
La cultura de Grecia influyó en este tipo de refinamientos sociales, ya que, 500 años antes, los grandes palacios se construían con adobes y otros materiales perecederos.

Reservaban para las próximas construcciones mortuorias o religiosas los mármoles y piedras de granito que, aún mantienen.

No tenemos conocimiento de palacios de los faraones, donde vivieron en aquella época remota. El tiempo y las conflagraciones destruyeron, sin dejar restos de materiales más nobles. Los únicos que conocemos son los de nuestros días. El palacio de Cleopatra, último de los faraones descendientes de los Tolomeos, descendientes del general de Alejandro, ha sido casi destruido, y la piqueta de los romanos en busca de la tumba de la gran reina se ha encargado de ir destruyendo aquellas partes de su resistente edificio.

Sinuatón, me hizo ver, que, no todo era brillo de mármol en los edificios privados.
Las tumbas y edificios mortuorios de los dignatarios estaban recubiertos de hermosos y relucientes mármoles y granitos pulimentados.

De puro oro macizo tenían los sarcófagos, máscaras y objetos indispensables para el viaje en ultratumba.
Con riqueza artística y ricos materiales construían los templos, pirámides, mascabas y todo aquello que significaba honrar a la Gloria. A la inmortalidad del espíritu. A la perfección cerca de Osiris. Y, a la conservación del cuerpo embalsamado como símbolo del tiempo necesario a pasar el largo trance ante los dioses.
Van estos a juzgarlo hasta alcanzar ser otro Osiris. O proceso de felicidad en la Gloria.
Viaje a realizar antes de que desapareciese el cuerpo como entidad material precisa para el mantenimiento del espíritu viajero.

Disfrutarían, al propio tiempo, de la grandeza de la heroica diosa Isis, muy amada esposa, a quien Osiris debe la reconstrucción del cuerpo. Sin esta condición su espíritu no podría haber alcanzado la Gloria.
Isis consiguió su propósito.

- ¿Tan importante era esa diosa?, -pregunté.
- Mucho. A esta diosa llegaron a adorar en Roma. Personifica la fuerza fecundadora de la naturaleza. Conservó su nombre y sutilezas, en Roma, -me contestó Sinuatón.
- A muchos reyes y emperadores les atrajo ser reconocidos faraones. No era nada: hijos del sol. Pero ahora, Joshua, la dominación romana nos tiene sometidos en cuerpo y alma.
- A Palestina también declararon provincia romana. Les sirve para dominarnos mejor. Con esto rompen nuestra tradición. Nos avasallan. Maltratan a nuestro pueblo.

- Designado Egipto provincia romana, reclutan campesinos de las riberas del Nilo para que engruesen su Ejército.
- Imponen fuertes impuestos al pueblo hebreo, -aseguró Yasser.
- Somos el granero de Roma, -afirmó Matasiel.
- Sin grano, empobrecieron el país del Nilo. Quienes hacemos funciones burocráticas estamos mejor que el resto de la población, en Alejandría, Menfis, Heliópolis, Tebas y otras grandes ciudades.

Los buenos edificios pertenecen al gobernante romano y su pléyade, A la muerte de Alejandro sus generales construyeron sus tumbas, mascabas, todo tipo de monumentos funerarios. Inscripciones jeroglíficas, consideradas sagradas.
Esta escritura la ejercité en la Casa de la Vida del

Templo escuela de Menfis.
- Roma es una tirana. Hay revueltas, y levantamientos violentos. El pueblo huye de sus casas. Busca refugio en cuevas del desierto o en lejanos territorios del Alto Egipto, y hasta Nubia.

Es como si volviesen los tiempos de la invasión de los hicsos.
La convivencia entre egipcios y griegos enriquecía el conocimiento en la Biblioteca, tanto como en el Museo.

Los egipcios prestaban a los estudiosos griegos las bases para la investigación y el progreso, y, ellos daban a esas instituciones, la filosofía de la que Egipto carecía.

Amalgama de etnias y nacionalidades. De gentiles como ciudadanos que los griegos llaman a las tribus. Subían y bajaban los escalones de la tan ilustre biblioteca, como lectores dedicados a la investigación. Reproducían conocimientos y los difundían. Quien fuera poseedor de grabados, procedente de todo el mundo, depositaba en la Biblioteca.

En un trueque constante de escritos; al tiempo que era un privilegio mantener como depósito, bajo su protección y recuerdo de agradecimiento.


Ejemplares de grabados magníficos en muy diversos idiomas.
Tanta riqueza dio origen a locos celos de otras naciones que querían emular sus bibliotecas con la de Alejandría. Al fin, en Mesopotamia, inventaron un soporte de la escritura, llamado pergamino. Procedente de la piel de ciertos animales.

El Museo era un centro de conocimientos científicos, y a la vez, un ejemplo de la Academia de Platón. En el Museo se disertaba sobre filosofía, por los griegos a lo cual los egipcios no encontraban atractivo. El Sol, la Luna, los planetas, las estrellas, el agua, el viento, el tigre, el león, el toro, el escarabajo pelotero, con su magnífico instinto. Los representaban como dioses.

- Nosotros los israelitas, - dijo Yasser - tenemos entendido que, Abraham, procedente de Mesopotamia, profesaba el monoteísmo que tan de boga estaba en Nínive.

- Moisés rebajó la más sublime grandeza de su dios. Está por encima de todos los seres. Le puso al alcance suyo, como si el cielo, o el Más Allá estuviera a la altura de la mano de los hombres. Su fantasía creó a Adán y a Eva, según él, los primeros padres del género humano, -afirmó Sinuatón, empedernido lector de la Biblia de los Setenta.

Un sacerdote del templo de Luxor, Karnak, me aseguró poder suscitar visiones con ayuda de una alberca de agua. A lo cual Sinuatón me dijo que hay distintos medios para conseguir el hipnotismo de una persona o grupo. Unos valiéndose de una relación directa entre el personaje a hipnotizar y el hipnotizador. Ya sea con sentimientos de receptividad u objetos intermediarios de esa facultad.

Recurrí a Matasiel por ser gran intérprete de los sueños.
- Aclárame el motivo que tuve -le dije- cuando soñaba que, escribía sobre una tabla pequeña con un agujero en un extremo. Situado, en este caso, en lo más alto del monumento funerario. Decoraba la tumba del señor que me hizo el encargo.

- Joshua, el sueño es bueno. Significa que te consolidarás en el ejercicio de tu profesión.
- Un compatriota mío, -en otra ocasión le consulte- me confesó que todas las noches sueña que, copula con un cerdo. Ya sabes que la carne de este animal se nos tiene vedada por la Biblia.
- A ese pobre desgraciado hebreo, le será arrebatada una propiedad suya.
- ¿Sabes cual?

- No tengo la menor idea. Pudiera ser su ganado o su mujer, hija o esclavos. El sueño no lo detalla.
- Mi tío, Yasser, sueña, según me dijo que, de camino hacia Egipto bebía vino, cuando nunca lo probó estando en Israel.
- Es bueno. Presagia la vida del hombre justo.
- Si que lo es, -afirmé satisfecho por la interpretación que me daba.
Los egipcios agrupaban a sus dioses en trinidades y reemplazaban un dios por otro. Nunca fue problemático, pues seguían manteniendo aquellos otros que les preservaban de males. En principio, una de las trinidades fue: Osiris, Horus, y Isis: padre, hijo y madre. Con mi llegada proponiendo un dios de libertad, de amor al prójimo, y de igualdad, su trinidad no se vio rota, sino mejorada por la trinidad de mis principios. Años más tarde, volvimos a vernos, Sinuatón, Matasiel, y yo.

Seguimos nuestra conversación interrumpida. Era un tiempo en el que Yasser había muerto.
Pasaron muchos años y volví a encontrarme con Sinuatón. Había rebasado los cuarenta años. Yo llegaba de recorrer grandes extensiones de territorios, de más allá del Tigris.

- Tienes un conocimiento muy avanzado, ya desde aquellos años de tu infancia. Esto y otras muchas ideas comprendes, razonas y admites con una inteligencia muy superior a tus años.

- De mi facultad de observación, -le dije- me considero un joven más desarrollado que, el resto de los que conozco. Lo admito. No me cabe la menor duda. Mis experiencias surgidas del raciocinio y la observación, me llevaron a conocer destinos futuros del hombre, deducidos de los conocimientos adquiridos en tu país.

- Me alarmas, Joshua, -me habló Sinuatón-. En ocasiones das la sensación de estar muy por encima de todos nosotros.
- No, Sinuatón. Soy uno más, con la inspiración recibida en función a mi nacimiento. Conocimientos adquiridos en mis viajes: mis desplazamientos a países muy alejados de mi Galilea.
A las enseñanzas aceptadas incluso de lamas, en la India. Educación recibida de la Casa de la Vida, donde hemos estado juntos. De ti, amigo mío. De las conversaciones mantenidas con nómadas del desierto; comerciantes venidos en caravanas de muy diversos lugares. Las discusiones que de joven tuve con los sacerdotes de la sinagoga. Con lecciones oídas a mi madre y de

Yasser: No me considero más egipcio a hebreo. No me he alejado de la religión de mis mayores. Según el Deuteronomio iba, el dios de los hebreos al frente de los ejércitos israelitas y judíos. Sin pizca de humanidad aconsejaba la matanza de los enemigos: hombres, mujeres y niños, y ganado. Esto, ya sabes, Sinuatón, no es mi estilo.
Considero que los redactores de los libros sagrados han tergiversado la tradición en conveniencia de cada momento de la historia de Israel. Jamás,

Yahvé, hubo de aconsejar la violencia contra los seres que el mismo creó a su imagen y semejanza. Por esto mi posición es de mejorar, de ser bondadosos y amar al prójimo como así mismo.

- Bien lo sé; jamás aceptarías los comportamientos sangrientos contra tus semejantes. No sigues nuestra religión. No crees en Osiris. Ni adoras a Isis. A Zeus, dios griego. Tampoco adoras; a Júpiter, dios romano. De las religiones de Mesopotamia nada dices.

- No. Este no es mi destino. Los sacerdotes de todas las religiones, por mí conocidas, manipulan la historia. Crean supersticiones y magias: sojuzgan a las gentes. Se valen de las profecías; pero tergiversan las verdaderas razones que, guiaron a sus autores.

El Museo, a diferencia de la Biblioteca, tenía una amplia sala donde los más inteligentes griegos paseaban. Sostiene cada uno sus convicciones, con doctas disertaciones.
Un inmenso comedor facilita la continuidad de los asiduos estudiosos, con una sala de descanso. Baños al estilo romano. Los egipcios ocupan sus escuelas-templo, donde la enseñanza esta en manos de los sacerdotes.

Tenían un carácter propiamente religioso. Allí aprendí las disciplinas que, impartían: Además de religión egipcia, leyes del país, deberes, moral, escritura, gramática, historia, geometría, inclusive agricultura, y astrología.
En contraposición a la filosofía, dialéctica, lógica y metafísica propias de los griegos. En esos lugares me formé intensamente en religión, y humanidades.
Gran alianza concibieron entre judíos y grecorromanos.

Nace la célebre escuela judía, de cultura Judea grecorromana de Alejandría. Allí nacieron los Libros de los Macabeos, escritos en griego. Supuestamente el autor hablaba griego, siendo judío.

¿Quién era Sinuatón?
Médico experimentado y bien preparado en las escuelas alejandrinas de la salud,
Conocimos a Sinuatón, en las cercanías de Heliópolis. Eminente escriba, y profesor de la escuela alejandrina. Sinuatón, hablaba el arameo; una suerte para nosotros, gentes de Palestina, donde se hablaba más esta lengua que el hebreo.

En ocasiones el escriba es odiado por el pueblo. Se le respeta mucho. Tiene tal autoridad, que mal destino puede dar al que cae en desgracia, ante él. Los azotan en su presencia y se les exige mayor esfuerzo en el trabajo. No obstante, actúa de forma ecuánime.
La población ve con buenos ojos, las penas aplicadas; ya que consideran a la víctima merecedora de castigo.

- Hubo, -me decía Sinuatón- abusos de estos personajes que, provocaron sangrientas revueltas, en tiempos pasados.
Por el prestigio que tenían los escribas que, muchas familias, por conseguir lo mejor para sus hijos, se arruinaban sufragando los costosos cursos en las espléndidas escuelas.

-Herodoto definía a Egipto, -Sinuatón, nos dijo- un país de clima cálido y árido. La falta de lluvia, casi absoluta, en el valle era compensada por el rocío de la noche, y la brisa húmeda del río. Tiene una población relativamente escasa y concentrada en las regiones del delta y en la larga y estrecha banda cultivable del valle y las riberas del Nilo, cuya crecida anual hace fértil una tierra estéril.

Los turistas de Roma llegan atraídos por el misterio de nuestra vida, y, el concepto sagrado de la Naturaleza. Degradan y manipulan dando origen a desastres ecológicos. Profanan templos, descubren tumbas y roban verdaderos tesoros de tiempos pasados. Escandalizan, y soliviantan a los sacerdotes fieles guardianes del destino que se les ha encomendado.

Sinuatón, como todos los egipcios, era de tez oscura. Estatura baja, con rasgos donde convergían los de otras etnias africanas. Egipto en el pasado fue invadida por gran diversidad de pueblos a los cuales, en la mayoría supo atraer hacia su cultura. Israel por el contrario no admite la intromisión de culturas distintas con imágenes paganas. Se cerró al exterior.

La fisonomía de las gentes que conocí difería en gran manera de las que se extienden por occidente. Pueblos nómadas, maravillados por las riberas fructíferas del Nilo, se fueron acomodando a todo lo largo del mismo.

Asentaron en aquellas, donde iniciaron el cultivo de la tierra. En la cría del ganado.
Fueron los descendientes de los hijos de Noé, Sem y Cam. Los camitas campesinos, soportaron la maldición de Noé a Cam por no respetarle cuando estaba borracho y desnudo a la puerta de la tienda. Los semitas dirigentes. Estos fomentaron la caza consiguiendo con ella los recursos naturales para el sustento.

Domesticaron el trigo y la cebada; produjeron la cerveza, convirtiéndola en bebida nacional. Ésta sustituyó al agua, causante de graves epidemias.
Sinuatón, regentaba una escuela, donde me facilitó el ingreso. En ella se podía entrar desde los cinco a los diez años. Tenía un conocimiento muy amplio y liberal de la más hermosa época de los faraones. Basaba su saber no sólo en el pasado, sino que como sanador, ejercía lo aprendido en la Escuela-Templo de Menfis. Bien formado en el conocimiento de las enfermedades y remedios eficaces.

Estaba muy preparado para doctrinar sobre la existencia de la que un día fue dios egipcio, el Sol. Germinador de las plantas y de los seres vivos.
En Egipto los pobres se enterraban bajo las cálidas arenas del desierto líbico. Lugar considerado reino de los muertos, donde pululaban criminales y ladrones. Utilizaban sus oasis de refugio.

Deducimos de nuestras lecturas bíblicas que, Moisés partidario de Amenofis IV Akhenatón, creador del dios Atón, monoteísta. Huyó de Egipto. Hubo de esconderse, de los sacerdotes de Amón, que luchaban por restablecer a Amón, y toda su caterva de dioses menores.

Resurgió en el momento más oportuno para recrear el llamado dios de Israel. Llamó Yahvé y no Atón, por cuanto para él era la divinidad personificada, y no el dios Sol.

Tenía que presentar a su pueblo, el que entró en Egipto con los hicsos que, le seguía, un dios. Le hablará y les protegerá, si cumple sus dictados. Hechos por Moisés. Según el Deuteronomio.
- Joshua, un buen ejemplo de como los que llamáis esclavos en Egipto, siendo siervos, pronto alcanzan la consideración de libertos, lo tenemos en José, el hijo de Jacob, el que llegó a ser ministro del faraón. Vendido por sus hermanos como esclavo, así llegó a Egipto.

Pasó a siervo, cuidando de la hacienda de su amo, Putifar.
- ¿Luego no se tenían como esclavos en Egipto?
- Salvo que fueran mercenarios. Los judíos apresados con los hicsos invasores, pronto fueren convertidos en siervos o libertos.
Sinuatón tenía a su servicio un siervo de origen hitita.

Los esclavos comprados en reinos extranjeros, como el caso de José o prisioneros en las batallas, pasaban a pertenecer a un personaje de la vida de Egipto. No iban a trabajar ni a las canteras, ni al transporte de piedras, ni en el lugar de las pirámides para construirlas.

- Mercenarios libios formaron un grupo extranjero bien acogidos por los egipcios, disfrutando de todas las ventajas y privilegios concedidos. Vivieron con sus familias en el delta del Nilo; lo más fértil y florido del país.

Llegaron a constituir una dinastía de faraones, la que reinó durante más de doscientos años: Chechonk I, Osorkon I, hasta Zet y prolongadas estas dinastías hasta Bocchoris, hace unos 715 años.
Mal pago dieron al buen espíritu de los egipcios, la población de acadios, semítica, situada al oriente del Nilo.

Eligieron un faraón. Tuvieron bajo su dominio al ingenuo y creyente pueblo de mis mayores.
-Y ahora, amigo mío, nuevamente un hijo de David, se encuentra recibiendo educación de la sociedad egipcia.
- Cierto, para mí, la más equilibrada, justa y solidaria que existió, ahora, y hace miles de años.

De esto, estoy intensamente agradecido, así como de tu amistad.
Estudios en escuelas-templo.
Ingresé en la escuela de mayor nivel, pese a mis años. En vista del progreso que hacía, me consideraron uno de los alumnos aventajados. En ella impartieron nociones excelentes, que asimilé fácil y con prontitud.
Las escuelas-templo que gozaban de mayor renombre son las de Alejandría, Menfis, Tebas y Heliópolis.

A Tebas nos llevaron los sacerdotes de la Casa de la Vida de Menfis, a conocer la influencia del Valle de los Reyes; y al templo principal de la ciudad.

En mi tercera estancia, al regreso de Armenia y parte de la India, de la que pude salir pese a la insistencia que ponían los lamas para no dejarme regresar a mi país. Ingresé en la Escuela-Templo de Menfis: La Casa de la Vida, donde aprendí la ciencia que en los templos se daba sobre ideas médicas. Dificultades tuve con el aprendizaje de la escritura figurativa de signos y símbolos, pero salí airoso de la prueba.

Nos decían los mercaderes de la seda que los sédicas escribían en hojas de bambú.
A la escuela de Sinuatón, en mis primeros años, llevamos arcilla, trozos de piedra blanca y otros materiales, sobre los que una y otra vez practicamos los difíciles signos.

De igual manera estudié la escritura popular, llamada demótica. Ésta me fue más fácil, dentro de los escollos que encontramos, en particular los extranjeros. Teníamos que, hacernos con el soporte para la práctica.
El papiro para el aprendizaje, nos estaba limitado, dado lo caro que resultaba, al no poder borrar e iniciar nuevamente el grabado.
Hubo quien tenía pedazos de pergamino y pieles de animales.

El pergamino aventajaba al papiro, en cuanto se podía borrar lo escrito y volver a fijar encima. No daba este soporte garantías de la veracidad de lo estampado, cuyos copistas podían tergiversar a su capricho.

Los rollos de papiro garantizan la veracidad de lo narrado, de las historias y sucesos recogidos por la tradición.
Las hojas de pergamino no pueden enrollarse como las de `papiro. Han de formar libros con duración ilimitada.

Al terminar de formarme en la tercera etapa (segunda época) de mi permanencia en Egipto, renuncié al nombramiento de escriba. Me ofreció, Sinuatón, quien me trataba con el cariño de padre o hermano.

La vivienda.

Poco a poco fuimos entrando en la dieta de las carnes: de ovejas, bueyes y aves de caza, si bien lo hacíamos de tarde en tarde. Me satisfacía mucho más alimentarme de plantas y frutos del campo.
En tiempos atávicos el fuego les animó a seguir cazando, pues las carnes asadas eran más sabrosas.
También acudíamos a las fiestas saturnales que se realizaban en determinadas zonas habitadas por griegos y romanos.

Recuerdo de mi primera llegada a Egipto, cuando por las orillas del Nilo, en dirección a Menfis, hicimos un alto; aconsejados por amables descendientes hebreos. Pernoctamos allí varias noches, desde que marchamos de la casa de la viuda en Jereoke. Yasser, construía con gran resignación y habilidad, ayudado por mi madre, la casa donde teníamos que cobijarnos.
La ley del Levirato ya existía entre los asirios y los jeteos: Su finalidad es perpetuar la descendencia de la familia en el desarrollo demográfico como en el caso de Israel. Aseguraba la estabilidad del patrimonio.

Dijo Sinuatón, cuando tratamos este asunto:
- Díme, Joshua, ¿qué es eso del levirato...
- Verás -le interrumpí-, quien no cumpliera con la obligación de casarse con la viuda de su hermano, se veía en la necesidad de seguir el procedimiento previsto en el Deuteronomio 25, 5. Busquemos ese versículo y leamos. Aquí, Sinuatón. Te ruego lo leas, tú entiendes mejor lo escrito en griego.
- Los ancianos de la ciudad, le llamarán y le hablarán. Si persiste en su negativa, diciendo: No quiero tomarla por mujer, la cuñada se acercará a él, y en presencia de los ancianos, le quitará la sandalia del pie, y escupiéndole en la cara, dirá:
- Esto se hace con el hombre que no reedifica la casa de su hermano. Y su casa en Israel será llamada la casa del descalzo.
Dice el Génesis en 38,8:
- Entonces dijo Judá a Onán: Entra a la mujer de tu hermano, cumple con ella tu deber de cuñado y suscita descendencia a tu hermano.
Sabía Onán que los hijos no serían suyos, y cada vez que entraba a la mujer de su hermano derramaba en tierra el semen para no dar hijos a su hermano. Desagradó a Yahvé lo que hacía y le hizo morir.
Sinuatón preceptor mío, sin saber yo por qué, ni que fuera un próximo rey de los israelitas, a quien servir. Con ese motivo, más de una vez, se burló jocosamente de mí.
No muy lejos, contemplé, guiado por la formación cultural que sobre ello posee mi amigo, la estatua tumbada del faraón Ramsés II, de piedra caliza cristalizada y la Esfinge monolítica de alabastro.
Un paso más y nos adentramos en el desierto occidental, líbico. Admiramos los monumentos funerarios de Menfis, destacando un conjunto de Zoser, con la pirámide escalonada, y tumbas muy diseminadas por toda la necrópolis.
Me dice, Sinuatón, que, lejos en el Alto Nilo, cerca de una población del territorio que se extiende hasta la primera catarata del río, hay infinidad de pirámides, más de 500 y otras muchas enterradas por las arenas. Las pirámides además de ser tumbas reales de los faraones, fueron al mismo tiempo panteones, que se elevan hacia el cielo imitando a la montaña, a la cual toman por modelo.

Esclavos en la actualidad no existen, ni existieron, como puedes ver. La construcción de tales edificios, aprovecha las épocas de las inundaciones.

Cesan las labores del campo, y reclutan miles de egipcios para trabajar en las pirámides. Y sólo egipcios, por considerar como un patrimonio exclusivo del pueblo. Las pirámides se construyeron mil años antes de la llegada a Egipto de José ben Jacob, y no es cierto que de ellas hicieran los almacenes para el trigo.

- No serán esclavos pero sí siervos al servicio irrenunciable de sus amos, sin libertad para ordenar sus vidas.

- Admite que como máximo, son prisioneros de guerra que con el tiempo se hacen libertos. Sin duda tus compatriotas libertos, como campesinos, tomaron parte en la construcción de las pirámides y demás monumentos junto con el resto de los egipcios, en iguales condiciones.

Te aseguro que de esclavos nada.
- Los israelitas participaron en Persia, en la construcción de los monumentos mortuorios del rey Jerjes I. Hizo buen servicio del conocimiento de nuestros maravillosos arquitectos. Y trabajadores especializados en las pirámides. Monumentos escarbados en las rocas de Persia a imitación de las grandes obras de nuestros faraones.

- Me admiro de la enorme organización que tienen los ingenieros constructores de tales maravillas. La disciplina que hubo de existir. La justeza de las órdenes dadas, Transmitidas a diez mil obreros, cada turno, para ajustar todos los trabajos a la realización de la obra, en el menor tiempo posible.

- Los trabajos iniciados tenían de concluirse, antes del tiempo que los campesinos son imprescindibles en el campo. Cuidar la cosecha, como riqueza a base de la cual podían los faraones enorgullecerse de la suntuosidad de su reino, -dijo Matasiel.
- Quien dirigiera las obras de este tipo, con tanto obrero, escribas y funcionarios del faraón, es un verdadero genio. No sólo de la técnica constructiva y matemática para el cálculo correcto del diseño de la pirámide, tumba o monumento.

Además, la cantidad de materiales precisos y en el orden correcto. Ni Alejandro el Grande sería capaz de mover ejércitos tan numerosos en espacios tan reducidos, y en el tiempo impuesto por la época de las inundaciones del Nilo.
- Sin duda participaron varios ingenieros, constructores, por el tiempo invertido en cada obra.
- Varios debieron ser quienes ajustaron los estudios previos para su realización, al término de ella.
- Es una de las maravillas que nos sorprende en Egipto.
- Con la llegada de los romanos se inició la existencia de esclavos en Egipto. Venden y compran como el ganado, hombres, mujeres y niños.
- Es una costumbre de Roma, -dijo Matasiel- que nos han importado.

El esclavo sufre en su alma, si no en su carne, por poco que tenga una vaga conciencia de su cualidad de humano. Al verse rebajado al estado de animal, privado de toda esperanza de un porvenir mejor y de afectos. Su espíritu se subleva. El caso típico en Roma fue la sublevación de esclavos dirigidos por Espartaco, contra el régimen de vida a que se veían sometidos.

Unos años después.

Ahora distanciados por los años transcurridos de aquellos maravillosos días de la juventud, es hermoso recordar que, en las islas cercanas a las costas se instalaban magníficas casas de campo.

Predominan bonitos edificios, en los que resaltan los campos cultivados, con esplendorosos jardines. La higuera con sus higos, y la vid de parra colgando sus relucientes racimos de uvas, así como las cepas de extensos viñedos, se acercaban hasta la costa. Un vino voluptuoso; no tan pesado como el nuestro, y el de Asia Menor.

- En uno de ellos encontré dos hermosos olivos traídos del monte de los Olivos, de mi tierra.
El litoral surgía bello con sus fértiles campiñas. Allí crecen los papiros como en el resto de las orillas del Nilo, y en competición las alubias egipcias.

Contemplé la recolección de higos. Se valen de primates, llamados babuinos. Es una delicia contemplar la maestría con la que arrancan los higos de lo más alto del árbol. Rápidos bajan a entregar a sus amos.
Se formaban excursiones de parejas de la alta sociedad. Retozaban a sus anchas; en tanto los siervos y el trabajador egipcio veían ensimismados lo fácil que para unos es disfrutar de los bienes naturales.
Qué bonito es leer en la Biblia, que una princesa egipcia recoge del río la cesta.

En ella un niño muy bonito la mira con hermosos ojos suplicantes, a la hija del faraón. Lo cuidará hasta rebasar su mayoría de edad. Es el interlocutor con Dios en años venideros: Moisés. Todo esto queda difuminado cuando nos enteramos que en Egipto no hay documento alguno que trate de esta leyenda.

- Un remanso de aguas limpias, como un tamiz formaba los nenúfares con sus hojas enteras casi redondas. Flotaban en la superficie del agua, las flores amarillas y blancas.

Alternaban en un caprichoso cedazo, los papiros de tallos triangulares y sin nudos que invitaban al regocijo de las bañistas. El ramaje de diversas plantas que formaban un filtro natural donde las princesas y su grupo de favoritas sumergían sus cuerpos: delicados como tiernas amapolas.

- Era el lugar delicioso de baño en el Nilo, donde acostumbraban las princesas ir, rodeadas de sus mejores sirvientas.

Las Clases Médicas.

Nuestra conversación entre Sinuatón, Matasiel y yo, era fluida. Alternábamos ideas de continuo, con intervención en parte de Matasiel, sobre la situación religiosa de Egipto. En un momento me dijo, Sinuatón:
- Roma, pese a ser la nación triunfante asimiló la cultura egipcia.

Constituyeron una simbiosis perfecta, de culturas.
En el Templo de Sexhet los romanos se apropiaron de las doctrinas seguidas por los mejores investigadores grecorromanos del Museo. Eratóstenes contribuyó a la fundación de la Biblioteca alejandrina y con Aristarco, defensor de la concepción heliocéntrica del cosmos.
Fue Hiparco astrónomo, quien estableció el primer catálogo estelar.

Tolomeo, con los conceptos de la astronomía dominaron el saber cósmico durante muchos años; y aún hoy.
Los hubo que se apropiaron de conocimientos salidos de la "Casa de la Vida" del Templo-Escuela de Alejandría.

Filón, determinó la circunferencia de la Tierra; su distancia al Sol, y de la Luna.
Clasificaron un elevado número de estrellas. Hicieron mella en los pensamientos que nuestros sacerdotes tenían de los dioses.
- Los cultos y ritos a sus dioses continúan en toda la ribera del Nilo, aún hoy.

En la fachada de la Biblioteca figuran esos sabios, como honrosos directores y hombres del saber, cooperantes en el auge de la misma.
En las fuentes del saber de la escuela alejandrina, toma parte un tal Herón nacido en la ciudad, de familia greco egipcia, con amplios conocimientos matemáticos.

Las discusiones con sus razonamientos tan convincentes del Logos y del Verbo, del ser o no ser. Manifestaban, enriquecen nuestras creencias. En la justicia. Rechazamos la caridad y la misericordia, como artilugios para no solidarizarnos con nuestros semejantes.

La cultura, la religión y la organización de los templos han sido respetadas en todos los tiempos por los diversos invasores. Últimamente por los Tolomeos y romanos.
- Roma es más respetuosa que Grecia con la idiosincrasia egipcia.

Sinuatón por orientarme en mi futuro estudiantil, me dijo:
- Las clases en la Escuela alejandrina de gran prestigio universal, consisten en cuatro tratados de disección.
Completan la formación práctica de quienes somos diplomados en medicina, y cirugía.
El primer ciclo, sólo incluye un curso con enseñanzas de medicina y religión para principiantes.

El compendio entero sirve de base para que muchos de los alumnos tomen conciencia de su futura profesión. Los sacerdotes del Templo aprovechan la ocasión para elegir entre todos los que pueden seguir el sacerdocio.

Al término del curso se les eleva a la categoría de sacerdotes de tercera, sin más obligación que, la de acudir en determinados días a ungir y limpiar debidamente al dios local. Su imagen guardan en el lugar sagrado más recóndito del edificio. Este lugar sagrado no puede hollar ningún profano.
El segundo ciclo fisiológico, dividido en tres cursos, anuales: para el estudio del hombre en estado de salud; otro patológico en el cual se analizan las enfermedades, y el tercero terapéutico, cuya teoría iniciábamos en el Museo y continuábamos, para finalizar en el Templo, en la Casa de la Muerte o Casa de Embalsamar donde continuábamos las clases prácticas de disección.

Todavía hoy se mantienen los míticos lagos llamados de Uadi Natrún.

Los fondos de los mismos están cubiertos por depósitos salinos. En ellos se encuentra el natrón. Muy utilizado, para el embalsamiento de cadáveres, y en medicina. Con este procedimiento conocemos bien la dirección de los huesos.

En uno de los papiros nos informan como alinear los huesos rotos; los músculos, los tubos de la sangre, así como de los nervios. En esos mismos papiros nos enseñan la forma de tomar el pulso de la muñeca para comprobar el buen funcionamiento del corazón; y la norma de estrangular la herida para evitar las hemorragias.

Esa forma de comprimir se ha desarrollado para evitar que por los tubos de la sangre se desangre el cuerpo.
Dice el tratado:
- En primer lugar debes conocer la estructura anatómica del esqueleto. Cómo está constituido pues, esto resulta muy importante para muchas enfermedades.

La investigación, no se practica en Egipto desde años antes de Alejandro el macedonio. Ha quedado reducido el conocimiento de la estructura humana a las Casas de la Muerte, que junto con las Casas de la Vida ocupan un lugar dentro de los Templos con actuaciones secretas.

Retrasó el conocimiento científico. No cooperaron con los más relumbrantes hombres del saber de Alejandría. Hasta muy entrada la gobernación romana.
Las clases en estas escuelas son impartidas en el primer ciclo por los sacerdotes sanadores. Los cuatro cursos son preparados en la Casa de la Vida del Templo de la ciudad, y los restantes en los centros instalados en el Museo bajo la dirección de insignes profesores egipcios helenizados.

Dieron clases de muy diversas formas de tratar las enfermedades. Para el dolor de cabeza usamos una infusión de hojas de saúco. Del saúco extraemos unas sales de resultados eficaces; pero que han de tomarse con cautela pues dañan el estómago.

(Nota del autor. Es el ácido salicílico, que hoy se conoce como aspirina. Al suprimir el daño al estómago mediante la unión del acetil: ácido acetilsalicílico).

La estancia en la Casa de Embalsamar me resulta desagradable. Hay cadáveres por todos los veladores sobre los que se encuentran trabajando en conseguir extraer de sus entrañas los intestinos y las vísceras.

El corazón les divierte separar para contemplar y hacer con él, bromas pesadas: Lo lavan e introducen de nuevo en el cadáver. Las restantes vísceras después de limpias las meten en unos vasos que llaman canopes. El escriba marca con una pluma entintada la raya que han de seguir los embalsamadores para proceder a cortar el vientre.
Ligadura de tubos de la sangre para el control de las hemorragias. Operación para la extracción de cálculos que impiden el acto de la micción.

Reducción de hernias. Sinuatón, abre un ojo al cadáver y nos indica el lugar a pinchar con agujas en Él, para reducir el endurecimiento del mismo, causa de la ceguera.

Nos da lecciones de posibles errores de los médicos o familiares que se precipitan en mandar a la Casa de Embalsamamiento a quienes tienen por muertos. Los hay que suelen ser reanimados en el último momento.
Una conmoción de la cabeza en estado de parálisis súbita y extensa de las funciones cerebrales como consecuencia de un traumatismo, o pérdida de conciencia y sensibilidad motivada por alguna enfermedad.
Recuerdo la desenvoltura con que nos indicaba la forma de llevar a cabo la incisión.

Necesaria para sacar algún cuerpo extraño incrustado en el tubo respiratorio. O ayudaba con una sonda a la respiración. Explicaba la mejor forma de entablillar un miembro para reducir fracturas o dislocaciones.

Tomábamos buena nota. Lo asimilado, teníamos que responder ante el sacerdote.
Quien promociona para sacerdotes sanadores de primera, llevan bastante tiempo en la Casa de la Vida En su mayoría destinan al cuidado del faraón y sus familiares, y al servicio de nomarcas a lo largo de la ribera del Nilo.

O de algún dignatario del reino. Los jóvenes ambicionan convertirse en servidores de los dioses locales. Llevan la cabeza totalmente pelada y circuncisos, como los sacerdotes del Templo.

Usan una túnica blanca; en tanto nosotros utilizamos las ropas que en nuestra casa pueden facilitarnos. Yo iba siempre muy pulcro y vestido con decencia gracias a mi madre. Se desvivía por presentarme como un israelita digno. Esperaba las ocasiones para recordarme mi origen:
- Hijo: eres un descendiente del rey David.

En Alejandría cuando estaba sólo me arreglaba bien. Tenía no obstante, la ayuda de la mujer de Sinuatón, que me apreciaba tanto como éste. Me tenía la ropa limpia, el calzado adecuado, la ropa interior bien cuidada. Y en particular todos los días pasaba revista a mi persona. Sin cuya venia no podía salir de casa.

Los alumnos en su mayoría seguían la costumbre de tiempos pasados para recibir la iniciación del sacerdocio. Los alumnos comían y dormían sobre las losas frías del Templo.

Gracias a la intervención de mi mecenas, me dispensaron de ingresar como interno; pero no me perdonaron los días que me tocaba velar al dios local.
Quedaba en esa fecha todo el día y la noche al servicio de Osiris.

Su contacto me producía escalofríos, aparte de la atención que debía de tener con otros dioses locales.

Sinuatón, consiguió, me dispensaran de las clases de religión para la iniciación del sacerdocio. Igual que los demás tenía que recibir lecciones elementales de religión, geometría, aritmética, conocimientos de plantas y de animales entre las clases principales.

El acto de circuncidar, lo llevaba a buen término el escriba del Templo, con la presencia del sacerdote de turno. El corte del prepucio a quienes no estaban circuncidados como yo, fuyó, por ser costumbre entre los hebreos, en Egipto, y en otros tiempos, como medida higiénica.

Los israelitas que convivían en lugares ocupados por los griegos, en Alejandría, se tapaban el pene, valiéndose de mil artilugios a cuál más extravagante por evitar ser descubiertos como circuncisos.

En Asiria se valían de la compresión prolongada de las venas del cuello para realizar la circuncisión.
No me ocultaba. Bien a las claras que estaba circuncidado.

Una vez empapada l esponja soporífera de opio, beleño, jugo de mora y de lechuga, mandrágora y hiedra, procedía el sanador a cortar el prepucio del paciente, que dejaba circunciso.

A mí nunca se me ocurrió aplicar por lo complicado en hacerse, con todos los ingredientes recomendados. La raíz de la mandrágora comprobé tenía una figura semejante a la imagen del hombre: Es una hierba sin tallo con muchas hojas muy grandes y ovaladas, rugosas de color verde oscuro.

Muy hediondas y no deben de tocarse, dicen mis amigos los egipcios, por el peligro de que intoxique a uno y le produzca la muerte. Tiene un fruto semejante a una manzana y por cierto hay beduinos que los comen sin que les ocurra nada misterioso.
Es un estupendo narcótico con diversas formas de preparar su cocimiento; incluso hirviéndola en vino para obtener el vino de mandrágora de muy amplia aceptación entre los sanadores.

La serie de fábulas y cuentos supersticiosos que sobre la planta dicen, no acepto. Sus propiedades son parecidas a las del beleño y belladona. Similares al ajo, y, la cebolla por sus propiedades curativas:

Es purgante por vía bucal. Paraliza el sistema cerebral y dilata las venas. Provoca diarreas, vómitos y cólicos violentos administrada con exceso. Llega hasta inflamar los riñones y provoca la micción con excitaciones nerviosas. Provoca parálisis y muerte.

Debe usarse con cautela, en tintura alcohólica como sedante. Suprime los espasmos y contracciones musculares debidas a enfriamientos. Se usa mucho contra las serpientes.

Completaban las clases con lecciones de papiros médicos en los que se recomendaba el ácido tánico para las quemaduras y el aceite de ricino para el estreñimiento.
Aconsejaban para los enfermos dietas, ayuno, masajes e hipnotismos especiales. Era difícil aprender si no te sometías a un aprendizaje exhaustivo como fue mi caso. Hubo compañeros que jamás consiguieron hipnotizar; ni a un perro con lo fácil que a mí me resulta.

Después de circunciso se le consideraba iniciado y pasaban a ser adultos con todos los atributos responsables, que ello conlleva.

Imhotep.
La religión egipcia se formó y enriqueció con el comportamiento heroico de ciertos personajes. Por sus cualidades merecían ser recordados.

Era la forma del pueblo egipcio en hacerles homenaje. Así los elevaban a la categoría de dioses, como es el caso de Imhotep gran médico, letrado, erudito y arquitecto, de hace más de 2700 años. A él acudían personas de todas partes del mundo para que los tratara.

No sólo acudían de Egipto y Nubia, pues su fama como sanador se había extendido más allá de las fronteras.

Cuando leía sus historias grabadas en el templo y en papiros en la Biblioteca, de como llegaban a adorarle como un dios, me entusiasmaba que mil quinientos años antes de Buda ya existía un ser humano capaz de respetar al prójimo; en desvelarse por la salud de sus semejantes, en atender sin interés a quien lo necesitaba; en no poner trabas entre los suyos y los de razas distintas. Un ser excepcional sobre el que fijé mi atención y procuré asimilar su conducta. Los enfermos iban en gran número a los templos, en cuyo honor tenían erigidos; adoraban las estatuas de Imhotep con la esperanza de que los curase de sus dolencias.

Lejanas épocas aquellas en que los egipcios creían que cada parte del cuerpo estaba bajo la protección de un díos. Hoy no tienen cabida muchos de los conceptos de la antigüedad.

Los romanos poco formados culturalmente acuden a sus dioses para contar sus cuitas. Cuando alguien enferma intenta curarse mediante la oración, ofrenda y sacrificios al díos que la parte del cuerpo doliente corresponda.

Los egipcios ponen pan mohoso en las heridas. El moho contiene alguna sustancia que favorece la curación de heridas no sólo externas, también las que pueda sufrir en el interior del cuerpo. Toman el agua de ese pan mohoso en infusión.

Sinuatón, me decía que, muchas enfermedades del cuerpo son heridas que hayan sufrido sus partes internas. Unas por intoxicaciones con alimentos en malas condiciones. Otras por introducción de sustancias que, dañan el estómago, los intestinos y otras partes.

Un bolso médico llevaba, Sinuatón, en sus visitas facultativas. Contenía en su interior hojas de amapola. Estaban prontas para ser puestas en infusión.

Entre otros bulbos, el ajo facilitaban los antiguos arquitectos egipcios a los trabajadores de las pirámides. Los mantenía con salud; así como en los ritos religiosos de embalsamamientos, y, en el cuidado de los enfermos de la piel.

Del dolor nunca nos explicó, el escriba de la Casa de la Vida, el medio de evitarlo en los enfermos que fuéramos a intervenir quirúrgicamente. El sacerdote del Templo de Menfis, nos aconsejó usáramos alcohol, vino de mandrágora y opio con fines anestésicos; la esponja soporífera para casos rebeldes o que la operación tuviera que durar más de lo normal.

En la Casa de la Vida ejercitábamos con los pobres que, acudían para curarlos. No se les cobraba nada, pero sin ellos querer apreciarlo servían para comprobar la administración de productos, que adormecieran en las operaciones quirúrgicas. Confiaban en los médicos de los Templos.

Algunos se quejaban de fuertes dolores de cabeza y de falta de sueño. Estos manifestaban sufrir desvanecimientos. El cirujano de la Casa de la Vida, estando yo, organizó una clase de su especialidad para que se aprovechara la operación que iba a ejecutar, como clase quirúrgica. Acudieron unos diez alumnos que estábamos en el segundo ciclo.

La operación era inevitable dado el estado avanzado del mal que, sufría el paciente.
Estaba sobre una losa cubierto todo el cuerpo con ropas bastas de lino del lugar. Fue llevado a la mesa de operaciones con un sencillo delantal de trabajo. Sin ninguna otra prenda encima. El cirujano pidió fuera cubierto el cuerpo con un paño para evitar le salpicara la sangre.

Le rasuró completamente la cabeza, insistió que la limpieza era lo que más deberíamos tener en cuenta. Le lavó acto seguido el cuero cabelludo con una infusión de hierbas, decía, para evitar infecciones.

Comprendimos lo importante de esa limpieza así como el cuidado higiénico de las heridas abiertas al exterior. Siempre precisan dejar libres de impurezas extrañas que, puedan empeorarlas y eviten cicatrizar.
Sinuatón, insistía me lavara las manos cuando fuese a reconocer, palpar y tocar al paciente o algo de él; y después de haberle reconocido.

Que jamás se me ocurriese tocar a una parturienta después de haber estado palpando a un cadáver; provocaría en ella un mal irremediable.
Acto seguido el cirujano tomando los instrumentos previamente purificados en el fuego sagrado del Templo de Amón y con la venia de los dioses protectores de la cabeza del hombre, le trepanó los huesos del cráneo.

Siguió una raya que con anterioridad, había marcado con tinta.
El grito que el infeliz lanzó fue descomunal; nos asustamos los alumnos; pero el cirujano insistió que al enfermo no se le debía hacer mucho caso por los quejidos. No se puede interrumpir la operación.
El infeliz ya ni sentía ni padecía: El mal trago ya había pasado, -nos indicó el cirujano. En realidad estaba drogado.
- Ved como opina Celso, -nos dijo- sobre el comportamiento del cirujano. Leo: "Los gritos no le perturban; no debe precipitarse ni rajar menos de lo debido, sino actuar como si no escuchara los gemidos de su paciente".

No obstante, acto seguido procedió a darle un largo trago de vino con mirra y anestesió con vino de mandrágora quedando el pobre adormecido totalmente. Le abrió la cabeza y le extrajo un bulto de carne como una nuez.

Nos dijo que eso era la causa de sus desvanecimientos. No dejaba funcionar bien los canales de sangre que circulaban por la cabeza.

Nuestro ilustre doctor helenizado comparaba el atasco cerebral del paciente con el taponamiento que pudiera producirse en la bifurcación del Nilo.

Evitaría el paso del agua por los canales de riego: Enfermarían los campos, al carecer de agua. La cabeza privada de líquidos transportados por la sangre moriría.

Este ejemplo lo entendimos muy bien. La lección nos resultó provechosa.
Más tarde supimos que el enfermo recuperó la conciencia. Estaba como un beodo después de una noche tenebrosa de holgorio.

Procuraba recordar, el tiempo que actué como ayudante de Sinuatón, las distintas calificaciones del diagnóstico: hemorragia, trastornos en los nacimientos frustrados, hernia inguinal, fractura de un hueso, mal sagrado con sus violentas convulsiones; endurecimiento del ojo que obstruía la visión; herida de la clase que fuera, y otras que aprendí en la Escuela.

Llevé a cabo, -me dijo Sinuatón- en la mujer joven una "exploración" exhaustiva. Has observado, fue basada en el interrogatorio al paciente. También pregunté a su marido y familiares. De haber sido otro el mal, interrogaría a conocidos del suceso; o del entorno; inspeccioné, palpé y observé el vientre de la muchacha. En otro caso debes de comprobar sus movimientos, lo cual harás siempre que la lesión quede bajo la responsabilidad de quien vaya a intervenir quirúrgicamente. Oíste como emití el diagnóstico procurando ajustarle al sentido común.

- Recuerdo, -le dije- las enseñanzas recibidas, durante mis estudios. Te oí cuando decías al marido y a los padres de la joven: Conozco la enfermedad que trataré.
- Fórmula empírica seguida por todos los sanadores y sacerdotes desde los tiempos de los faraones.

- De ser difícil el mal hubiera dicho: Una enfermedad contra la cual lucharé.
- No te olvides, Joshua, que en caso de no conocer bien la enfermedad, o ser incurable con tus medios, debes decir a la familia:

Una enfermedad contra la cual no se puede hacer nada, en cuyo caso debes recomendar un cirujano en quien tengas confianza y especialista del mal diagnosticado. Sólo en casos muy extremos, debes aconsejar vayan preparándose para ocupar su tumba y que el sacerdote inicie los trámites de embalsamamiento adecuados.

Los faraones en el cenit de su vida aprovechaban el tiempo que les quedaba para ultimar la tumba. Hubo casos que la muerte del faraón, no dio tiempo para terminar la construcción de su propia tumba.
- Hubo sanadores, -según inscripciones funerarias- al servicio de los faraones que, fueron duramente castigados. Realizaron una trepanación sin éxito, -informó Matasiel.
- En la actualidad no se siguen las sentencias bárbaras; ni nunca se siguieron en Egipto.

- En Palestina tampoco las que recomienda el Deuteronomio: "vida por vida, diente por diente y ojo por ojo", -dije yo.
- En Egipto ni aún en épocas de la invasión de los hititas, hicsos y gentes procedentes de Mesopotamia en el tiempo que reinaba en este territorio Hammurabi, hace muchos años, -afirmó Matasiel.
El código que tenían, conservado de este rey en la Biblioteca de Alejandría dice:

- Si un cirujano lleva a cabo una operación de importancia en un señor con una lanceta de bronce y salva la vida del señor, o abrió la cuenca de un ojo de un señor con lanceta de bronce, y salvó la vida del señor, recibirá diez siclos de plata.

Si un cirujano llevó a cabo una operación de importancia a un señor con una lanceta de bronce y causó la muerte del señor, o abrió la cuenca del ojo de un señor y destruyó el ojo del señor, se le amputará la mano.

En la época mesopotámica no se valoró el trabajo libre de los sanadores, por estas medidas tan drásticas y fuera de sentido común.
Si el enfermo es miembro de la plebe recibirá cinco siclos.
Si es esclavo de un señor, el dueño del esclavo dará dos siclos de plata al cirujano.

Así valoraban al esclavo en Mesopotamia en tiempos de Hammurabi hace 1750 años.
Las lancetas de bronce han sido sustituidas por instrumental cortante de hierro, que da mejores resultados.
En Egipto los sanadores actuaban en su mayoría al servicio de los templos quienes corren con los correspondientes gastos. Incluso los pobres se protegían en ellos.
La sociedad egipcia en todas las épocas, ha sido más ecuánime: Valoraban como en la actualidad el esfuerzo que el médico realiza.

Solamente recibí principios de magia de sanadores del templo de Menphis.
Me decían estos: si a un enfermo le aseguras con tu prestigio reconocido de médico, que vas a curarle, un tanto bastante grande tus palabras tiene algo de magia. El enfermo mejora.

No se deben hacer suturas, ni poner cintas adhesivas para aproximar las heridas de tejidos blandos, ni en ellos el entablillado o las vendas y evitar apósitos no conocidos debidamente.

En las heridas abiertas al exterior aconsejaban poner sobre ellas un apósito de carne fresca. Mantenía durante un día con fines hemostáticos. Con la posibilidad de aplicar calmantes y protectores. El uso del frío y del calor hay que hacer uso de ellos, con criterios sólidos.

El frío, el alcohol y el líquido extraído de una planta de sabor amargo y de olor característico usábamos como medios para inhibir el dolor en procedimientos quirúrgicos. Mas tarde supe por los mercaderes que los indios usaban, en las riberas del Indo, el beleño negro y el cáñamo para anestesiar a los pacientes.

Los griegos se valían de una planta llamada nepente; con ella confeccionan un vino, así como usaban el de mandrágora. Asegura Herodoto en sus escritos que, los escitas inhalaban vapores de una variedad de cáñamo procedente de la India, para conseguir una situación de excitación mental tras la que se producía el sueño.

Figuraban en las enseñanzas de la Escuela de Alejandría, conocimientos de sabios de trescientos años antes de mi nacimiento.

- No se te olvide, Joshua, que también Platón y Aristóteles rechazaron, con malas artes, los libros de aquellos pensadores griegos, -me dijo un sacerdote- y ordenaron quemarlos.
- ¿Qué motivo les impulsó a destruir anotaciones de quienes podían ser sus maestros en Filosofía? -pregunté.

- Leucipo en particular, maestro de Demócrito, negaba la existencia de los dioses.
- Sé que aseguraban era el alma un cúmulo de átomos que vibran al unísono de los átomos de los sentidos, y estos de los de las sustancias que tocan.
Díganme las sensaciones que llegaban a transmitir vibrando los átomos de la sangre en el alma de estos infelices. Llegaría un momento que se sentían desvanecer.

Para despertar a los adormecidos con estos productos se utilizan otros volátiles de olor penetrante como el ajo, el alcohol y vinagre.
Recuerdo el día que nos acercamos a Menfis a instancia de un sacerdote del Templo de la ciudad: Pidió con avidez curásemos a un paciente que tenía un bulto en una ingle. Sinuatón, después de examinarle, diagnosticó: "Relajamiento muscular" y me explicaba:

Al poner la faja hay que saber como proteger las partes genitales de la mujer pasándola por entre los muslos y luego anudando. ¿Dónde te parece, Joshua?
Con ignorancia supina contesté:
- Sobre los muslos.
- No, no. Ha de anudarse sobre la cadera de lo contrario la faja al ponerse de pie la muchacha se deslizaría.
- ¡Ah!, -Dije.
Después de lavarnos las manos con meticulosidad le pregunté:
- ¿A causa de qué debo lavarme las manos?

- El ayudante de medicina y magia debe seguir los pasos del médico al cual sirve y del cual aprende a mantener la salud con medidas preventivas. Siempre debes aconsejar a tus parientes y amigos se laven el cuerpo en particular la cara, la boca y los dientes todas las mañanas. La higiene mental y del cuerpo son los fundamentos de la salud.

Cuídalos siempre en ti, en tu familia y tus discípulos.
Me llegó a intrigar cuando en aquellos días ya hablaba de mis discípulos. A cuento de qué podía profetizar mi futuro. Y, sin embargo, acertó y muchos fueron los que me siguieron.

Hemos leído en pergaminos conservados con cuidado que, los médicos griegos, sobre todos Hipócrates con su juramento y otro gran diseñador de plantas también compatriota suyo utilizaron en sus obras maestras de medicina y remedios con hierbas, términos de antiguos médicos egipcios.

- Así es. Al parecer la medicina griega está en su apogeo merced a la egipcia que fue su maestra.
- Son de todo punto imprescindible hoy día para el conocimiento de la medicina.
- En la antigüedad las fórmulas mágicas que se usaban para curar a los enfermos carecían de rigor científico.
- En el momento actual y gracias a la difusión llevada a cabo por los Tolomeos, quienes helenizaron con profundidad zonas del Bajo Egipto. Dieron un paso muy importante en diversos métodos quirúrgicos transferidos de siglos atrás.
- ¿Prácticas operativas de las que supieron beneficiarse los grecorromanos?

- Tal es el caso, Joshua, de la trepanación de cabeza, la cura de ciegos, resolución de hernias, y, otras. Los griegos llamaron cirugía: de Cheiréron que quiere decir realmente "mano obra", la propia del cirujano.
- Acaso se favorecían sólo los dignatarios de Egipto.
- No. Los conocimientos difundidos desde tiempos atávicos para el cuidado del cuerpo humano, no sólo favorecían a los faraones, sacerdotes y grandes señores. De los secretos muy bien guardados en las "Casas de la Vida.

El pueblo, era el depositario principal,-dijo Sinuatón.
- ¿Los sanadores mágicos son sacerdotes salidos?, -pregunté.
- Si y te aseguro que, también los pobres y esclavos tienen acceso a aquellos lugares sagrados, para ser atendidos por los sanadores.

- ¿Y los ricos?
- Los que tienen asignados siervos, egoístamente les interesaba recurrir con ellos a los sacerdotes sanadores. Se atendía la salud, de forma gratuita, de todo aquél que acudiera al Templo.

Sinuatón, me enseñó todos los procedimientos en la práctica y que con anterioridad habíamos estudiado en la Escuela-Templo de Alejandría. Así repetimos una y otra vez ciertos términos mágicos.

Aseguraba convencido que daban gran resultado.
- Los médicos egipcios también atendemos la curación de animales. Reúnen las mismas condiciones indispensables para sobrevivir. Nosotros realizamos como ellos las funciones fundamentales, para las cuales fuimos creados: nacemos, reproducimos y morimos.

- Me recuerdas, Sinuatón, que los primeros hombres que caminaron por los bosques y se refugiaron en cuevas. Imitaron para sus curaciones los comportamientos instintivos de los animales.

Me instruí de esta forma y con tal pensamiento. Ya no eran aquellas bobadas de niño. Ya no sugestionaba a los compañeros para que vieran volar a los pájaros, hechos con barro.
La cosa llegaba a considerarme un médico mago capaz de resucitar a los muertos. Mejor dicho a quienes sufrían de un letargo profundo, y la vecindad tenía por muerto.
Los desvanecimientos, en las escuelas, se insisten mucho y la enseñanza es exhaustiva, para evitar tan graves consecuencias.
Se recomienda en la actualidad que no sean prematuras las inhumaciones. Han de recibir el visto bueno del escriba y sanador al servicio de la Casa de la Muerte.

Característica de esta falsa situación es la inmovilidad y por lo imperceptible de la respiración y la circulación de la sangre.
Significa un fracaso en el transcurso de los años y sigue dándose, en lugares muy apartados de la civilización. No debe interpretarse como muerte la embriaguez, la pérdida de conciencia en estado inerte, insensibilidad en los cuales sigue latiendo el corazón, y otros casos parecidos.

- A muchas personas -nos dijo- evité la tumba cuando tenía que preparar el cadáver para embalsamarlo. Estaba vivo con respuestas vitales. Escriba que fallara en este menester, y no apreciara la muerte real, degollaba vivo al presunto muerto, por ser incapaz de reconocerlo con vida.

Debes de apreciar que no está muerto, pese a todas las apariencias. Estáte seguro que el cerebro de cada uno de ellos tiene vida. Las venas del cuello se mueven, aunque muy débilmente, al tacto.

Primero vigila que la cabeza recibe las sustancias fundamentales a través de la sangre. Conocerás por sus palpitaciones y reacciones. Con dos palabras que digas y esperes, el supuesto muerto volverá a la vida. Algunos de los que te contemplen asegurarán fueron resucitados:

Te tomarán por mago. Siempre debes usar este arte muy comedido y, en bien del prójimo. Jamás en algo deleznable, en provecho tuyo.

Esto me dijo mi amigo y, me dejó muy preocupado, por la responsabilidad que me echaba encima.
También los faquires en la India, años más tarde, me pusieron en un gran aprieto cuando se sometían a la ejecución de actos conducentes a esos desvanecimientos. Tenían una noción muy profunda sobre la posibilidad de un paro de las funciones vitales; con apariencia de muerte.
En Menfis estuve ejerciendo el cargo de sanador público que me autorizó el Templo. En la isla Elefantina, existe un grupo importante de hebreos.

Bajan a Menfis para consultar conmigo, el estado de algún enfermo. Unos me los llevan a consulta y otros nos hacen preguntas previas de las condiciones en que se encuentra el enfermo. A todos procuro atender con diligencia. Me entusiasma el ejercicio de la profesión médica.

No me agrada percibir honorarios a quienes están en situación precaria en la economía familiar. Solicito en todo caso un tributo para el sostenimiento de los profesores de la Escuela-Templo. Medida recomendada por el mecenas egipcio. Procuraba cumplir por no desairarles.

Lo hice en tanto estuve en Egipto, pues la costumbre en el pueblo me ata. No al llegar a Palestina, donde ejercí libremente sin percibir ninguna clase de honorarios. Ni con favores especiales, ni con pagos en especie. Todos los médicos del Egipto conocido son "sacerdotes sanadores"; a efectos prácticos. Existen tres clases de especialistas.

Las normas y detalles se encontraban impresas en un papiro por excelencia.
Uno de los grandes textos sanitarios tiene 1550 añas de antigüedad. Sinuatón me leyó esta obra. Significa un gran aprovechamiento por parte del sacerdote de Sexhet especialista en rogativas.

Conocí los tomos hipocráticos cuyos contenidos en muchos aspectos se encontraban ya desfasados por el progreso desarrollado en la Escuela alejandrina.

Los brujos magos se enriquecieron con estas lecturas. La medicina en Egipto es una mezcla de conocimientos de sanador como de sacerdote. Con la Magia marchaban a la par. A los brujos magos competía la interpretación de los sueños en relación con las enfermedades mentales.

Conserva los ritos y cultos.
La religiosidad del pueblo egipcio, no está basada en dogmas y preceptos. No determinan su forma de vida religiosa, ni su pensamiento. Adoran espontánea y libremente a un determinado número de dioses; unos de la prehistoria y otros de héroes divinizados.
Personajes carismáticos que al pueblo les satisfizo su acción y buen comportamiento con los demás hombres.

El pueblo en escasas ocasiones del año tiene la oportunidad de acercarse a un templo. No puede rebasar la explanada del mismo, ni pretender internarse en el Sanctasanctórum, el centro de todo el edificio donde el dios respectivo se adora.
En los templos de Egipto, sólo podían entrar los sacerdotes y cierto dignatario. El faraón podía llegar, hasta el Santo Santísimo.
Los nomarcas en sus provincias mantenían su lealtad a la unidad del reino.
En los primeros años, Sinuatón, me tomó la filiación completa con el fin de pretender mi ingreso en la Escuela-Templo de Menfis. Allí estuve hasta poco antes de regresar a Galilea. El aprovechamiento que había tenido en la Escuela de la Infancia, favoreció mi matriculación.
Sabía escribir y traducir la escritura de signos e imágenes. Saqué aprobado en lenguaje y conocimientos sencillos de religión egipcia. Estaba muy influenciada por las culturas helenista y romana. Iban influyendo en Egipto todo a lo largo del curso del Nilo hacia Nubia y primeras cataratas del río.

Las clases terminaban a la hora sexta que es nuestro mediodía.
El pueblo se acomodaba fácilmente a las nuevas costumbres, al tiempo que se iba produciendo una enorme transformación de sus dioses. Eran estos incluso alejados de sus lugares habituales. Transportados a Roma u otras ciudades del Imperio romano. O asimilaban sus nombres, como era el caso de Isis, que se hizo famosa, durante años, en el mundo dominado por Roma.
Fuimos entrando en la dieta de las carnes: de ovejas, buyes y aves de caza, si bien lo hacíamos de tarde en tarde. Me satisfacía más alimentarme de vegetales y frutos del campo.

El pescado escasea en el interior del territorio y en los poblados importantes. Cuando nos encontramos al borde del Nilo, era fácil pescar.
Tan sólo contemplar la carne de cerdo, que los romanos exhibían con ostentación, rechazábamos con horror; su alimentación estaba prohibida por las Sagradas Escrituras para el pueblo israelita. Debido a las enfermedades que tanto azotaron a los que olvidaban las normas religiosas de Moisés: Verdaderos azotes de Yahvé, como castigo, al que atribuían todos los males que caían sobre el creyente, pueblo hebreo.

Completaban nuestra alimentación, el ajo, las verduras, el pan, el maíz, la cerveza y la cebolla.

Nuestra casa.

Al llegar a la orilla del Nilo, Datario, recién vecino nuestro, nos ayudó mucho. Nos hizo sugerencias de la forma de amasar el barro con la paja; su exposición al sol para secar.

Como hacer el cocido del adobe en el horno para fabricar ladrillos. La forma en que el barro tenemos de colocar sobre la empalizada de la techumbre. Construimos con cañas, y con los ramajes del papiro; hojas de palmeras, juncos y madera de sicomoro.

En su recogida por la ribera trabajé mucho y llegué a lesionarme, cortándome la mano con cañas secas. Me Frotaron la herida con liquido del ajo y pronto pasó.
El escozor del ajo era intenso, aunque momentáneo.

Para el suelo tejió mi madre esteras con esparto, juncos, palmas y hojas de papiro, sobre las que dormíamos placenteramente. Diendia, y otro vecino dejaron unos moldes, donde colocamos el barro amasado con la paja. Por tener ciertas sustancias amalgama perfectamente. El adobe hecho es resistente a la rotura. Secado al sol durante dos o cinco días, endurecido sirve para ser utilizado, de forma óptima, en el levantamiento de casas sencillas o muros de poca calidad.
En hornos apropiados los vecinos cuecen el barro de los moldes, formando ladrillos, que son más resistentes. Estos utilizan en construcciones palaciegas, y, de grandes personajes del país. Emplean, también, en amurallar ciertos recintos y poblaciones.

El tamaño que sacaba Yasser del molde era pequeño, manejable con una mano. Por mí cuando me entretuve en ayudarle.
Hizo un molde de forma más rústica; Sinuatón nos dijo, después de medir con una cuerda, que tenía las medidas adecuadas.

Navegaba por el río, con mis amigos. Con cuatro cañas formábamos una simple balsa arrastrada por las tranquilas aguas. Con una caña larga a cuyos extremos tenía atados con ligaduras de papiro unos gusanos pescaba pequeños peces que mi madre cocinaba.

Aprendí a nadar con gran temor por parte de mi madre. Veía peligros por todas partes.
- Cuídate hijo, de las aguas turbulentas: no te confíes. Los ríos son peligrosos, pueden engullirte si un remolino te alcanza.

La curación.

Sinuatón, me invitó a que asistiera a una curación fácil. Tenía que realizar en una vivienda de gente de rango elevado, cuya hija, muchacha hermosa de pocos años, estaba poseída del espíritu del mal.
- En Palestina, principalmente en Galilea, afirman que estos enfermos están en poder del diablo, -le dije recordando las palabras de mi madre.

- Mis compatriotas, -replicó, Sinuatón- creen en espíritus lanzados por el dios Horus desde lo más profundo del infierno.

En uno de los papiros que transportaba, Sinuatón, escriba sanador, con sus instrumentos de "tortura", -yo les llamaba así- leí datos referentes a este mal, que íbamos a tratar, dictados por Hipócrates. Decía así:

-A las mujeres que no les baja el semen del hombre se les pudre y causa mal. En ese caso hay que administrar el fruto del armuelle salvaje o jugo con miel o comino en forma de electuario. Cuando las reglas son malolientes, y no hay concepción, mezclar la armuelle y grasa de ganso y aplicarlo como pesario.


Entendí estudiando en la facultad.
Acepté gustoso la invitación. Asistir a una de sus curaciones, me daba ocasión para conocer la vida de esas familias.

- Bien -me dijo-. Tienes que actuar como ayudante mío. Lleva este maletín de cañas. Encontrarás productos, ciertas yerbas y máscaras; todas necesarias para el momento.

En la puerta de la mansión a visitar, nos esperaba un siervo de aspecto extranjero, posiblemente prisioneros de guerra. Nos condujo al piso superior a través de la esplendida escalera adosada a una de las paredes. Me sentía cohibido, nervioso, preocupado en tanto salía el señor de la casa. Así lo hizo, después de saludar a Sinuatón; me contempló con detenimiento.

Mí aspecto no era ni mucho menos parecido a un egipcio de las riberas del Nilo. Menos de pura cepa, cuya fisonomía muy distante estaba de la mía.

- ¿De dónde es, joven? -me preguntó, sin dejar de observarme.
- De Galilea -le contesté sin complejos de ninguna clase.
- Judío.

- ¡No, señor, no!, israelita, - dije con vehemencia.
- ¿No es lo mismo?
- No, no, señor. Los judíos son hebreos oriundos de Judea y de la tribu de Judá, y, nosotros somos también hebreos pero israelitas oriundos de Galilea.

- ¡Ya! Moisés, el egipcio hebreo traicionó la confianza del faraón, cuando siendo un alto funcionario de la corte, mató un guarda de las canteras. Esto leí en un libro hebreo.

- Señor, en ese libro habrá leído también que, -dije yo- la causa fue no resistir la angustia que sentía al ver al guarda azotar a un hebreo. Por el contrario no he hallado ni un grabado en los monumentos de Egipto con referencia a Moisés.
- Vuestro libro sagrado justifica así una acción deplorable.

- Señor, tengo entendido que, la muchedumbre movilizada por Moisés, puesta en pie de guerra, hubiera llegado a seiscientos mil, si bien no todos emprendieron el viaje en busca de la Tierra Prometida, por Yahvé.


- Tenga en cuenta, joven, que la promesa fue hecha después de la salida de Egipto. Puede que ese número no sea desorbitado. Pudo haber llegado, vuestra prolífera raza, a ser un grave problema para Egipto. Sí, enorme facilidad en reproduciros. Insisto, no hay inscripción alguna en templos o monumentos funerarios que, hagan referencia a Moisés. Ni a las tan desastrosas plagas que, asolaron a Egipto, dice vuestro libro.- Tampoco de los hicsos hicieron inscripciones.

- Así es. Nuestros antiguos faraones quisieron, con el silencio, despreciar el reinado de estos extranjeros que invadieron Egipto. Mas con ellos, creo entraron hebreos mercenarios.
- Abraham y sus descendientes. Vivían pacíficamente en unos territorios donde se encontraban confinados. En el nomo egipcio de Gosen. Estaba este lugar aquí, en el curso inferior del Nilo, donde Jacob, estableció su campamento, con la familia y rebaños. Había buenos pastos.

- El faraón Ramsés II aconsejó a Moisés saliera de Egipto, acompañado de los que voluntariamente quisieran, acompañarle. No obstante, este favor del faraón, fue mal interpretado y actuaron como un pueblo poco cívico. Se llevaron anillos, collares, pulseras de oro de las mujeres egipcias a las que desvalijaron, así como otros productos y la harina sin fermentar escondida en las ropas de las mujeres. Todo esto escrito está en vuestros libros. Los egipcios en general no saben nada de esto.
- Lo necesario, señor, para subsistir, por el duro desierto, tal como lo entendió el faraón.
- No, joven, aparte de esto robaron a la confiada gente egipcia.
Silencié. No quise seguir. No era agradable contradecir a una persona bastante respetable por su edad.

- Bien, joven, veamos lo que sabes como ayudante del doctor Sinuatón. Si tus conocimientos en medicina son como tu sabiduría bíblica, te auguro buenos éxitos.
No contesté. El viejo dueño de la casa marchó con Sinuatón, a la habitación. En ella reposaba la enferma, su hija.
Salió un egipcio de unos treinta años. Era el marido de la paciente. Me miró con intensidad desde el umbral de la puerta, cubierta con una cortina de papiros.
- De forma que aquí tenemos un joven judío.

- Prefiero, señor, me llaméis israelita, pues no soy de Judea.
- Os conocemos así por vuestra religión.
- Tengo aquella que Dios me ha inspirado.
- Otro profeta, -dijo con énfasis.

- No deseo ser tal; pero si llegado el momento así me conceptúa mi pueblo que, sea para bien de él, y, de la humanidad.
- Eres muy sensato, joven.
- La sensatez que Él me ha dado.

- Dice bien, -manifestó acercándose a Sinuatón, a quien llevó al interior, para requerirle-. Este chico, ¿qué hace acompañándote?

- Es mi ayudante. Muy inteligente, ¿verdad, señor? Es un artista poniendo vendajes.
- Sí, me agrada.
Sinuatón observó a la muchacha quien estaba sobre una yacija. Después de preguntarla por ciertas fórmulas que, por el momento no entendía, me pidió el maletín.
- Saca las vísceras de buey, el natrón y el aceite de oliva, encontrarás en la bolsa de color marrón.

Comprendí que las vísceras de buey eran ciertos trozos secos al sol. Encontré como pequeñas cortezas de árbol, muy resecas. No asimilaba en un principio, para qué podía servirle el natrón. El aceite de oliva, sí. Me pide dé un hervor al agua y en una vasija, mezcle los productos citados. Los tres flotan.

En un momento se dilatan mucho y se hunden en el cubo de agua. El aceite flota en gotas pequeñas, y, el natrón se disuelve dejando un color blanco a la mezcla. Mientras tanto desenrolla un tubo hecho de papiro por donde pueda circular algún líquido.

Ruega a la mujer se acueste, colocando las piernas en posición elevada. Sobre unos escabeles de madera repujados con primor. Al tiempo, la parte inferior del cuerpo, también ponen más alto al resto del tronco, con la ayuda de un montón de telas.
Pide se mantenga quieta, de forma que la irrigación a poner, circule por todo el cuerpo, y, remedie a la mujer de los males que sufría. Luego pronuncia la fórmula ritual obligada al visitar a un enfermo.
- Emana un olor a carne quemada. No tanto como otros casos peores. Un mal propio de las mujeres. Yo conozco y trataré.

Lo cual dicho, dio origen a que el preocupado marido se felicitase por el pronto restablecimiento de la joven esposa.

- Creo tener entendido, -muy intrigado, pregunté a Sinuatón- ¿esa joven padece una enfermedad en sus órganos íntimos?
- Así es, -me contestó Sinuatón- la sangre arrojada por la apertura de la vagina brota de otro órgano más interior, "madre de la vida", como dicen los griegos, matriz, donde la vida de los niños se hace. Es precisamente el punto donde la irrigación vaginal debe llegar, para lo cual conviene ponga la parte inferior del cuerpo más alto que el resto de éste.
ha sufrido desgarros. Con las irrigaciones quedará nueva.

- Me alegro por ella, y, el joven marido.
- ¿Te ha gustado actuar como ayudante mío?
- Sí, mucho; pero debo estar instruido antes sobre esos vendajes que hago estupendamente bien.
- Los haces bien, porque ahora mismo vas a especializarte. Vamos, toma un trozo de ese vendaje. Coloca aquí sobre mí mano; enrolla, no en esa forma, sino en ésta, así, con el fin de que no se deshaga el vendaje. Procura siempre dar una media vuelta para que no pierda armonía.
- No me es tan fácil, jefe.


- Claro que te es. Vamos, haz otro y otro hasta que lo consigas.
Así me instruí por espacio de una hora. Ya me encontraba capacitado para ayudarle en próximas visitas médicas. Mucho me favorecían para avanzar en mi preparación en la magnífica escuela alejandrina.
Volví a preguntarle sobre la enferma:

- Con esa irrigación, ¿ya se encuentra curada?
- Ah, no, no. Tenemos que volver mañana y ver que arroje la placenta, pues al parecer no echó todavía.
- ¿Para qué quieres que la eche?, -volví a preguntar.
- Si no sale se infecta en el interior de ese órgano matriz y peligra la vida de la joven, -me dijo con gran conocimiento de su profesión.
- Joshua, la próxima vez que vayamos a visitar a la mujer, procura llevar una faja. Hemos de poner a la muchacha.

Hice un gesto de duda.
- Es cosa mía, -me respondió- pues como habrás oído, dije: "yo conozco y trataré" y ésta es mi responsabilidad que, no debo dejar en manos de nadie, ni en su padre, ni en el marido. Es necesario saber como se pone; por ahora tú tendrás que, aprender observando. Te habrás dado cuenta como titulé la enfermedad. Una vez realizadas las formalidades del diagnóstico del mal, de acuerdo a lo que aconsejan en la Escuela-Templo de Alejandría.
Como sanador iba instruyéndome a pasos agigantados. Tanto en el arte de la medicina, como de la magia, y de los productos favorables a la salud de las personas. En ocasiones me sentía capacitado para emprender, pese a mi juventud, grandes acciones solidarias. Loables actos en mi tierra, entre gentes de mi raza, de los más necesitados. Pensamiento que me enardecía. Me empujaba a aprender, lo mejor posible, el divino arte de curar enfermedades.

Me servían como práctica complementaria a las clases que habíamos dado en la "Casa de la vida". En ella hice una lista de todo tipo de hierbas, vegetales y frutos favorables para hacer curas. Aproveché una relación existente en un rollo de papiro de la Biblioteca y la lista que me facilitó, Sinuatón.
Nuestras conversaciones, en Egipto, giraban siempre en torno a conocimientos que en otros lugares y tiempos, eran desconocidos. En mi patria, Galilea, no podía conversar, ni aún con los sacerdotes o escribas, sobre materias distintas a la ley mosaica, discursos de Sinuatón. Recuerdo me dijo, que Demócrito como el maestro de éste, Leucipo, afirmaban que, la materia estaba compuesta por minúsculas partículas, tan pequeñas que no era concebible algo menor.
Como suponían eran indivisibles, los griegos llamaron átomos que significa "indivisibles".

Ni que decir tiene que estas ideas eran de plano rechazadas por mis compatriotas: sacerdotes, escribas y fariseos, grupos más avanzados en Palestina; pero menos que los saduceos.
Estuve sin poder ir a clases en la escuela del Templo de Sexhet, por haber pasado el periodo de inscripción y empezadas las clases no se admitían nuevos oyentes.
Visité la casa que hicieron Yasser y mi madre. Encontré de pie, y, en buenas condiciones. Respetada

por la vecindad, abiertas las puertas y ventanas sin condiciones de exclusividad de ninguna clase; quien hubiera entrado para guarecerse de las inclemencias del tiempo, supo conservar en su sitio y sin menoscabo de su integridad los objetos dejados allí; así como las repisas de tipo armario que, Yasser supo forrar de madera.

Bastante tiempo me entretuve en su limpieza que la arena del desierto había cubierto techo, suelo y ventanas.

La mujer de Diendia me ayudó, lo que agradecí su solidaridad con toda mi alma.
No arrancaron las maderas para mejoras en sus casas. Ejemplos tuvieron de faraones y grandes dignatarios del reino, apropiándose de riquezas de las tumbas de sus predecesores. Por esto mi agradecimiento al respeto que tuvieron con nuestras posesiones. Fue grande; pude compensar con creces

Los otros amigos de los alrededores nos echaban en falta. En particular a Yasser, quien en muchas ocasiones les solucionó problemas artesanales, sin percibir cantidad alguna. Los trabajos entre vecinos son hoy por ti y mañana por mí.

Sinuatón, se negó a que me quedara más tiempo en nuestra casa. Insistía fuera a la suya a vivir, en tanto ingresaba en la escuela en régimen de internado.
Su mujer, muy amable, me acogió con afecto. No tenían hijos, y, me acogieron como si fuera uno de ellos.

Nos conocíamos de la época anterior, desde mi infancia, así como ella a mi tío y a mi madre. Ahora yo era un mozalbete de muy buen aspecto.
Sinuatón, consiguió becarme. Para concurrir a estudios superiores había que contar con medios económicos, de los que carecía por completo.

Dejamos con gran dolor la casa en la ribera del Nilo: a este hermoso río cogimos mucho cariño. En sus aguas me chapuceaba, correteaba por sus orillas con mis amigos y de ellos fui aprendiendo costumbres de la juventud egipcia.
Los buenos amigos me ayudaron hasta que conseguí situarme en el ambiente que me rodeaba.
Con cuatro cañas navegaba por el río, formando una simple balsa arrastrada por las tranquilas aguas. Con una caña larga a cuyos extremos tenía atados con ligaduras de papiro unos gusanos pescaba pequeños peces que mi madre cocinaba.







CAPÍTULO IV.


Así encontré a Palestina.



Nos vimos obligados a abandonar Galilea, -decía Yasser en la huida hacia Egipto- mi país cuyo clima es soleado y templado y las tierras están regadas por fuentes.
Las riberas del mar de Galilea, es un delicioso lugar de veraneo. Allí acuden magnates, y reyes, de todas las regiones.

Galilea posee importantes pesquerías. Es famosa por los granos, el aceite de las olivas, los vinos, las frutas, las nueces, los dátiles, y, el pescado.
Su mayor inconveniente es la densa población, compuesta por campesinos, pequeñas granjas, artesanos, y, jornaleros, que viven en aldeas pequeñas, y, en pueblos medianos.

Es, Palestina, no cabe duda, sobre todas las demás, la Tierra Prometida que, Moisés ofreció a sus seguidores, al atravesar el Mar Rojo.

Grupos de compatriotas hay que, están produciendo serios disturbios. También en Roma se quejan de la radical concepción que, tenemos de la vida, los hebreos.

El tiempo que permanecí fuera de mi patria, advertí que en Palestina son continuos los levantamientos, y, las provocaciones que está produciendo el pueblo descorazonado, por la inflexible acción de Yavhé. .
De temeridad es el enfrentamiento con las legiones romanas. Un equivocado sentido de pretender arrojarles fuera de territorio palestino.

Han provocado la guerra entre los distintos grupos religiosos, sociales, y, políticos. Mi pueblo sufre mucho en el transcurso de su historia. El hebreo desea encontrar un remanso de paz, cuya vecindad no destruya su idiosincrasia y devoción a Yahvé.

El suelo de Palestina, en general, es dominio del matorral estepario, productor de leche y miel. Las colinas están dispuestas en bancadas donde se cultivan viñedos y olivos. Crecen el naranjo, el almendro y la higuera. La tierra se presta al pastoreo. La riqueza estriba en la posesión de ganado.

Antigua tierra de los cananeos; la Canaán bíblica, se convirtió hace mil trescientos años en el país de los israelitas. Palestina en arameo es Falastin; en hebreo Erezt Israel. Los griegos y tras ellos los romanos le dieron el nombre de Palestina como país de los filisteos.

En nuestro decidido regreso a Erezt Israel con los mercaderes de la seda.
La pérdida de alguno de los componentes de la caravana, ya fuera persona, animal, o cosa, originaba la dedicación de todos en su busca. Retrasaba mucho la marcha, máxime si ocurría algún accidente.
A nadie abandonan en tanto se mantengan por su voluntad, unidos en el fin para el cual emprendieron el viaje. La suerte de unos es la de todos. Espléndida solidaridad. Es la ley del desierto.

En el regreso pasamos por Gaza, en el litoral del mar grande. Subimos sin encontrar más dificultades que, lo duro del terreno y lugares inhóspitos del Sinaí, que dejamos atrás, y Fenicia.

Seguimos hasta Joppe. Nos desviamos a Megiddo: Har Mageddon, o montaña de Megiddo, justo al sur del río Cisón y a ochenta y ocho medidas al norte de Jerusalén. Fue el escenario de dos batallas importantes. La primera hace unos mil cuatrocientos años antes de mi nacimiento cuando el faraón Turmosis III, gano la batalla a una coalición de ciudades cananeas. Siglos después el faraón egipcio Necao venció al rey Josías de Judá.
Atravesamos la Gran llanura de Esdrelón, rozando el monte Tabor, al SO de Nazaret, una muy pequeña aldea de Galilea.

Continuamos dirección norte subiendo a un torrente. Cruzamos la llanura de Genesar. Entramos en Kapharnahum.
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Ningún enemigo interrumpió nuestro itinerario, ni los mercaderes tuvieron que dar cuenta de sus acciones mercantiles. En otros sitios, por el contrario, es ley hagan efectivo el canon de paso, al regreso de llevar a cabo la comercialización de sus productos.
Les despedimos con gran pena al dejarlos. Hicimos promesa de volver a reunirnos, lo cual realicé, no tardando mucho. Y lo fue, con los hijos de aquellos conocidos.

Nos trataron tan bien por los desiertos de Judá, del Sinaí y Egipto, como sus padres.
Las caravanas continuaron la ruta hacia Damasco. Al sur del lago el-Hüleh, pasaron el puente Benat Ya qué para alcanzar Siria, y llegar a la referida ciudad, centro neurálgico de la ruta de la seda.

No tardamos mucho, en volver a recorrer parte de esta vía, en territorio palestino, en sentido inverso. Cuando decidió mi padre putativo y mi madre ir a Jerusalén, pese a todos los peligros para cumplir con los preceptos de las Sagradas Escrituras. En esta ocasión, seguimos el camino que iba desde Kapharnahum a la ciudad de Samaria.

Cruzando la llanura de Esdrelón. Valle fértil, paso de asirios, de caravanas de pueblos al este, romanos, egipcios, y otros. Paso de ida y vuelta de Alejandría. Situado el valle al norte de Palestina. Entre la ciudad de Samaria al sur y las colinas de Galilea, al norte.

Este camino torcía a la izquierda, y adelantando entre Tabor y Naim, por Beisán, iba a desembocar a la llanura. Allí tomamos dirección sur, siguiendo a lo largo del Jordán a través de Aarón. Rozamos las ciudades de Faraelis y Arquelais, y llegamos a Jericó.
Por la orilla del río hubiéramos llegado también, a Jerusalén. El camino que, tomamos era el más tranquilo de los otros dos, para alcanzar la Ciudad Santa.

Asimismo de Jericó, ciudad antigua con cinco mil años de existencia, salía una vereda que vadeaba el Jordán en dirección a Kapharnahum y luego Yabloq, cerca de su desembocadura y siguiendo la cuenca jordana por el este, pasando por Amathus y cerca de Pella, alcanzaba el sur de Tiberíades.
.....
Nunca entré en Tiberíades, ciudad de gran ocupación romana. El culto pagano empezaba ya por el mismo nombre de la ciudad. En homenaje al emperador romano Tiberio quien sojuzgaba a Israel. Palestina, estaba poblada en gran parte por gentes paganas que, vivían alrededor de la residencia habitual del hijo de Herodes el Grande: Herodes Antipas.

En mis desplazamientos prefería embarcar hacia la orilla oriental del lago de Galilea, alcanzar Gergesa, Paneaso, y Cesárea de Filipo, al pie del monte Hermón. Era el puerto principal de Judea. Allí estaba centralizada la administración romana, con residencia habitual de los procuradores.

Era mi afán conocer el mundo exterior. Me instruí en el pensamiento de otras gentes. De los problemas por los que sufrían. Intercambié puntos de vista sobre la vida social del samaritano; del fenicio, de los nabateos, de cualquier etnia que, existiera a mí alrededor. Hice un viaje a Tiro y Sidón. Esta fue absorbida por aquella en su apogeo comercial.



Nuestra familia.
Santiago, mi hermano, no formó parte del grupo de creyentes en mis doctrinas, antes de mi marcha a Oriente. Se incorporó a la comunidad de Jerusalén cuando me ausenté de Palestina. Fue su administrador junto con Pedro, cabeza del grupo me representaba en mis enseñanzas.
Era mi madre para mí la más hermosa de las criaturas. A los trece años me parió; dejó sobre mi tierno cuerpo sus delicadas manos divinas, que aún hoy recuerdo.

Dónde está la israelita que emergió de Kapharnahum. Aquella jovencita recién salida de la sinagoga, al estilo de las vestales: ingenua, y, virginal, con los ojos cerrados al mundo.

Aquel pimpollo que en nada se parecía a la hermosura que tengo delante, -decía Yasser, entusiasmado por su belleza, a los veinticinco años.

Sería repetir los pormenores que tuvimos en nuestro primer viaje. Mi madre con su figura estilizada, llamaba la atención. Las mujeres de esta segunda caravana a la que, nos unimos de regreso a Palestina, no eran, con su comportamiento, ni mucho menos iguales a las anteriores.

Me dí cuenta, con mis doce años, de la envidia que, brillaba en sus ojos, al mirarla.

- Señora, ¿es usted egipcia?
- Israelita.
- Se parece más a las mujeres de Egipto que, hemos dejado allá, que a las judías que vemos por aquí.

En cierta ocasión hubo quien pretendió sobrepasarse con ella. El jefe de la caravana, a instancias de Yasser, reprimió con la amenaza de arrojar de la comunidad, al atrevido.

Este viaje fue para Yasser un martirio, víctima de los celos que, le roían las entrañas. Y, sin embargo, contemplaba entusiasmado a mi madre.
Intenso fue el cambio que, embelleció a mi madre. Observaba a las mujeres de la caravana en parangón con ella.

Debido a nuestra estancia en Egipto, acostumbramos a festejar como los paganos el día del nacimiento del sol. Llamaban saturnales en memoria de Saturno dios griego del fuego, Estas fiestas eran las más importantes en Roma, Grecia, Alejandría, y todos los pueblos que cayeron en la órbita de Alejandro el macedonio. Al parecer dicen que en el Sol sticio de invierno, quiere decir parada del Sol , la noche es la más larga del año y el día el más corto, por cuyo motivo los festejos eran muy importantes. Por el calendario de Julio César señalaron el día 25 de diciembre.

Fecha que venía festejándose desde mucho antes de la creación de Roma. En Palestina los que no festejaban ese día eran los hebreos, mas el resto de los pobladores. seguían las costumbres de Grecia.

Chuelin no cedió, si bien dejó de provocar a Mahami, pero... Más tarde apareció por Tiberíades. Regresé a Egipto, país que me atrajo siempre como si fuera mi segunda patria.

Sinuatón, fue el responsable que, la animó a maquillarse. Que, se cuidara de su persona, protegida por las costumbres egipcias, cuyas mujeres se distinguían en mucho de las hebreas. Y por su elegancia real no eran menos que las romanas.
No sólo la cara, también al cuerpo se preocupó de darle buena forma. No se advertía el vientre que, en otras mujeres israelitas, les quedaba después del parto.

Sinuatón, le facilitó una tabla de gimnasia para evitar la deformación corporal que, veía en otras mujeres de Palestina. Ejecutaba la misma tabla de gimnasia de, las mujeres de alta alcurnia egipcia.

Las campesinas, de las orillas del Nilo, mantenían la elegancia de su cuerpo, característica de ellas, merced al esfuerzo corporal que, en sus trabajos hacían. Sus facciones se veían ajadas por acción del aire y el Sol .
Yasser precisamente hizo por no someterla a los trabajos de las campesinas del Nilo.

La tenía mimada con su trabajo artesano; no precisábamos trabajar la tierra, ni dedicarnos a la pesca en el hermoso río.
Muchas veces Yasser, recordaba al contemplar. Es la madre del futuro rey de Israel: El próximo David.

Ella nunca le dio motivos para atizar el fuego de los celos que, le rondaba.
El amor es esclavista por naturaleza, y, Yasser deseaba fuera de él en alma y cuerpo. En cierto momento, el amor aburre con su constante exigencia. Sin embargo... ya empezaron las conjeturas con las atenciones afectuosas que, Sinuatón, tuvo con ella, con sus pocos años, y conmigo.
Él la financió para que se embadurnara la cara; él facilitó los medios para que a diario se contemplara su imagen; así como la presentó las ropas que, mejor le favorecían, dentro de su estado social. Yasser le sufragaba estos gastos con su trabajo artesanal, que Sinuatón agradecía.

También, Sinuatón, quedó admirado. ¡Por eso fue Yasser de los tres quien trataba con dureza al egipcio, cuando se acercaba por casa y Sol taba algo afectuoso a mi madre.

No obstante, se veía obligado a ser comedido con él. Sinuatón, no se daba por enterado.

Yasser, tenía también celos por las atenciones que éste siempre tuvo conmigo; porque en ocasiones se comportaba como padre y en otras como hermano mío.

No pararon con esto los inconvenientes que tuvimos de sufrir durante el último viaje. Terminaron por pelearse el indio Mahami y el Sédica Chuelin, porque ambos se disputaban las miradas de mi madre. Yasser se interponía entre ellos.

Pero la rivalidad era más fuerte entre los dos mercaderes. No pasó a más este incidente por intervención, de nuevo del jefe de la caravana, quien tenía delegada la facultad, por acuerdo unánime de todos los componentes del grupo, para reprimir fallos en la comunidad que, estropease la buena convivencia del grupo.
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Más tarde me narraron los sucesos violentos que se produjeron entre quienes apoyaban a Chuelín y quienes veían en este Sédica un estorbo en la comunidad.

Mi madre rehuía la presencia de Chuelín, con treinta y cinco años era viuda de Yasser, quien murió teniendo yo veintidós años. Me encontraba en Egipto, en la Escuela alejandrina de medicina.

Mi madre seguía tan hermosa a las treinta y cinco años como cuando salió de Egipto. El paso de los años imprimió en su persona una figura atractiva, más plena de satisfacciones.
Llegó a tener cinco hijos varones y dos hembras.
Entre ellos yo fui el mayor. Anabel, mi tía, fue a visitarla, así llegamos a Galilea. Quedó admirada. Alabó mucho la presencia de mi madre. Acompañaba a mi tía su hijo y primo mío Jonathán, con un año más que yo, tenía trece. Anabel, vio en mí un muchacho crecido en relación con mi edad. Mi primo se mantenía enclenque.

Mi primo ya a esta edad tenía querencias por los dictados de las sinagogas, tal como se expresaba. Advertí en ellos ideas divergentes en cuanto al futuro del pueblo hebreo. Insistían en la necesidad de arrojar por la fuerza a los romanos de nuestro territorio. Yo rechazaba con vehemencia, dado mi carácter pacifista.

Me calificaban el Mesías. El libertador, el nazareno, quiere decir el esperado. El restaurador del reino davídico, como rey descendiente de David en línea directa.
Con ayuda de mi madre, dejamos de lado nuestras opiniones tan distintas.

Había magos y profetas que se hacían pasar como videntes, que con inusitada maestría engañaban a gentes ingenuas. De escasos conocimientos, incapaces de discernir el bien del mal.

Pobres gentes que en su estado de desesperación, para sobrevivir, se aferraban de buena fe a lo que creían apropiado, para remediar sus males.

No sólo los ricos y potentados, los sacerdotes,
criados, y artesanos, y, otros muchos que antes de la llegada de los romanos no se excedían manifestando sus riquezas. Ahora usan las novedades más raras en sus vestimentas, así con la presuntuosa prodigalidad de manjares en su mesa. Así como hipócritas adulaban al poder romano, a cuyo servicio se enriquecían.

El emperador Tiberio, nació en los 42 años antes de que yo naciera. En los tiempos de Tiberio, la vida en Palestina cambia radicalmente: y surgen todos los males imaginables.

Tiberio, enfermo, gobernaba Roma. Recluido en Capri, donde a diario se daba un baño en las termas que fueron llamadas las Termas de Tiberio. Allí se encontraba muy grave y donde murió, sin poder ir yo a visitarle, quien me había requerido a Poncio Pilatos, gobernador de Palestina.
La religión, en particular, por el conservadurismo de sus sacerdotes, es incapaz de crear en Erezt Israel un ambiente propicio para luchar por la libertad social de su pueblo, sin necesidad de luchas sangrienta con Roma. Existía una rivalidad desmedida entre saduceos y fariseos. Teníamos que luchar con todas nuestras fuerzas, para poner paz entre ellos.

Al ser la situación de Palestina tan difícil, nos era imposible mantener la neutralidad. En muchas ocasiones nos veíamos envueltos en esa lucha partidista; en las escaramuzas que los guerrilleros, zelota, lanzaban de continuo.

Después de la dura represión que siguió a las dos sublevaciones judías, Galilea se convirtió en el centro principal del pensamiento judío.
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En mis peregrinaciones insistía que la caridad bien entendida consiste en repartir con los demás lo que no nos es indispensable para vivir nosotros.
Esta es en verdad, un don que el cielo concede a los hombres de buena voluntad. La caridad mal entendida es dar limosna a quien no damos lo que nos sobra. Este es un vicio que muchos lo toman como remedio de la conciencia. Este era el principio moral y social Principio fundamental para que subsistieran las comunas

En el siglo V1 antes de la muerte de Herodes el Grande, es cuando se produjo la cautividad de los judíos en Babilonia.
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Llegué con mis padres, hasta Jerusalén, a los doce años y unos meses. Fui presentado a los ancianos, sacerdotes y doctores de la Ley. A los escribas del mismo.

En el Templo debatí con los teólogos, y, sacerdotes por el mejor entendimiento de la ley mosaica. Rechacé las agregaciones de temas paganos.

Admirados de mi sabiduría, y atrevimiento, dada mi edad, me daban calificación alta.
En un momento oí algo que sonaba mal a mis oídos. Intervine con mucha mesura. Los sacerdotes, en discusiones acaloradas, en la Asamblea de Conjunto, o sea, Sinagoga. Nombre griego. Se extrañaron de mi intervención infantil, tranquila y con sentido Común.

Según les oí, me expresaba bien, con sensatez y conocimientos amplios.

Los fariseos y saduceos eran dos grupos surgidos en Israel con motivo de la rebelión macabea contra los sedéucidas. Los que eran de familias pudientes, conocedoras del griego, tendían al helenismo. El nombre de este grupo, saduceos, se deriva de Sadoc, primer sumo sacerdote del templo de Salomón.

Frente a este grupo se encontraban los asideos; quiere decir piadosos. Formaban parte legos y campesinos. Se apegaban a un curioso judaísmo, con incorporación de múltiples tradiciones y costumbres aprehendidas en el exilio de Babilonia. Se dividieron en dos grupos. El más numeroso se orientaron hacia la sociedad que les permitía tomar parte en los asuntos sociales. Se denominaron fariseos, que significa separados.

Calificaban también de santos. No sólo aceptaban la ley escrita sino también las costumbres y tradiciones orales.

Tendían a unas costumbres más suaves, que las saduceas, porque la tradición oral suele ablandar la dureza de la ley escrita. La liturgia de los fariseos era muy complicada y difícil de cumplir por los campesinos y gentes poco formadas.

Al pueblo le atraían aquellos que ofrecían medios para Sol ucionar sus problemas diarios.
El poder se fue alternando entre saduceos y fariseos. En el reinado de Herodes el Grande le tocó subir al poder a los saduceos.
de los asideos, fue llamado esenios, sanadores con implantación de las manos.

Los fariseos defendían la existencia de la resurrección de los cuerpos, lo que los saduceos rechazaban. Decían que en los profetas anteriores al exilio babilónico no hubo referencias en sus profecías a tal facultad divina. Sólo al final de Daniel, versículo 12,3 dice: Las muchedumbres que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la eternidad otros para eterna vergüenza y confusión.

Parece con este diseño que, fuésemos saduceos, nada más lejos de la realidad. Me seguía gente del pueblo llano. No admitía las opiniones de los fariseos ni de los saduceos. Mi formación tuvo su origen en las Escuela-Templo y en la J

Tuve los conocimientos de muy variado estilo que se impartían en la escuela de medicina de Alejandría y de los intercambios de opiniones.
Sinuatón y su auxiliar

Matasiel
Hubo uno de esos fariseos nacido en Tarso, con su verborrea, acompañado de su médico y escritor, consiguió un buen número de seguidores de sus doctrinas, intercalando en ellas mis conceptos morales y éticos de la vida social de los pueblos.

Organizó las iglesias, cuyos personajes carismáticos fueron tomando dignidades en escala descendente: obispos, sacerdotes y diáconos.

Repetí allí, lo que en Egipto aprendí. Uno de los pertenecientes al Sanedrín,
Gamaniel, ya entrado en años, me acogió con gran cariño y me invitó a que me acercase al grupo rector del Templo. Expuse mis ideas sobre la vida actual de Erezt Israel. Les dije que Palestina estaba sumida en la ignorancia, en la marginación y la desesperación, por falta de ideas avanzadas. Hicieran progresar al pueblo. Les animé a recuperar el retraso que hay con relación a la sociedad egipcia.

Saqué a colación la espiritualidad del alma. Al negar lo que los fariseos defienden: la existencia de demonios, ángeles, el Más Allá, la resurrección de la carne. Me trataron de hereje.
Querían arrojarme del lugar, con violencia. En tanto los saduceos me defendían con vehemencia. Los saduceos niegan esos principios religiosos. Aseguran no fueron recogidos por Moisés, los profetas anteriores al exilio babilónico. Rechacé con fuerza los pensamientos paganos. Insistían que, estos hechos no llegaron, a ser transmitidos por Yahvé,Moisés en el monte Serbal, de la cadena montañosa del Sinaí.

Cerca del oasis de Feirán, donde Yahvé le entregó el Decálogo. El Dios de Israel no podía haber dejado de comunicar a Moisés, de ser ciertos.

Esta rivalidad me permitió seguir dialogando en el Templo.
Discusiones entre fariseos, y saduceos, me dieron oportunidad de escabullirme. Me refugié en un rincón del Templo.

Pasadas las horas, uno de los guardianes del mismo me descubrió. Me dio de comer, y, ayudó a pasar lo mejor que pudimos las horas. Le hablé de Egipto.

Tenía interés en mis
descripciones. Anochecido salí a reunirme con mis padres. Estaban preocupados, moviendo los hilos para que me hallaran sano y salvo. Desconocían hubiera estado en disputa con los teólogos, y, sumos sacerdotes de Erezt Israel.

Reconozco que fui duro en mis disertaciones con los componentes del Sanedrín. Fui comedido en mis palabras. No levanté la voz más de lo necesario, para que me oyeran. Quienes tuvieran el oído debilitado, dada su edad, procuraba pronunciar bien. Los conceptos eran tan dispares con relación a los que ellos mantenían. No cabe duda, les sentara muy mal. Llegué a lamentar, por aquello de ser amante del prójimo.

Durante un año estuve con mis padres y hermanos. Hice insignificantes curas y tratamientos propios de mis prácticas como ayudante de sanador.
No les cobraba, como es natural, y, sin embargo, ellos cedían libremente a los pobres una migaja de sus peculios, en homenaje a mi intervención desinteresada.

Volví a Egipto.
Insistía a Yasser, con mi más ferviente deseo de volver a Egipto, para reunirme con Sinuatón. Seguiría los cursos indispensables para ingresar en la Escuela alejandrina de medicina. Era mi mayor ilusión. Los mayores se maravillaban de mis deseos.

Pensaban fueran irrealizables caprichos infantiles. Tanto insistí que, aprovechamos el paso de una caravana de mercaderes de la seda. Yasser, se movió para llegar a saber si alguno de ellos era conocido de nuestro primer viaje. Dio la casualidad de que uno, y su mujer, mayores de edad, habían participado en aquel primer viaje. Nos recordaban con cariño.

Me despedí de mis padres y de mi hermano Santiago, recién nacido. Me lancé nuevamente a recorrer el camino que años antes hice con mis padres. Íbamos huyendo como forajidos.

Ahora, según los mayores ya tenía responsabilidad religiosa para cumplimiento de sus preceptos. Esta vez escapé de las motivaciones que produje con mis intervenciones sanitarias. Tenía una clientela que iba en aumento. Llegaron a exigirme les atendiera, y curase sus dolencias. Muchas de las cuales desconocía en absoluto.

Ni tenía edad ni conocimientos suficientes para ser eficaz.
Estas caravanas
cruzaban Palestina, con bastante asiduidad, en dirección a Egipto. En el puerto de Alejandría, embarcaban para Roma. Un trayecto muy peligroso, guiados por las luces del Faro. Mejor trayecto para los mercaderes de la seda, era por Asiria , pasando por Grecia.
Muy distintos fueron los avatares que, hube de afrontar. Ahora tenía capacidad suficiente para protegerme de las arenas, de la sed, del hambre, de los insectos y reptiles.

De las conversaciones con personas desconocidas. De integrarme en el grupo y prestar servicios. Mis prácticas con Sinuatón, sirvieron para prestar ayuda en más de una ocasión. A los caravaneros actuales, hube de atender simples heridas, restañando la sangre. Fácil.

Al despedirme soltó Yasser, unos lagrimones que me emocionaron mucho. Era como premoniciones del final de Yasser. Por poco hubiera renunciado a mi marcha.

- Cuídate, hijo, y que Yahvé te proteja.
Y ciertamente me protegió. Llegué a Jereoke sano y salvo. Con ganas de encontrar cuanto antes a Sinuatón.

No quiero decir, la ilusión que a él le hizo volver a verme.
No tardamos en iniciar la conversación sobre nuestros puntos de vista. Llegar a unificarlos y formar un compendio de doctrinas. No sólo filosóficas, sino también
religiosas. y, si cabe sociales. Era el apartado que a mí más me gustaba.
De medicina me fue instruyendo sobre la marcha. Volví a participar en sus visitas facultativas, y. me ilusionó poner vendas que ya tenía habilidad para ello. Preparaba los mejunjes que me indicaba; las mezclas de los productos señalados, y, en la cantidad precisa. Mucho me recomendó evitara echar de algunas sustancias mayor cantidad. En ese punto regularmente resultaba la mezcla, tóxica.

Me indicó casos en los que hubo enfermos envenenados, por haberse excedido en el amasijo de estas sustancias. Tóxicas por sí, pero benéficas en pequeñas dosis.

En Palestina desean la liberación del yugo romano. Esperan resolver su miserable vida. Perdido el reino israelita del norte, gobernaba el partido profético del sur, los judíos: Estos como originarios de Judá, enemigos acérrimos de los descendientes davídicos. Los de Galilea ansiaban restablecer el reino de Israel.

Muchos aprovecharon esos deseos, para seducir a las gentes humildes con sus magias y engaños. Precursores del Mesías.

Esperan la llegada de otro David, que venza al Goliat. Leyendas y más leyendas hacen un pueblo inmensamente ilusionado. Confían en todo aquel que pretenda mejorar la vida social de Israel.

Los guerrilleros de Gamala, zelota, formaban un grupo luchador por la independencia. Piden la supresión de influencias paganas, agregadas.


El desierto.
Me dijo un mercader, en el viaje de regreso a Palestina,
tenía doce años.
- Joven, cuando puedas, intérnate en un desierto de la región central del Sinaí, no pares en su soledad. Ni en la aridez, limitado exclusivamente al pastoreo. Fija la vista en las grandes sorpresas que recibirás. Contempla la belleza de sus paisajes, por el variado colorido de sus arenas. Encontrarás algunos oasis; que, te proporcionarán un merecido descanso. ,Lleno de paz y tranquilidad. Si te adentras más abajo, al sur, por donde anduvo tu profeta Moisés, según tengo entendido a tus correligionarios judíos, encontrarás belleza en las fantásticas, moles abigarradas de granito; lugares cubiertos de vegetación alimentada por el agua de la nieve que, se

desliza de las rocas. Por estas zonas no esperes, pese a esto, más que beduinos; nómadas, más o menos, diseminados por todo el Sinaí. Viven del pastoreo y de los escasos productos agrícolas que ofrecen los oasis: dátiles, cebada, pepino, etc. Evita pincharte con algún espino de los que producen fiebre y dolor de cabeza. Entendía bien por el conocimiento que tuve de los dioses egipcios.

Yasser consiguió una crátera y un cántaro pintados de color rojo con dibujos de cisnes, alisadas las plumas. Eran muy provechosos los cántaros: tenían un filtro para separar las impurezas de la bebida, ya fuera vino o cerveza, y, aceites.

Las cráteras servían para mezclar el agua y el vino en las comidas. Los paganos las usan en libaciones rituales: Prueban la mezcla y luego arrojan al suelo el sobrante, en señal de sacrificio. En el resto de Palestina, el vino es símbolo de paz, fertilidad y prosperidad. Nada de él arrojan, salvo cometer una incorrección.

Por el desierto de Sin, con ansia de conocer más, me impulsó a indagar, investigar y preguntar. Mis padres me criticaban el afán mío, que pudiera molestar a mis interlocutores. En esta ocasión así lo hice.
- ¿Existe hisopo por esta región?
- Así es, muchacho. Crece entre rocas y en las montañas.
Interrumpió Yasser:
- De ella se extrae, aceites. Desconozco su uso. Muchas veces hemos procedido a cortarlas en haces para utilizar como aspersores.
- Además, se usan para purificar a los leprosos y casas contaminadas y para el sacrificio del novillo rojo.

- Los samaritanos, -dijo Yasser- utilizan para rociar con la sangre del sacrificio pascual.
Mi madre seguía tan hermosa como cuando salió de Egipto, si cabe más; el paso de los años imprimió en su persona una figura atractiva, más plena de satisfacciones, con sus treinta años.

Fue a visitarla Anabel y quedó admirada, alabando mucho la hermosura de mi madre. La acompañaba su hijo y primo mío Jonathán.

Mi tía, Anabel, vio en mí un muchacho crecido en relación con mi edad: estaba próximo a los trece años; mi primo se mantenía enclenque. Hubo seguidores suyos que le designaban el Mesías, Jonathán, lo negó siempre. Insistía que con el bautismo con agua del Jordán, perdonaba los pecados.

Cuando llegamos a Palestina después de un duro trayecto de muchos meses, encontramos los campos desolados. Las plazas de las ciudades infestadas de desocupados, tomando el Sol: marginados, miserables de todas clases, ladrones y prostitutas: viudas en su mayoría, las cuales no tienen otro medio de subsistir que aquello que el Creador concedió para la sana procreación de la especie. Sicarios al servicio de intereses contrapuestos.

Quienes influidos por una acción mental del mago se consideraban curados, propagaban los bienes recibidos de éste y su fama se extendía para mal de muchos.

El romano bajo la égida de Cesar Augusto disfrutaba de la que fue llamada paz romana, en todo su imperio.
Octavio Augusto, siguió una política de acercamiento, aún con grupos étnicos muy distantes de Roma, y, tan dispares como el mauritano. Supo adaptarse a las religiones y políticas seguidas en los territorios conquistados, elevados a la categoría de provincias de Roma.

No obstante, fue Pompeyo, quien convirtió a Judea en provincia de Roma.
Octavio Augusto se nombró imperator, comandante, del ejército romano, a la muerte de su contrincante, Marco MarcoAntonio.

El rey Herodes, gobernaba en Israel. Ninguno de sus hijos que le heredaron el gobierno de los territorios ocupados por los israelitas, fueron reyes. Roma les designó tetrarcas.
Pero la paz se vio empañada como consecuencia del edicto de César Augusto, para que se empadronase todo el mundo.

Este censo tuvo lugar siendo Cirino, gobernador de Siria. Roma, necesitaba conocer datos para implantar un impuesto especial.
Nunca fueron admitidos sin serias protestas, como en el reinado de David, y en épocas después del exilio, que se consideraron tales censos como inspiración
diabólica.

Se levantaron los zelota de Gamala, cuyo jefe fue mi padre natural Judas el Galileo, o el Héroe del Censo, como fue llamado. Arrastró al pueblo detrás de sí, con los agravamientos que se produjeron, sin resultado satisfactorio para el pueblo llano de Israel.

Sinuatón se opuso a que me quedara sólo, por más tiempo en mi casa, insistiendo fuera a la suya a vivir, en tanto ingresara en la escuela en régimen de internado.
Su mujer, muy amable, me acogió con afecto. Amabilidad que ya nos demostró a mis padres y a mí en años anteriores.
Entre otras lecturas, que llevé a cabo, en la Biblioteca estaba la destrucción de Sodoma y Gomorra y la sufrida por Palestina con hundimiento del mar Muerto.

- Un cataclismo se produjo sobre aquellas regiones; la zona inferior del mar de sal (mar Muerto). Esta zona quedó más hundida que el mar grande, -me leyó Sinuatón.

En los papiros de la ciudad de Biblio, tradujeron capítulos de los antiguos profetas y la Escritura. La recopilación de libros recibió el nombre de la ciudad, Biblia.

En, Qumrán, encontré entre los esenios, -una rama de los asideos- a mi primo, Jonathán, quien me dijo:
- Aquí constituimos una comunidad de bienes, donde no es posible fomentar el egoísmo, o la envidia, ni los celos que todos somos célibes.

Todos circuncisos. Seguimos las enseñanzas del Maestro, y, vivimos juntos. Trabajamos para todos, y, cada uno por el bien común. Nadie llama propia cosa alguna de cuanto hay, sino que poseemos en común todas las cosas. No hay indigentes. Todos con actividades diversas. Quien se circunscribe a grabar en piedra, donde suelen poner sellos, y estampan en láminas de metal, que fingen sucesos reconocidos.

Pero no reproducen imágenes del cielo o del hombre. Está prohibido entre nosotros por tradición de la ley de Moisés.
Después de escucharle me sometí libremente bajo los dictados del Maestro. Descubrí la falta de libertad, a la cual el hombre tiene la obligación de defender. Como el don que a los hombres han dado los cielos.
Todo el tiempo dedicamos a la lectura, y memorización de los versículos de la Biblia.

Mantenían en general la ignorancia a que estaban sometidos. Más que educar, este estudio embrutecía y esclavizaba la mente a los dictados de quienes creían fueran lo mejor para el pueblo. La monotonía embotaba sus mentes.
Continué con mis doctrinas que, Sinuatón, admitía con gozo:
Tantas veces dicté lecciones a mis alumnos de la escuela instalada en el monasterio de Qumrán, procuré que más que memorizar inocuos pasajes, llegaran a la comprensión de lo que leían u oían a quienes recitaban.
Los movimientos sísmicos les llenan de dudas. Toman como castigo de Yahvé. ¿Por qué? se preguntaban a menudo.

Los ánimos estaban soliviantados y ya me temía lo peor.
Un constante lamento de los profetas contra el Sumo sacerdote. Quien olvida los mandamientos dados por Yahvé. La invasión romana sojuzga al pueblo indómito. Pretendió liberarse; pero resultó totalmente destruido, y disperso por el mundo:

Nos lanzaron al exilio definitivo. A la diáspora.

Roma puso sus férreas armas sobre Palestina, por ser la llave de la paz en los dominios romanos de Oriente.

Las costumbres hebreas, instituidas en las Sagradas Escrituras, se fueron relajando. La helenización en la época de los Seléucidas se fue extendiendo por toda Palestina. Los fariseos encontraron el campo apropiado para extender sus doctrinas entre los judíos.

Quien en sábado se dedicase al trabajo, a curar a los enfermos, a enterrar a los muertos, o efectuase cualquier otro trabajo, era condenado a la muerte, a a pedradas mediante la lapidación. A Esteban le ocurrió esto por ayudar a un invalido. La fiesta del sábado con sus limitaciones, es copia de la fiesta lunar babilónica. Llamaban los babilonios,
sappatu, al decimoquinto día lunar con luna nueva que resultaba cuando el primer día del mes era luna llena.

Los romanos aplicaban la crucifixión en delincuentes que no tengan ciudadanía romana. El Senado de Roma prohibió aplicara el tormento de la cruz en ciudadanos romanos.
Los saduceos en griego se llaman sadoquim seguidores de Sadoc, el primer sumo sacerdote de la época de Salomón. Inmensamente queridos y respetados como
tales, por todo el pueblo de Judea. Sólo aceptaban de la Biblia el Pentateuco.

No transigieron con los libros añadidos a la Biblia, por contener extrañas creencias persas y griegas. No podían admitir la existencia de ángeles, ni demonios, ya fueran Satanás o Baal, príncipe de los demonios, ni la inmortalidad del alma, menos en la resurrección de los cuerpos, ni el juicio final.

No comprendían la existencia de cielo y de infierno.

Llamaron "perushim" a los fariseos, que quiere decir separados. No formaban parte de la tribu sacerdotal: los levitas. Otra secta ascética son los esenios, así llamados por ser curanderos que llevan a cabo sus procedimientos terapéuticos con la implantación de manos.

Y practican la abstinencia sexual.
Revueltas y conflictos religiosos y sociales, enturbiaran la paz que a Roma le interesaba mantener en el Imperio.

Provocaron que, mi raza fuera dispersa por el mundo entero. Fue víctima de su misma intransigencia, e insensatez en vencer al fuerte ejército romano, invasor.

Mis discípulos y yo hemos opinado siempre, que no hay mejor forma de sobrevivir en paz que amar al prójimo, como Hil-lel recomendaba.

Indicaba a mis amigos egipcios que, la sociedad explota la fe de las gentes rústicas, y, pobres. Esta se agarra a un clavo ardiendo con el afán de encontrar remedio a sus males.

El afán mercantilista de los judíos, les hizo que alternasen con mercaderes profanos, de tierras lejanas, los de la seda, a competir la actividad comercial en el interior del Templo de Salomón en Jerusalén. Fue tal la rabia que me produjo contemplar esta desfachatez profanando la casa de Yahvé, que les amonesté duramente.

Los fariseos, dispuestos a encontrar en mis acciones motivos de encolerizar a las masas contra mis doctrinas, me perseguían por hallarme en pecado. A ellos y a mis discípulos les decía insistente:
No he venido a destruir sino a mejorar. Mas ellos insistían en nombrarme rey de Israel. No había mayor desatino. Ni mayor contradicción que fuera el Mesías, con mis enseñanzas de amor al prójimo, y,
bondad. Los cristos y mesías, son generales de reconocida valía, cuya facultad principal es matar a los enemigos. Yo defendía la vida de todo ser humano, ya fuese gentil como judío.

Era muy molesto para mí que, de continuo me atribuyeran alguna facultad. También mis seguidores participaban de este empeño.


En la fiesta de la Pascua, la primera de las grandes fiestas de la recolección de los judíos, me relacionaban con el sacrificio del cordero. Me llamaban los míos Cordero de Dios. Allí estaba el bueno, el justo, el inmaculado, dispuesto a sacrificarse por redimir los pecados a toda la humanidad. Me producía un repelús muy desagradable: El Cordero de Dios.

Después de la Pascua se aproxima la segunda fiesta. En hebreo se llama Hag ha-Shabuoth. Quiere decir fiesta de las semanas. En griego Pentecostés.

Hasta en el Templo de Jerusalén recibí acoso de un anciano, llamado Simeón, quien fijando en mí su vista se vanagloriaba de haberme conocido, diciendo que, ya podía morir, pues había visto al Mesías. Que tuvo el convencimiento de que no moriría sin ver al Mesías, en cumplimiento de las profecías.

Se produce la insensata premisa de que los pobres sean más patriotas que los ricos. Más pegados al terruño. Pero comentando con los lamas, me aseguraron que en el resto de las sociedades de otros países, actúen de forma similar.

¡Qué necesidad de una revolución social pacífica es indispensable! En Palestina fue tergiversada y los violentos se salieron de ella para provocar la actuación de las legiones romanas.

Deforman los conceptos sagrados del país, para el bien propio; olvidan a los demás, haciendo ver que, los males que afligen al pueblo hebreo son castigos de Yahvé por los males cometidos y no haber observado las leyes mosaicas.

Los que trafican con el ejército romano, salen afuera, a las fronteras con Egipto o con Moab, para adquirir grandes rebaños de ganado, en decaimiento de las granjas del país, a las cuales no prestaban la menor atención.

Provocan la destrucción de la mejor fuente de alimentos. Este ganado engordan en los pastos del territorio palestino, escasos para el pastoreo del propio, cuyos propietarios, pobres, sin más recursos, ven al diablo de la penuria, como provocador de tantos males sociales.

La codicia de unos pocos convierten en una completa ruina a Palestina: La avaricia acapara la mayor parte de los pastos.

Prevaricaba en beneficio propio, como Simón el Mago, Teudas y otros muchos falsos profetas, explotando su nueva arte de confundir a los más necesitados. Como siempre estos se agarran al primer palo ardiendo que tengan a mano, con tal de ser salvados de su situación lamentable.
El infeliz hebreo no tenía otro recurso que vender sus brazos; se sometía a los dictados de la esclavitud, al menos por seis años, mínimo exigido a esta especie de esclavos en Palestina, para conseguir de nuevo la libertad, de acuerdo a las Sagradas Escrituras;

O dedicarse a sucios trabajos de la servidumbre o a infestar los caminos robando y, asaltando a los viandantes para subsistir.

Uno de esos precursores del Mesías, era Saulo, al que los judíos le tuvieron por hereje.
Fariseo, como sus padres. Con economía pujante le enviaron a Jerusalén desde Tarso, para que se educara. Tuvo de profesor al eminente judío filósofo fariseo, Gamaliel.

Saulo nació en Tarso de Cilicia, Asia Menor, y, por tanto, del grupo judío helénico.
Descendiente de la tribu Benjamín, era judío, por naturaleza, cuya raíz fue Judá, hijo con Israel de Salomón.
Gamaniel, integrante del Sanedrín, Tribunal supremo, o compuesto por setenta y un miembro; era partidario del entendimiento con los discípulos seguidores de mis enseñanzas.

Saulo tenía una estatura pequeña, de fisonomía poco interesante y enfermiza. De vez en cuando saca a relucir su enfermedad, en particular en las comunas instaladas por nosotros.

Su enfermedad debe de ser recurrente.
Mas teniendo convulsiones, aseguraban tenía la enfermedad sagrada. Consigo siempre iba un amigo médico.

En el año 62 Saulo estaba preso en Roma. Allí fue conducido por haber solicitado la intervención del emperador, a que tenía derecho como ciudadano romano.

Saulo saca a relucir los
No quiso formar parte de la comuna, de Jerusalén.
(Nota del autor: Josefo en su obra Antigüedades judías, hace referencia de Santiago como integrante de la comunidad judía de Jerusalén)

Dijo a Pedro y Santiago en esta ciudad: Me presenté a vosotros con debilidad, temor y mucho temblor. Saulo no quiso someterse al respeto de la libertad de todos los que en la comuna convivían. Esta motivación no sería considerada; pero su carácter se resistía a la obediencia para cumplir con la libertad de los demás. Su inclinación era dirigir. Tenía una formación cultural muy M M M MM amplia. Sirvió en el ejército romano, por lo que tenía ciudadanía romana.
La palabra Getsemaní, significa molino de viento. Allí hablÉ claramente a mis seguidores más allegados. Dije que no esperaba que población alguna se levantara a favor mío; rechazaba toda violencia.

Saulo tuvo fuertes problemas con el gnosticismo en Asia Menor.

También yo los tuve con los que me tomaban por un Mesías. Observé que algunos de mis discípulos deseaban que realizara una acción de tipo mesiánico. Volví a repetir: No he venido a destruir sino a mejorar. Donde realmente se dieron a engaño fue cuando me vieron entrar montado en un pollino con una rama de laurel en señal de paz.

No podía representar el sueño mesiánico de los judíos. Esos que me tomaban por Mesías me abandonaron. que antes me seguía, ahora me abucheaba y pedía mi muerte.

En el año 46 después de mi nacimiento el hambre apareció sobre Judea. Nuevamente Egipto tuvo que ayudar para hacer frente a la hambruna.
Saulo aprendió el arameo, lo que le valió mucho. Conocía el griego y el latín. Se diferenciaba del grupo judío de Tarso, al que pertenecía. Tomó parte en la lapidación de Esteban, el primer mártir de los que me seguían.

Al parecer disputó con él, pues Esteban, coincidente con mis doctrinas rechazaba las de los fariseos.

Mi entrada en Jerusalén, muy lejos de que fuera victoriosa, fue un grave problema para mí. La muchedumbre que se había concentrado en la ciudad, por mí y por ser la Pascua, se sintió engañada, por sus extravagantes opiniones, al verme montado en una borrica u en la mano un ramo de olivo, en señal de paz. El insistente error que se forjaba el pueblo hebreo fue considerarme e insistir de ser el Nazareno, es decir, el Esperado. Querían hubiere visto montado en un brioso caballo, con la espada reluciente en la mano, agitandola En señal de proclama de la lucha contra las fuerzas romanas que sojuzgaban a Palestina.

Los vítores que daban a mí entrada pronto se convirtieron en gritos pidiendo mi muerte. El Sanedrín se vio obligado a reunir en cónclave a sus setenta uy un miembro que constituían el Tribunal Supremo de Judea. Gamaniel se opuso a mi condena, así como los saduceos, por no ver motivos suficientes para ajusticiarme.

Resolvió este tribunal encabezado por Caifás, enviarme a Poncio Pilatos, gobernador romano de Palestina residente en Cesárea de Samaria. Poncio Pilatos en el proceso que me siguió no encontraba motivos de ser un peligro para Roma dado mi carácter pacífico. Las gentes ansiosas de conocer la decisión del romano, se iban acercando a la ciudad. Pilatos me dijo:

- Eres inocente de los cargos que te acusan. Mas considerando el odio que te tiene esta muchedumbre, con deseos de tu muerte, he resuelto alejarte de este país, muy lejos, en bien tuyo.

Unos soldados me llevaron a la frontera camino de Damasco, por la ruta de la seda.


Los baños que tomaba el emperador romano, Tiberio, no le resolvían la enfermedad. Se enteró de que en Palestina existía un sanador que curaba a enfermos y resucitara a los muertos -bulo falso-. Tiberio, ansioso de salud, ordenó que el Gobernador de Palestina le enviara ese milagroso individuo.

Cuando la petición le llegó a Pilatos yo estaba ya, cerca de Damasco. Saulo con una cohorte de legionarios salió precipitadamente en mi busca y llevarme nuevamente a Pilatos.



Nos encontramos en Damasco, yo caminando por la ruta de la seda y él cumpliendo su misión.
Me preguntó si me llamaban, Joshua, al decirle que así era, cayó del caballo con convulsiones. Rápido le puse un palo en la boca para que no se mordiese la lengua o se asfixiara.


Quedó ciego y le envié a casa de un correligionario mío en Damasco. Estate allí hasta que recobres la vista. Mas tarde mi amigo que atendió a Saulo, me contó la intención que tenía al ir en mi busca, quien llamaban los judíos: El hereje.



Seguí mi camino uniéndome nuevamente a la caravana.
- No confiábamos en Saulo, -me dijo Jeremías- por su pasado violento.

Propagó una sarta de bobadas, a sabiendas de que no eran ciertas. Se apoyaba como fariseo en preceptos paganos. Saulo el hereje, engañó a mis discípulos.


No respetó a Jacobo (Santiago) mi hermano administrador de la comuna de Jerusalén. A Saulo, vieron como persiguió con saña a mis seguidores , Saulo hizo una sarta de añadidos a la Biblia que confundían a Pedro y Santiago.


serafines, arcángeles y ángeles como intermediarios menores.

Estas derivaciones religiosas llegaban a considerarme como otro intermediario entre Dios y los hombres.
Las comunas fueron convirtiendo en centros dirigidos por quienes suprimieroon la libertad que había en las cominas, y en parte en las comunidades judías.

Se convierten en monasterios. En estos la libertad está lejos de existir, según me contaban mis amigos que se acercaban a donde estábamos Jeremías y otros en la desembocadura del Indo;principio fundamental de las comunidades libres.
En estas no se fuerza el pensamiento religioso de nijnguno.

Saulo les aseguró la existencia de la resurrección de los cuerpos; inmortalidad del alma; la existencia del Más Allá; y el Infierno, donde unos iban a gozar de la gloria y los otros a penar sus pecados en el Infierno. Santiago tuvo con él varios altercados, rechazando esas tradiciones y costumbres babilónicos, paganos, contrarios a la religión de sus mayores. Fueron rechazadas las tesis de Saulo en ese Concilio de Jerusalén.

Se presentaba como personaje enigmático capaz de dirigir la comuna.
Con mi marcha a Oriente, quedó libre de propagar mis enseñanzas por territorios de gentiles.

Atrajo a sus doctrinas, engañandoles con otro mundo, un cielo, donde liberaran sus desgracias, a esclavos, siervos, pobres, marginados y perseguidos. Haciéndoles más esclavos del amor a la eternidad, y resignados a seguir sufriendo su situación.
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En el Concilio de Jerusalén, se formaron tres grupos claramente definidos de seguidores de mis doctrinas de amor al prójimo y bondad, con mejora de todos los marginados en este mundo.

El helénico dirigido por Saulo y el otro el hebreo, por Jacobo y Pedro.

Los del grupo helénico eran fariseos, quienes contradecían las doctrinas mías.
Ellos seguían los pensamientos paganos agregados a la Biblia en Babilonia, durante el exilio judío. El hebreo, sin ser fariseo ni saduceo, toda vez que había de toda clase social y pensamiento religioso. Seguían los dictados de la ley mosaica.


Coincidíamos con los saduceos que, si hubiera cielo o Infierno, y demás ideas paganas, necesariamente tenía que haber comunicado Yahvé, a Moisés, al entregarle los diez mandamientos, la existencia de ángeles, demonios, y demás conceptos paganos.

Yo vivía con los lamas; estaba totalmente aislado de los sucesos que ocurrían en Asia Menor y Palestina. Lo que en otros momentos se dice Asia, se refiere al espacio político creado por Roma con la absorción de Pérgamo.

Por tanto, se encuentra en el centro de Asia Menor. No obstante, discípulos míos y seguidores de mis doctrinas, cuando llegaban a integrarse en la comuna del Indo, huyendo de la persecución romana, y acogiéndose a la diáspora, me contaban los sucesos habidos en mi patria.
Entre ellos me hicieron ver, la fatalidad de que el grupo helénico, conversos gentiles -en su mayoría, iba aumentando con relación al hebreo, que quedaba consumiéndose entre los verdaderos hebreos que se adherían a las comunas.

Me narraron las tristes escenas producidas en la revolución que llevaron a cabo los judíos. De la destrucción de Jerusalén y su Templo y de la diáspora total del pueblo hebreo.

Yo tenía entonces setenta y cinco años. Hablaban de Vespasiano y su hijo Tito, que, no obstante, la ferocidad de las legiones romanas, respetó las comunas y no exigieron el exilio a ninguna de sus poblaciones.

La literatura apocalíptica era popular entre los judíos en los periodos griegos y romanos, y el incremento de la miseria fue agudizando el ansia mesiánica. Era el sueño de que el mundo se enderezaría por intervención divina.

Simón el mago.
Nunca me dediqué a la magia negra, ni de engaño, como acostumbraban a llevar a cabo Simón y su cómplice, con lo cual la gente admiraba, su habilidad, maestría y buen hacer.
Simón el Mago, repetía entre sus mañas la de marcar con tinta indeleble en la palma de la mano el nombre de ÉL, cuando ponía sobre una piedra caliente, se reproducía el nombre de Yahvé con gran admiración de los presentes.
Hacía tiempo que venía practicando la magia en la ciudad.

Mantenía fuera de sí a la gente de Samaria, diciendo que él era algo grande. Todos, del menor al mayor le seguían y decían: Este es la fuerza de Dios llamado Grande. Lo seguían embelesados con su magia.

Fue Simón el Mago uno de ellos, sobre los cuales sobresalió. Su arma principal fue la belleza, con muy buen aspecto y buenas expresiones. Tenía ínsulas de grandeza.

Simón el Mago, estuvo en Egipto y siguió unos cursos de magia negra. No tuvo las posibilidades que, Sinuatón, me proporcionó para estudiar en la escuela de sanadores del Templo de Menfis, y en la escuela de medicina de Alejandría.

Mi formación intrigó a Simón el Mago. Quiso unirse a mí, pero no lo consentí por su vida depravada, y carácter violento. No me daba seguridad de su conversión a mis enseñanzas de amor al prójimo, libertad y solidaridad con el menesteroso.


La doctrina que difundía Simón el Mago, era pura mitologías con ribetes mágicos.

Cometió una herejía imperdonable para nosotros los judíos: afirmaba ser la representación del Sol en la Tierra, y, por tanto, una divinidad encarnada. Esto marcaba una clara reminiscencia a los ídolos egipcios que en muchos lugares de Palestina, en particular hacia la costa del mar grande, aún mantenían influidos por los siglos de ocupación por los faraones.


Mis enseñanzas no pudo admitir por su idiosincrasia. Creó la escuela gnóstica a la que más tarde llamaron simoníaca.

Sus alumnos, llevaban pendientes del cuello, hilos de color morado y rosáceo, como señal del pacto con el diablo. Inventaron para sí mismos un evangelio endemoniado; el cual dividieron en cuatro secciones: libro de los cuatro rincones y quicios del mundo.

En Jerusalén llegó en su paroxismo a hacer manifestaciones comparando a la meretriz Helena, su compañera y médium, con María de Gamala, mi discípula y futura mujer.
A su médium elevó a la representación de la Luna, por cuyo motivo la denominaba al estilo griego: Selene.
Introducía en su alocada mitología a los ángeles rebeldes. Aseguraba eran hijos de él con Selene, a quien vengaría castigando a esos demonios antes de subir al cielo.

Siguió las doctrinas más extremistas aprendidas en Egipto. La gnosis era su arma preferida. Desarrollaba el conocimiento absoluto intuitivo de la divinidad, lo cual reportaba la salvación. Su comportamiento privado le distanciaba mucho de aquel a quien Yahvé hubiera ungido, como hijo predilecto suyo. Ni por su vida pública merecía ser escuchado.

Samaritano de nacimiento, en principio enemigo de los judíos. Gitta fue su cuna y desde allí se trasladó a Alejandría. No siguió método alguno de religión o de sanador.

En Samaria tuvo por maestro a Dossitnec, rabino gnóstico que se consideraba precursor del Mesías. Con tal maestría supo inculcar a Simón sus conocimientos absolutos. No permitía que nadie se le adelantara en sus pretensiones de ser precursor, de la venida del Mesías.

No tenía autoridad para interpretar quien podía ser inspirado por Yahvé; ni quien podía erigirse en precursor del Jefe esperado, que condujera al pueblo hebreo a la victoria. Aún de ser designado rabino con imposición de manos, y experto de la ley mosaica.

Carecía de prerrogativas sacerdotales, ni después de haber sustituido a los sacerdotes en Samaria como guía espiritual del pueblo elegido.

La magia negra de Simón se circunscribía en ejecutar obras extraordinarias, en apariencia. Le fascinaban mis curaciones. En particular aquellos casos en que aparentemente muerto el paciente, resurgían con vida, para admiración de quien lo presenciaba.

Ya sabemos son prácticas egipcias ejecutadas durante miles de años, por los escribas encargados de embalsamar los cadáveres.

Le consideraban un enviado divino. No vivió mucho tiempo; pero los hubo que se dejaron engatusar y en consecuencia repudiaban mis enseñanzas de amor al semejante y de paz.

Llegó a convertirse en un auténtico ídolo para los samaritanos.
Los simonianos como secta herética duró bastante, se remontan los días de Simón el Mago.

Palestina estaba inmensamente turbulenta. Entre precursores del mesías en cantidad, magos embaucadores de las gentes con malas artes. Con sus artificios quienes se decían mesías reclutaban seguidores para acciones violentas. Convertían en pandillas de bandidos.

Asolaban los campos israelitas, derramando sangre inútil.
Hubo uno, Teudas, representante de quienes se hacían pasar por mesías.
Otro, Téodas, decía que él era alguien y le siguieron unos cuatrocientos hombres; pero se dispersaron, y ya no queda nada.

Después de éste surgió mi padre, llamado Judas el galileo, en los días del censo. Arrastró al pueblo detrás de sí; y también pereció, y cuantos le siguieron se dispersaron.
Estaba Astrongis cabecilla de estatura de coloso.
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Yo, como predicador, de comportamientos muy distintos a los demás, de amor, bondad y solidaridad con mis semejantes. ----

Me preguntó el intérprete de los sueños, el egipcio Matasiel:
- ¿Qué pretendía, Simón el Mago?.
- Hacerse con una muchedumbre adicta a sus encomiendas, capaz de crear un centro donde poder explotar sus gracias y por añadidura si podía alcanzar algún reino de los muchos diseminados por la región, al oeste del Jordán.

- ¿Qué consiguió?
- Fracasó -dije yo-. Su espíritu no estaba imbuido con la enseñanza profética. Jamás llegó a nombrar Erezt , que, sin embargo, Herodes el idumeo sí decía: Erezt, Tierra de Israel, en hebreo.

Carecía de conocimientos de idiomas, indispensable para poder entablar una conversación con la muy diversa población existente: hebreo, arameo, egipcio, griego y latín, principalmente.
Jonás, uno de mis seguidores, dijo más tarde, después de mi marcha hacia Oriente:
- Ofreció Simón el Mago dinero a Jeremías el zelote, con el fin de que éste le enseñara el secreto de las curaciones; el pueblo tenía por excepcionales las prácticas ejercidas por tus discípulos; las que aprendidas en Egipto nos enseñaste día a día en tu compañía.
Mi discípulo rechazó sus pretensiones. Simón pecó gravemente. Llamamos desde entonces simonía al pecado que se comete pretendiendo comprar cosas espirituales.
- Se oía por Palestina, la controversia pública que, Jeremías el zelote , y Simón el Mago, mantuvieron, -decía Jonás.
Simon Pedro, al verle que se aproximaba Simón el Mago, le dijo:
- La paz sea contigo, Simón.
Simón el Mago, contestó:
- Nada tenemos que hacer con la paz; por el contrario, es con la guerra como la verdad se descubre.
Jeremías el zelote con espíritu convincente dijo:
- El amor al prójimo, base de la paz, acompaña siempre a la virtud. La guerra es el vicio de los hombres, víctimas de los pecados. En ella la gloria se obtiene con la muerte de los otros.

Simón el Mago insistió:
- Virtud es la fuerza y el saber. Yo afronto el fuego, vuelo en una palabra: tengo los mismos atributos de cuerpo glorioso que tiene tu maestro. Yo resucito a los muertos; curo a los enfermos; multiplico los peces, cambio las piedras en panes, y tú, ¿qué haces?.


Jeremías el zelote le contestó:
- Yo rezo por ti, a Yahvé, a fin de que no perezca víctima de tus prodigios, para que vuelvas a la razón.
Simón el Mago, ciego de odio, contradijo:
- Guarda tus oraciones, ellas no subirán tan pronto como yo al cielo.

En este punto, Simón el Mago, quiso hacer una demostración de sus facultades mágicas, y tirándose por una ventana se estrelló contra el suelo; ni ángel alguno, ni Selene con sus malas artes, pudieron evitar su muerte.


María de Gamala y el juicio de Poncio Pilatos.
Era, Gamalena, todo lo contrario de Selene: mujer humilde, nacida en Gamala al calor de los bravos guerrilleros. Sentía gran amor hacia el prójimo. Se me presentó a mi pura de todo pecado. Fue admitida en el grupo que formé con mis alumnos. Intervino en la instauración de comunas en Galilea, junto con Judas de Samaria y Juan el moabita.

Me sigue con las mujeres que también nos acompañan. Gamalena nunca utilizo, para llevar a buen término, algún acto de prestidigitación o de lo que llaman los egipcios magia curativa o sanadora; más bien haciendo al enfermo convencimiento de que está en buenas manos de sanador, en los casos que yo intervengo.

No sólo mi familia me consideraba legítimo heredero del rey David, sino por ciertos discípulos que me consideraban el Mesías.

En el juicio que me hicieron en el Sanedrín, me abandonaron algunos de mis discípulos. La muchedumbre al verme entrar sentado en un pollino, con un ramo de laurel en señal de paz, me abuchearon, insultándome los mismos que antes me siguieron. Un discípulo me negó tres veces, a preguntas de los allí presentes.

Nadie recordaba mi primer manifestación a quien me aclamaba como Mesías. Dije : No he venido a destruir sino a mejorar.
Pilatos no estaba dispuesto a provocar un cisma que enturbiara la paz romana en esa parte de Oriente. Lo que entonces no sabía Pilatos es que Tiberio quería que me enviaran a Capri donde estaba enfermo, con la intención de que le curase de sus dolencias.
Como los sumos sacerdotes de Jerusalén no veían en mí causa religiosa suficiente para ejecutarme lapidado, me enviaron al procurador romano, Poncio Pilatos. Éste no se dejó engañar.

Después de escuchar mis alegaciones, y no apreciando peligros para el imperio romano, me envió al exilio, pidiéndome me alejara de Israel lo antes posible. Sin perder tiempo me uní a una caravana de mercaderes de la seda. Se dirigían de regreso a sus países de Oriente y allí me encaminé. . Es cuando Saulo emprendió mi persecución para apresarme y llevarme a Cesárea. Jinete acompañado de varios soldados romanos, me alcanzó en Damasco.

Tuvo la fatalidad de caer del caballo a causa de la enfermedad llamada sagrada, con intensas convulsiones.
Le atendí procurando no se mordiera la lengua, y después de darle una infusión de las que traía de Egipto, con tan buen resultado, que le envié a casa de un amigo mío residente en Damasco donde permaneció tres días sin vista.
Le trató durante este tiempo bajo mis recomendaciones. Repuesto al cuarto día se alejó con dirección a Tarso, abandonando a los soldados romanos que regresaron a

Cesárea, sin el jefe y sin mí.
Con la caravana seguí en busca de la paz y la tranquilidad, alejándome de Palestina todo lo que pude siguiendo las recomendaciones de Pilatos.
En Colosae, en Asia Menor, se detuvo la caravana para reponer víveres y agua, necesarios para continuar viaje a Oriente.
En la India, me reuní con Ezequiel. Hubiera querido estar con mi madre y hermanos en la fiesta de las saturnales romanas y griegas. El día 25 de diciembre, según el calendario de Julio César. Festividad del nacimiento del Sol.

Una hermosa fiesta pagana de muchos siglos antes que de forma universal se festejaba con mucha alegría. Fiesta que llegamos a disfrutar con todo su esplendor en Egipto. Mis amigos egipcios, Sinuatón, Matasiel y yo, rechazamos toda manifestación referida a hechos extraterrestres, que significaban una tradición de supersticiones, temores y desengaños.

Había muerto el Sol el día del solsticio de invierno, o sea, la parada del Sol. Día en que la noche es la más larga del año y el día más corto.

Saulo para mantener sus posiciones entre los gentiles, amenazaba con mi segundo advenimiento, según él, y con castigos de Dios en represalias contra pecadores. Ninguno de mis fieles seguidores pudo creer estas anormales ideas esotéricas de Saulo.
Otra de las falsedades que me atribuían, referidas a que, si destruían el Templo en tres días lo reconstruiré.

Pretendían hallarme actos de brujería para acusarme al Sanedrín. Querían apedrearme, por eso me fui a Transjordania.
Los milagros curativos como 2llamaba el pueblo a mis curaciones, sacaban a los fariseos de quicio.
Entonces se encontraba el Templo en periodo de reconstrucción y mejora, dispuesto por el rey Herodes.

Mi madre y los hermanos que dudaban de mis enseñanzas, se incorporaron a la comunidad de Jerusalén que regían Simón el pescador, también llamado Pedro y Santiago o Jacobo en hebreo.
Con lógica dudaban de las afirmaciones de algunos de mis seguidores referentes a que yo era el Mesías. En griego llamaban Cristo.

Concepto que jamás acepté dada mi condición de amante de la paz y el entendimiento con mis semejantes de dentro y fuera de Palestina.
Los fariseos se molestaban, me reuniera con extranjeros y comiera inclusive con ellos.

No pensaban los años que estuve en Egipto, adaptándome a costumbres paganas, sin menoscabo de mi condición de hebreo. Me recordaban los versículos de la Biblia, de ser ilícito para un hombre seguidor de la ley mosaica.
Les recordé no estaba incluido un contacto simple. En cuanto comer con ellos, se basaba en la diferencia,
Que existía entre las comidas


de un judío y un gentil. A estos les repugnaba nuestras costumbres dietéticas y viceversa, Pero no reparaban en nuestras adaptaciones a la alimentación de carnes que tuvimos que adaptar por necesidad de convivencia.

Cuando me uní a la caravana camino de Oriente, pasamos por Antioquía. Era una ciudad populosa, se calcula que tenía medio millón de habitantes. Era la tercera de importancia del imperio romano.

Primero estaban Roma y Alejandría. Jerusalén se consideraba una ciudad provinciana. Por esto la iglesia de mis seguidores en Antioquía se fue imponiendo sobre la de Jerusalén, terminando por ser referencia nuestra a la destrucción del Templo y Jerusalén por Tito.

No obstante, las comunas hebreas fueron las más importantes en muchos años.

Ezequiel me tuvo informado de la situación en Palestina y mundo occidental. Yo me encontraba bien correspondido con los lamas en Cachemira, donde llegué tras un viaje lleno de aventuras y avatares.
Hacia el año 46 de mi nacimiento el hambre se extendió por toda Palestina.

Sólo en las comunas instaladas en Jerusalén, Jericó, Kaphernahum y otras de Galilea, resistieron al hambre. Algo por la forma de distribuir lo que producían, pero más por la ayuda que de Egipto se recibió. Hubo caravanas que portaron sacos de cereales al regreso a sus países de origen procedentes de Egipto. Y envíos que Matasiel y Sinuatón hasta su fallecimiento enviaron.

El grupo helénico comandado por Saulo, se distanciaba mucho del grupo hebreo que formaban mis seguidores. Entre ellos, Jeremías el zelote, Santiago mi hermano, así como Juan y Judas, Andrés entre otros.

Estos rechazaron con firmeza las pretensiones de, Saulo, de hacerme el Cristo, Mesías.
Mis seguidores, en particular Pedro y Santiago en la comunidad de Jerusalén, que no podían aceptar el concepto mesiánico de mí.
Saulo molesto se marchó, a Tarso donde permaneció bastante tiempo con sus padres, sin intervenir en mis doctrinas.
Saulo un hombre culto supo sacar provecho de mis enseñanzas, basadas en el respeto a los menesterosos, a los inválidos, a las mujeres a los niños, a la libertad de los esclavos, y, detenidos. Pero jamás consiguió instalar una comuna donde la libertad fuera la norma fundamental de su existencia.
En ellas tenía que existir sin duda la libertad de pensamiento, de religión, de nacionalidad, etc.La noticia más dolorosa que recibí aparte del sacrificio de Esteban, nombre griego, fue la revolución de Judea y Galilea. Con la consiguiente destrucción de Jerusalén, y, su Templo, con la dispersión de los más significativos del judaísmo.

Vespasiano estando en la campaña de Palestina fue designado emperador de Roma. Con este motivo ofreció a Pedro se desplazara a Roma para el acto de coronación suya, así como un tal Josefo, que paradoja, fue general jefe de las fuerzas galileas que se enfrentaron a él y sus ejércitos.
Pedro estando en Roma, tuvo el atrevimiento de reunirse con el grupo de judíos existentes de años antes en Roma.

Consiguió formar una comuna pequeña, que no tardo mucho, estando él ya de regreso a Jerusalén, de reunir muchos gentiles que les satisfacía la comunidad de bienes y la libertad de todos los componentes de la misma.

En el Asia Menor se encontraban cinco provincias diferentes: Capadocia y el Ponto se encuentran en la zona oriental de esa península, mientras que Asia, Frigia y Ponfilia se hallan en la occidental. En esta época Asia se refiere únicamente al tercio occidental de la península, donde hace años fuera el reino de Pérgamo. En cuanto a Frigia en estos días sólo se refería a una zona del interior de Asia Menor Una vez nombradas las provincias del Asia Menor, constituían el oriente el imperio Parto. Continuando la lista al oeste Egipto Cirene, al occidente lejano Roma. Se añadieron después Creta y Arabia. En estas zonas que fueron dominadas por Alejandro Magno se hablaba el griego, lo cuál los seguidores míos y de Pablo, les era fácil propagar nuestras doctrinas.
La rebelión suicida de los zelota que estalló con furia hacia el 66 de mi nacimiento. reinaba Herodes AgripaII, quien aconsejaba paciencia, pero se burlaron de él.
Yo seguí mío camino a Oriente, huyendo del peligro que sobre mí se cernía, de ser crucificado por los romanos, de no obedecer a Poncio Pilaros. L fin de mi viaje desconocía. Iba con los caravaneros, como lo fui en mis primeros años, y confiaba en ellos y en mi destino.







CAPÍTULO V.

LAS COMUNIDADES PALESTINAS.



Intenciones.Rechazamos la formación de centros de acogida, Y, resolvimos crear centros donde se viviera permanente a resguardo de las calamidades que acotaban a mi pueblo.
En las comunas los ancianos forman lo que en Roma se llama Senado, palabra latina que significa ancianos.
En Esparta gobernaba una institución que se llama Gerusia, del griego anciano. Estos años la edad media de vida, es de 35 años, todos los que rebasen de 40 años se considera ancianos.

Pero a diferencia de esas instituciones gubernamentales, el senado comunal, de nuestros núcleos poblados, no emitían juicios que atentaran a la libertad personal de los allí reunidos. Pero sí, servían de punto de referencia de los que venían empujando, con su juventud.

De aquellos que desde muy jóvenes, se miraban en la ciudad santa, como el espejo de sus pensamientos religiosos. Salem, significa en hebreo paz. Fue el nombre de una ciudad que luego se convirtió en. , Jerusalem.
, Jacobo en hebreo es, Santiago mi hermano, mi hermano, llevaba la comuna de, Jerusalem. Debía ser aborrecible para los zelota, no por su doctrina, sino porque representaba a un grupo pacifista que recomendaba la serena complacencia, y, sumisión a la potencia mundial de las legiones romanas.
Cuando Vespasiano venció a las fuerzas judías, y, galileas, respetó las comunas, donde vio una organización pacifista, que no hacia la guerra, ni participó en la rebelión insensata de los judíos,
que arrastraron a los combates también a los galileos, a cuyo frente estaba un tal Josefo.

Anano II que gobernaba en Judá, ejecutó a, Jacobo, en hebreo, es Santiago mi hermano, por dar satisfacción a los judíos. El nuevo procurador romano consideró la medida como interhumano, y, destituyó a Anano II.
A todos aquellos que no aceptaban o se desviaban de la fe que Saulo propagaba, les amenazaba éste, con el castigo divino. Una actuación totalmente diferente a lo que en las comunas seguíamos con libertad, y, amor al prójimo. Nunca amenaza alguna de ningún tipo, y, menos divino, que rechazábamos por principio; se llevaba a cabo en las comunas.

Ponemos en duda la persecución de Nerón a mis seguidores, judíos propiamente dichos, porque apenas hubiese dos o tres pues, el grueso de los que seguían mis enseñanzas, estaban e en Judá, y, menos en Galilea, y, los seguidores de las de Saulo estaban en Oriente.

Según el Génesis la descendencia de la raza humana, hasta la séptima generación después de la Creación, fue: Adan, Set, Enós, Cainán, Madalec, Jafet, y, Enoc.

Nos lanzamos por el mundo conocido a remediar el mal. Creamos comunas para que el individuo pueda ser dueño de sus propios actos, sin menoscabo de clase; libre para hacer lo que le plazca con los límites que la propia convivencia marca.

En mi infancia fui educado con plena libertad, y, esto es lo que me ha producido el amor a la igualdad, y, a la libertad.
En las comunidades los mismos comuneros, rehuyen hacer muestras de poseer lo que los demás no tienen. Es condición ineludible para ingresar en la comuna, renunciar al disfrute de todo lo que en el mundo exterior existe, como bienes superfluos. , y, motivo de envidia, y, presunción.

En ellas existen dos condiciones fundamentales: facultad del hombre de obrar por su propia voluntad, y, respeto al prójimo como a uno mismo.
Por la anhelada justicia luchamos con la palabra tranquila, y, la acción valiente; por el amor fraterno entre las personas; por el libre albedrío, y, la muy deseada paz entre todos los hombres, de cualquier etnia o lugar. Deseamos que la justicia sea basada en el perdón, y, no en la venganza. La justicia humana debe de resolver los problemas sociales, y, humanos, en defensa de la integridad del hombre. El afán de venganza envenena más el ambiente. Por ello procuramos encontrar en el perdón la rendición de penas.

La justicia comunal entiende la posibilidad de dar a cada cual lo que necesita.

Combatimos libremente el pecado, siempre en beneficio del prójimo. No admitimos que un error en nuestras actuaciones mundanas, signifiquen intervenciones del Más Allá, ya sea Yahvé o los ángeles o demonios, de difícil aceptación en Egipto, donde me formé espiritualmente.

Nunca nos valemos del temor para doblegar los espíritus. Estos al actuar libremente ellos mismos se doblegan.
En las comunas instaladas a las orillas del Indo, desaparecieron las castas de la sociedad de la India.

Los hombres, mujeres, y, niños viven en paz sin luchas fraticidas, sin miserias, y, tranquilos. Esta posibilidad se puede realizar en cualquier parte del mundo. Adentro, y, fuera de esas colectividades, donde la gente consiga vivir con plenitud de miras.

Solidariamente por encima de religiones, de nacionalidades, de colores de la piel, de etnias, y, otras diferencias o prejuicios del pasado.

No hay situaciones más agradables para los caminantes, para los alejados del fragor de los combates,, y, para quienes buscan un refugio, encontrar en ciertos puntos estratégicos del país, lugares de acogida.
Los egipcios, Sinuatón, y, Matasiel, nos azuzan por querer conocer cómo funcionan nuestras comunas, a fin de modificar o corregir aquellos defectos que tuvieran en sus Casas de Acogida en Menfis, y, Jereoke.


Estos lugares de Egipto, reconocidos como benéficos, con principios, y, formas de actuación distintas a las comunas de la libertad instaladas en Israel. Se rigen por la idiosincrasia del pueblo antiquísimo don del Nilo, con un pasado salido de la misma prehistoria con datos, y, señales propios.

Sinuatón, me informó que en esos ámbitos como medio educativo leen historias de faraones. Dejaron de leer el Libro de los Muertos porque sojuzga el pensamiento libre de cada uno. Es como el mismo interés de los seguidores de Saulo por supersticiones, y, referencias al Más Allá,, y, al demonio de Babilonia.

Mi amigo egipcio, siempre tuvo fe en mi; consiguió realizar uno de mis mejores sueños: instaló, más tarde, una comuna libertaria en territorio egipcio. La práctica adquirida en nuestras comunas les sirvió para las que instalaron. Siguieron propagando, con el afecto, y, cariño que me tenían.

En nuestro largo deambular por territorios transitados por mercaderes de la seda; por el dilatado camino que conduce hasta Bactria,, y, hasta el sur del río Indo, donde con la ayuda de Ezequiel.

Fiel discípulo, con él fundamos centros de tarea comunal.
Preferimos instalar estos asentamientos a casas de acogida, por el sentimiento de solidaridad que se vive en ellos,
con espíritu de libertad.





El nacimiento de las comunas.

Aislado en el desierto, medité profundamente sobre la vida en comunidades que ciertos animales llevan a cabo. Es que no advertís, -decía yo- como grupos de animales en comunidad cuidan, vigilan, y, ayudan a sus congéneres incapacitados.

¿Por qué, -me decía yo- el hombre con su inteligencia no puede hacer realidad, vivir en comunidad?
La meditación es la base del conocimiento tranquilo, y, sosegado, para saber emprender vuelos mayores. Se utilizó durante muchos siglos, como medio de iluminación. Es causa, y, motivo, para el hinduismo, y, para el budismo.

- Con la meditación prolongada tiene lugar una serie de cambios fisiológicos del individuo; tal es el caso del rápido incremento de la resistencia enérgica de la piel. Eso advertimos en los momentos que dedicamos nuestro tiempo a la abstracción, en particular en los días que estuvimos en el desierto líbico de forma análoga a Buda: cuarenta días, y, sus noches.
Meditando me distraje con unas hormigas afanosas que cuidaban a sus iguales. Advertí que se comunican entre sí a través de las antenas; reciben órdenes que ejecutan diligentes. Las he visto asociarse en grupo para ejecutar una misma faena, para levantar puentes, y, grandes edificios que conservan limpios. Tened curiosidad de examinarlos, y, ved como cierran las puertas de esos edificios por la tarde, y, dejan vigilantes.

Tened cuidado, y, no pisotear sus caminos, ni aplastar túneles que tienden para atravesar lugares dificultosos. Cuando se dedican a recolección de alimentos para la comunidad, no tienen mayor dicha que la simpatía por sus colactáneas.

Escarbé, y, me quedé asombrado del almacén de granos que tenían apiñados. Así como del cuidado que tienen a unos insectos, de orden inferior a ellos, que ordeñan como si ovejas fueran, para su sustento. Nos han ganado a los humanos en la creación de granjas. Ellas fueron las primeras.

Un talento admirable, heredado de los instintos mejorados de sus antepasados.
Repito: ¿por qué nosotros tan necesitados de la ayuda del prójimo, desde que nacemos, no queremos agruparnos, y, sacar provecho en comunidad? Esta reflexión me ayudó en mi decisión, al pensar que nuestra inteligencia es muy superior a esos seres inferiores.

Lo hice saber a mis amigos,, y, los hubo que aceptaron entusiasmados la idea. Los egipcios me pusieron ciertos reparos que luego fueron los entusiastas en coadyuvar con nosotros. Seguí razonando, y, comprendí que, el envío de esas órdenes que dije recibieron, fueron más bien información del lugar, cantidad, y, calidad del producto a transportar al centro de la comuna.

La paz que se disfruta con la meditación, libera al hombre, no sólo de malos pensamientos, sino de sufrimientos originados por la impaciencia, y, el temor de perder lo poco que se posee.
Con el amor al prójimo, sinónimo de respeto al semejante como a uno mismo, nos lleva a gozar de la vida en sus más amplios horizontes.

La libertad que defiendo, conseguida en solitario en meditación, hay quien asegura, es sentimental, basada en el amor. Sí, con amor, de lo contrario nos convierte en seres inertes; sin igualdad no puede existir libertad, por el escalón que nos separe; con el amor a los demás nos proporciona la felicidad humana, y, la paz de los espíritus.

Sé que existieron, en toda la vida, creyentes, aislados del mundo.
Buda estuvo cuarenta días en abstinencia total, alternando el ayuno, con un grupo de sus discípulos, en busca de la Verdad. Otros sabios pensadores se sometieron voluntarios al encierro en cuevas, y, lugares alejados de sus convecinos.

Todos ellos ascéticos, se subordinaron a ejercicios del espíritu, para vivir en la contemplación, y, alcanzar la perfección del pensamiento. Su propio ser, les dirige hacia la perfección del espíritu. En los ejercicios espirituales, no hay quien intervenga para dar consejos. Sólo él, con el Infinito a través de su mente, disfruta de sí mismo.

Productos de la comuna.
El guía, se preocupa, en la comuna, del buen aprovisionamiento de alimentos al mercado. Centro geométrico donde van a tomar aquello que más les apetece. El comedimiento que cada comunero tiene con el resto de los vecinos; lo hacen sin reservas de ninguna clase.

En esta acción sólo empeñan esa moderación,, y, su conciencia, para que resulte eficaz la vida de todos en aquel recinto. No hay dinero, ni compromisos comerciales o de intercambios que le avalen.

Importé de Egipto una novedad. Sobre la masa de los cereales a fermentar se introducen ajos.

Además de las propiedades reconocidas del mismo, para el alivio de muchas enfermedades, desde hace más de dos mil años, sirve para dar gusto al pan.
También tomillos, laurel, y, otras hierbas que lo aromatizan.

Su fabricación en la comuna es un arte reconocido fuera de la misma, en los pueblos de alrededor, y, muy apreciado por su agradable sabor, y, cualidades curativas.

Quien se comporte mal lo hace en uso de la facultad de ser libre, para hacer el bien o el mal.

Al Administrador se unen más voluntarios como ayudantes. El sobrante de trigo, cebada, cebollas, miel, aceite,, y, ajos es conservado en un lugar apropiado en ese mismo centro.
Producimos, pistachos, y, almendras como frutos secos; hace cuarenta años.

Tenemos jaras de las cuales extraemos la resina segregada, de olor agradable, llamada ládano; colmenas salvajes de donde obtenemos miel; cosechamos lechugas, ajos, cebollas. En un extenso campo; recolectamos muchas medidas de trigo.

Constituyen un alimento de gran valor en energía, y, productos sanos que se digieren con facilidad por el organismo.

Con la leche de nuestras ovejas, producimos una pasta, como hace muchos años,, y, consumimos en forma de tajadas de Leche y, además, trozos obtenidos de cuajarla, separando el liquido blanquecino sobre el cual flotan los pedazos.

De Egipto, mediante la ayuda de mis amigos, introduje en las comunas, la forma de incubar los huevos sin la gallina, mediante el calor.

¡Qué maravilla de naturaleza! Seres nacidos de una yema, al momento caminan, y, picotean, con un instinto no aprendido de sus padres, sino heredado. En esta práctica de incubar huevos de hechura artificial, las gallinas son innecesarias, una vez que los ha puesto germinados.
La carne cuando las gallinas, y, ovejas son viejas; vendemos fuera, ya que los comuneros prefieren comer vegetales, huevos, y, leche con sus derivados.

Para el transporte de las cosechas de artículos que recogemos, tenemos burros.
Un continuo desasosiego produce las variaciones climáticas: los veranos de cinco meses en los cuales en contadas ocasiones llueve; en invierno las lluvias apenas tienen un índice constante, y, en consecuencia en muchos siglos de la historia de Palestina, el hambre, y, la abundancia dependen de las lluvias.
Una de nuestras principales ocupaciones que tuvimos que desarrollar por todos los comuneros de Galilea, fue la conducción de agua a nuestros lugares. Para colmo la tierra debido a su composición rápidamente absorbe el agua o la precipita en avalanchas por los cauces secos de los arroyos.

Arrasan más que ahogan la sed de los sedientos campos.
El rocío compensa la falta de lluvia. Las plantas aprovechan.
El agua tenemos que recoger en cisternas,, y, cuidar el agua con mucho esmero.

Al respecto, recuerdo un incidente que tuvimos con Ismael. Una de las cisternas, recién instalada rompió un poco en un movimiento brusco. Esperaba recibir una regañina general del administrador de la comuna, y, demás participantes; pero quedó totalmente inerte cuando vio que con diligencia se pusieron todos a reparar el daño, y, conseguir restituir la cisterna.

La regañina no estaba bien vista en las comunas. La riña por un error cometido, no soluciona la errata cometida, porque no se puede volver atrás, y, restablecer el daño o falta. Entonces para qué reñir. Lo que origina la riña es un momento de rabia, y, envenenamiento del espíritu del que la sufre.

Sólo el joven es quién para zaherirse, como desagravio del daño cometido. Cuando por las cercanías pasan los cananeos de la seda, cambiamos telas confeccionadas con este producto, por perfumes, y, bálsamos que fabricamos en la comuna.

Nos piden lana, vinos, y, frutos secos, lo que no podemos atenderles últimamente, en su totalidad, debido a la situación económica de Palestina quien se vino abajo consecuente con la competencia de Damasco.

En las costas de Canaán había un caracol que producía un tinte a las ropas de rojo azulado. Estos pueblos conservaron su técnica en secreto. Los fenicios eran cananeos, y, su nombre procede del griego que significa rojo, sangre.

Descubierto el secreto los egipcios hicieron un buen uso de este tinte natural,, y, otros pueblos de aquella época remota.


El ingreso en la comuna.

A la entrada de la comuna hay un tablón con diez recomendaciones. Los mayores de doce años tienen que hacer confesión de todas sus culpas, renunciando al mundo en que vivieron. Son sus vicios, causa, y, efecto de los males que aflige a la sociedad hebrea.
Quien desee entrar tiene que hacer clara manifestación de arrepentimiento, y, propósito de enmienda de no volver a cometerlos, aceptando con gozo la nueva vida que va a llevar en la comuna.
En el proceso lógico de esta confesión debe hacer:
- Primero, ha de examinar la especial percepción, y, conocimiento por su yo del bien, y, del mal: debe inclinarse por aquél, y, evitar éste. Se compromete a exponer con claridad el dolor de haber cometido deseo, pensamiento u omisión contra sus semejantes.
Recomendaciones tienen a la vista en ese tablón del frontispicio de la puerta de entrada, no con obligación irrenunciable de cumplir, sino como orientación de la vida que puede llevar.
- Segundo: hacer clara manifestación de su decisión en mantener la conducta existente en la comuna; corrigiendo defectos o errores cometidos en su vida anterior; de lo cual debe hacer con claridad su exposición, ante el hombre bueno voluntario de la comuna, que se haga cargo de recibir al neófito; sea uno o sean varios: hombre, mujer o joven.
Acto seguido, los recién acogidos, entran sin ninguna clase de compromiso previo, ni acto expiatorio a realizar, salvo su conciencia, y, la que ha de tener con la ley popular.

Ahí, en la puerta, quedan delimitadas con claridad las dos sociedades: la de la comuna adentro;, y, fuera la hebrea, o la egipcia, o la india, según el lugar donde aquella esté funcionando. Al mundo exterior puede reintegrarse tan pronto lo desee. Queda bien claro que la comuna es un recinto abierto a todo lo que nos rodea.
Esa frontera sólo está marcada por conductas bien definidas: a un lado el de buscar el conocimiento de la Verdad mediante la felicidad por la liberación, la paz por el amor a todo ser vivo, al semejante en particular.

Todas las prescripciones se reducen al principio de que la confesión previa ha de ser voluntaria, con plena franqueza: principio fundamental de la existencia de la comuna.
- ¿Cómo supo quien pretendía ingresar en la comuna, que tiene de hacer confesión?, -me preguntó Matasiel, antes de instalar los asentamientos en Egipto.

- En el frontispicio de la puerta de entrada principal, al lado mismo de las Recomendaciones, hay un letrero que lo indica. Dice así:
Este lugar te brinda paz, y, emancipación, vende todas tus riquezas, reparte entre los pobres, y, entra haciendo confesión de tus pecados.


- Manifestó, Sinuatón: Si el dinero que saque en la venta de sus bienes se lo da a los pobres, con qué va a vivir él en la comuna; el pobre seguirá siendo pobre, salvo que las riquezas del rico dadivoso vayan a parar a uno o dos que al propio tiempo se hacen ricos.

Entonces estos que antes fueron pobres, de no caer en el pecado, venderán estos bienes, y, repartirán con otros tantos pobres, y, la sociedad no se arreglará con este indiscriminado reparto; salvo si todos los que venden sus riquezas se cobijen al quedar pobres, en las comunas.

- Pudiera ser, exactamente, un método no deleznable, pues llegaremos a constituir tantas comunas necesarias para acoger a todos los que ingresen en las mismas, que se llenará Palestina de comunas, o asentamientos comunales, cada uno rigiéndose con independencia de los otros.
Se aconseja a quienes no son capaces de ser sinceros, se abstengan de hacer confesión; tiempo tendrán en obrar como se le pide.

El libre albedrío bien indispensable que todo hombre tiene derecho: la facultad bien amada de todos los seres vivos que la Creación se recrea en ellos.

Allí es de todos por ser dueño cada uno de todo, y, por ello propietario de la facultad de obrar de una manera o de otra,, y, de no obrar por lo que es responsable, de sus actos. Atributo de los allí acogidos como semejantes a los demás hombres.
Recogieran mucho en unos años,, y, nunca fue individuo alguno propietario de nada y, sin embargo, consideran suyo todo, y, de todos es todo lo que se ha recogido.

Una de las que seguían mis pasos, María, simplemente, pecadora arrepentida, al ingresar en la comuna de Galilea, decía:
- De quienes, en tanto son más poderosos, mayor el desbarajuste sexual que realizan. La ciudad de Sodoma comparada con los burdeles de , Jerusalem, , no es nada.

- ¡Caray!, -exclamé yo con asombro, cuando era célebre el vicio sodomita de los habitantes de aquella ciudad antigua.
-¿Sus habitantes fueron destruidos totalmente, como tengo oído.
- Por un cataclismo procedente del cielo, con azufre, y, fuego, que no dejó piedra sobre piedra. Por su mal comportamiento con los semejantes.
- ¿Qué le espera a , Jerusalem, sumergida en el vicio, y, la anarquía?

- Quienes se acojan en nuestras comunas se salvarán.
- ¡Ay, , Jerusalem, , , Jerusalem, ! -exclamó muy dolorida, María.
Ésta no tuvo más remedio que contar su vida de pecado. Es condición ineludible hacer una confesión exhaustiva de la vida de los que pretenden ingresar en las comunas. Si bien, al administrador le entra por un oído, y, le sale por el otro.

Ni le interesa el pasado de nadie, ni por respeto a la independencia de los demás puede memorizar los nombres de las personas pecadoras, como de él también hizo, quien le precedió en la puerta.
O si no lo desean no se confiesan, nadie puede obligarles.

María volvió a repetirme a mí, todo su pasado; como intuía que le venía muy bien escuchara su confesión, dejé que descargara el peso que los pecados le producían.
De tanto cansancio era preciso descansar plenamente, al dejar limpia la conciencia. La labor humanitaria que hizo en la comuna. María encontró apoyo desinteresado en la colectividad que instalamos cerca del lago de Galilea.
En su ambiente de vida tranquila, sana, y, lejos del vicio, pudo pronto olvidar los días que era mujer mala, prostituta. Su nombre pecador usado en el tráfico de su cuerpo, se olvidó. El suyo propio de nacimiento, corrompieron.

Desde el mismo momento que se unió a nosotros perdió su identidad pecadora, y, en consecuencia mis discípulos la inscribieron como María, simplemente. Su labor en la comuna fue ejemplar. Atendía al reparto de subsistencias entre los niños, los protegía, y, educaba.

María fue de las más entusiastas seguidoras de mis doctrinas.
- Tengo entendido que más tarde, a este tipo de mujeres valientes llamaron diaconisas.
- Pues así debería ser, porque ella se encarga de la administración de los bienes de todos, y, su distribución con la justicia que le caracteriza. Con ella otras voluntarias completan los servicios cedidos por el administrador.

Es lógico, si se piensa que habiendo sufrido tan intensamente, comprendieran estas mujeres que sólo con el amor al prójimo se puede alcanzar la calma que desean los hombres de buena voluntad. Un remanso de paz para todos, sin exclusiones de ninguna clase.

Fue de las primeras personas que comprendieron en toda su magnitud lo que quería indicar en mis enseñanzas.

Para ella, el dinero en su pasado hizo que no discriminara si un cliente era judío, samaritano o egipcio o de otra etnia. Por ese amor pecador de los días inmersos en el mismo, ejerció en ella la necesidad de amar de forma universal.

- Con las manos unidas de galileos, samaritanos, judíos, romanos, egipcios, y, de cualquier etnia o tribu, sin odios ni rencores, vayamos a construir un mundo mejor, -decimos en las comunas dónde no existe la explotación del hombre.

- La maldad ha de corregirse con los ejercicios espirituales desde la infancia, en libertad; los pensamientos deben dirigirse a obras buenas, con las que se proteja a los desamparados, y, mal formados.

- El que pueda ayude a los demás en igual medida que las fuerzas se lo permitan.
- Que los estados que se formen propaguen la paz, y, no la guerra, -suplican mis discípulos.
- Que renieguen de la esencia propia del estado que se base en la violencia. Que se ejercite el diálogo, por hacerse sin rencores, ni odios, y, sí ejercitando el amor a los demás.

- Tienen ejércitos, tienen armas, tienen policías, tienen instituciones para corregir a delincuentes, y, leyes que reprimen, y, sojuzgan a sus ciudadanos, y, todo esto crea violencia, y, no resuelve lo grave de la situación.

Con mucha razón me decían los esenios que acudían a oír:
- Maestro, el estado organizado es el mayor provocador del terror, con su política contraria a los intereses inmediatos de los ciudadanos.
Me decían mis amigos los caravaneros de la seda:
- Confucio en sus obras manifiesta:

El amor consiste en amar a todos los hombres, y, se demuestra en la práctica del respeto, la generosidad, la sinceridad,, y, la prudencia; los sencillos, los modestos, y, constantes se aproximan al jen; lo cual significa virtud, bondad,, y, humanidad.

Cuando iba con los caravaneros de regreso a Palestina por tercera vez, un mercader de la seda me confesó:

- Confucio basaba su doctrina sobre el culto a los antepasados, al dominio de sí mismo, a la humanidad, y, bondad como elementos principales.
Las ideas de Confucio por su carácter práctico se extendieron con rapidez por el país de la seda, porque marca el camino con miras a la acción. Me aseguran que, 611 años han transcurrido cuando estableció sus principios morales; contemporáneo suyo Tao-tsé, cultiva la contemplación, y, aspira a la tranquilidad, y, a sumergirse libre de deseos en el fondo primero de las cosas.

Estas gentes ven en Confucio el maestro del ordenamiento de la vida en el país más lejano.

Los otros asentados en las riberas del río Indo, lo advierten en Buda. Del cual dicen nuestros acompañantes budistas:
- Habla Buda que, la iluminación interior nos acerca más al Creador que la razón, la lógica o las formas externas del culto.

Personajes que, por cierto, me llamaron la atención;, y, a las explicaciones de los caravaneros tuve en cuenta sus muchos razonamientos en defensa de aquellas doctrinas, quedando en mi mente bien grabada la idea de que todas tienden a conseguir el bien de los hombres; pero por distintos caminos, los cuales acortándose, y, haciendo que confluyan, la felicidad de la humanidad será factible. Sólo con el diálogo se resuelven los problemas de raíz.





La libertad en las comunas.
La libertad es lo que nos define como seres humanos.
Los jóvenes hebreos son adictos a las comunas, donde se educan, y, forman, en el amor a los demás, en la paz, en el deseo de libertad, y, en la solidaridad con los menos favorecidos.
Asimilan con todas sus consecuencias el esfuerzo hecho en beneficio de los menos protegidos, y, siguen mis enseñanzas:

Cada uno produzca libremente lo que pueda,, y, dé al que no tiene, por respeto al prójimo como a uno mismo.

Y hasta se lanzan a ayudar al que no puede, con absoluta voluntariedad, y, amor al prójimo.
En el centro de instrucción se forman como auxiliares del sanador, extendiendo por todo el mundo exterior sus conocimientos, en provecho de la humanidad. Asimismo estudian nociones conocidas en la Escuela alejandrina. En una conferencia distrajeron el tiempo hablando del cielo, y, de la redondez de la Tierra.

En la Escuela alejandrina se aseguraba que ya era conocida en Egipto, en el siglo XVI, antes de mi nacimiento, al llegar Pitágoras a conocer en su viaje por las orillas del Nilo.
Informé en la comuna de , Jerusalem, sobre la existencia de un papiro en el Museo de Alejandría, copia de lo grabado en una cerámica china, en la cual se aseguraba que en tiempos del emperador Y, midieron la Tierra con un resultado aproximado a la realidad. Nunca se llegó a tener ídolos o representaciones de dioses que dieran lugar a crear supersticiones, supercherías o claudicaciones a ciertas pautas con más o menos raigambre en fenómenos sobrenaturales. Creencias que aprisionan la libertad del individuo.

Se huye de los nigromantes que ensucian las mentes con predicciones engañosas.
Bien sabemos todo lo difícil que es hacer buen uso de esta facultad natural de todo ser vivo. Es autodeterminación; elección de algo como acto voluntario; el acto surge espontáneo; liberación frente a algo o para algo;, y, realización de alguna necesidad.
Los componentes de las comunas están tranquilos, serenos, ausentes, siempre disponibles para hacer algo por sí mismos. La norma moral es para ellos, la del mayor placer; aprendida de la escuela epicúrea o Jardín, que todavía funciona en Grecia, para quienes el conocimiento consiste en imágenes que representan las cosas, y, proceden de las cosas mismas.
El libre albedrío sigue la propia esencia.
Se hace historia, frente a condiciones reales anteriores de ingresar en la comuna(entre ellas figuran los caracteres adquiridos, con deformaciones impuestas por el modo de trabajo, y, de vida, necesidades: como siempre la escasez etc.).
De lo contrario nos convertiremos en meros elementos de fuerza, humillándonos ante quienes siguen rigiendo el mundo social.
Los ricos piden libertad para seguir explotando, y, aumentando sus beneficios, y, los pobres piden libertad para que no les exploten,, y, se empobrecen más. El que más, y, el que menos, piden lo que le interesa.

Los sentimientos son libres,, y, los pensamientos no podemos controlarlos por cuanto se producen sin el freno de la voluntad; pese al deseo voluntario de hacerlos realidad, lo cual limita la libertad de hacer lo que deseamos.

Nuestra mente no puede gobernarlos, al estar condicionados por la formación cultural, moral e intelectual que hayamos recibido; o por el entorno en que nos hemos movido o por la necesidad física impuesta.
Cuando se integran en la comuna por primera vez se encuentran confundidos, la libertad que reina en el ambiente les produce angustia, y, desconcierto.

Lo importante es la actitud que tomemos respecto a nuestros actos. A veces nos parece que actuamos sin que nadie nos lo impida, contra nuestra voluntad. Conducimos las emociones o éstas nos dominan.

Con la formación cultural, siendo el único medio capaz de tener éxito, junto con el ejemplo que se respira en todo el recinto comunal, se impone una decidida educación de libertad, y, en particular de respeto a la libertad de los demás.
Quien no cumple con estos requisitos, sobra.
Ya desde un principio es necesario ser sincero con los compañeros, y, consigo mismo, , y, tener presente las consecuencias de nuestras acciones. Se ha de usar la libertad con respeto al prójimo como a uno mismo, de lo contrario caemos egoístamente en la necesidad de ser uno, y, sólo uno, sin conciencia de los demás.
Si somos libres por naturaleza, es antinatural tener mala conciencia, por lo que libremente somos hechos.
Hay que ver, y, contemplar la alegría que tienen los comuneros. Disfrutan con el ambiente tan distendido, y, distinto al que han dejado en el exterior.
Se congratulan de encontrarse allí; se saludan con infinita deferencia.
El temor, la vergüenza, la falsedad,, y, el recelo dañan el libre albedrío.
La seguridad que irradia la comuna a sus componentes, elimina el temor. No existe violencia de ninguna clase; las armas brillan por su ausencia; no se contempla cosa alguna que produzca ese sentimiento de tender a evitar lo que se considera dañoso, arriesgado o peligroso.
Desnudas las almas con la confesión, no puede turbarse el ánimo, por cuanto el rubor queda a cubierto de todo mal.
La propia composición de la comuna descubre pronto la falsedad de algún ladrón o malandrín, infiltrado;, y, la misma anarquía de la colectividad que defiende la libertad de pecar, desprecia, y, suprime el brote de maldad, cuyo ejecutor es por sí mismo juzgado.

Víctima de una momentánea ofuscación, se arrepiente. Confiesa su pecado públicamente, o se exilia. No resiste al contemplar la limpieza de espíritu de los allí residentes. La prisa, la velocidad en la acción, no es válida si no es apoyada por la prudencia.

El recelo está ausente por no existir motivo de temor o desconfianza. Si se produce sospecha, pensando en alguna causa, la misma serenidad de los compañeros compensa la sospecha.

El caos de por sí es constitutivo de la esencia de la comuna. No significa la negación de la realidad. Recurrir al consejo, a la exigencia de comportamientos afines a nuestros deseos, a pedir más de lo que se precisa indispensable, amar desordenadamente a otros, es corroer el espíritu comunero.
El amor es el deseo del bien, pero ha de evitarse sus excesos, cuando desea cautivar, esclavizar el ánimo del otro, convirtiendo a éste en un autómata cuya libertad queda supeditada a su deseo. Es totalmente contrario al espíritu de la comuna.

De por sí, por su propia formación libertaria, se rechaza, y, nadie pretende ser más que el otro.

No hay en estos asentamientos jueces, ni policías, ni institución alguna que coarte la libertad de los demás en hacer bien o mal. Ni persona capacitada para calificar lo que está bien, y, lo qué está mal. Cada persona es un mundo, y, en exclusiva cada uno es dueño de sus actos.
La ética, y, la moral, siendo las dos obras de los hombres para su convivencia, en las comunas no son imprescindibles. La libertad, y, la igualdad suplen con creces las desigualdades que puedan existir en la forma.

Casos se han producido de individuos que se soliviantaban ante la indiferencia demostrada por los allí residentes. Terminaban por comprender que esa apatía significaba el respeto a la libertad que ejercían los comuneros.

Al adivinar que los demás le rechazan por ser incapaz de su arrepentimiento, se marcha, hundiéndose en el fragor de la vida exterior.
Libre significa simplemente no contar o contar poco en la vida, con escasas necesidades.

Los hombres escogidos por el Destino para realizarlo, no son libres, con el carácter comunal de poder hacer lo que queremos. Sin embargo, son libres en un sentido superior, cuando eligieron su destino.

El reparto de lo preciso se hace con aspecto libre, y, ecuánime, sin que surjan discrepancias guiadas por el egoísmo, porque no es razonable existan donde no hay posesión particular, y, sus apetencias son pocas, y, atendidas.

En principio lo que no se ha quitado a nadie debe, sin embargo, calificarse de objeto no apropiado, si uno lo conserva sin necesidad.
Una fuerza difícil de vencer constituye la unión de todos.
La escasez de medios, entre todos aminora las necesidades. La energía desarrollada en una misma dirección, soslaya multitud de dificultades. Nunca el hambre hizo estragos individuales en las comunas.

O morimos todos o juntos nos salvamos, es una frase muy repetida en ellas.

La libertad consiste en tener voluntad de ser dueño de uno mismo. Mas nadie puede ser libre para hacer lo que su voluntad le dicta. Este tipo de libertad consiste en saber cómo es posible reconciliar ésta con lo que le hace falta, dominando la voluntad.

El comportamiento de cada uno de los allí residentes, conforta a quienes padecen de negligencia o descuido.
No era la magia suficiente para crear el clima propicio de adoración a unos dioses. Esa magia procedente de los magi, sacerdotes persas, inventando símbolos, y, rituales para concentrar la mente.

La Creación dejó al hombre en manos de su propia decisión, de modo que vaya en busca de la Verdad sin intimidaciones, y, llegue libremente a la plena perfección. Es parecido a los polluelos aviar, que así nacen se valen por sí mismos para picotear, y, alimentarse.

El hombre racional es dueño de sus actos. Procurar desterrar aquello que le coarta, que le limita, es el fin de una vida que termine por satisfacerle.

En las comunas impera el principio de poder obrar, y, no obrar, pues radica en la inteligencia, y, la voluntad y, por tanto, hacer aquello que le plazca. Ejecutan por sí mismos acciones deliberadas, bajo su responsabilidad.



Las dudas.
El egipcio me confesó su poca fe en el proyecto, y, señaló:
- Pretender crear tal reino será totalmente ilusorio ¿Quién les exige la confesión de sus riquezas?, supongo, dejadas en el exterior.

- El administrador.
Tarde o temprano se reconocieron culpables. En ese momento ejercieron uno de los dos caminos: primero, hacer pública confesión de sus pecados, arrepintiéndose, con ello salvaba el error cometido, sacando los dineros del escondrijo, y, entregándolos a los pobres; segundo, fue egoísta, y, salió a disfrutar de los pocos dineros que le habían quedado. Él mismo se castigó, y, mucho, al pretender engañar al prójimo, y, por su egoísmo.

Entonces el administrador les daba la despedida reglamentaria, sin violencia de ninguna clase, como cuando entró a formar parte de la comunidad.
-, y, los demás componentes de la colectividad, harán crítica de tales conductas, y, podrá ser cizaña arrojada como arma tornadiza que dañe el buen comportamiento de los comuneros.
- ¡Ah, no! Cada uno es libre de pensar, de actuar, de sentir, de trabajar, de comer, de disfrutar placenteramente del objeto que encuentre a mano o busque con empeño. Nada puede dañar este comportamiento, porque no hay fuerza capaz de anular el bien común.

Ni individuo con facultades para hacerlo. Las críticas no pueden atentar al bienestar ajeno. Cada uno dice lo que quiere: es libre; pero condicionado por su propio albedrío a respetar el de los demás. Entiéndase bien, que es facultad suya; nadie le va a pedir haga esto o lo otro.


Sinuatón, siguió con las dudas; en su afán de conocer mejor los métodos que existen en estas colectividades. Me preguntaba, y, yo le respondía, hasta que llegó a convencerse de la vida feliz que podía existir en las comunas.
Siguió mi palabra e hizo proselitismo en Jereoke, Heliópolis, y, Menfis, con muy buenos resultados, creando Centros de Acogida con protección a los desvalidos, a los mendigos, y, a mujeres abandonadas, y, descarriadas.

Con la creación de las fundaciones comunales en Palestina, y, esos Centros de Acogida en Egipto, que tan buena aceptación tuvo por las gentes humildes del país, quedó patente la posibilidad de vivir todos los hombres, sin distinción de raza o tribu, unidos en un solo fin: un futuro mejor para los hijos, unos terrenos mejor conservados, unos pastos más provechosos para el ganado, aire puro para todos, aguas reguladas, limpias para uso de las gentes y, en provecho de las cosechas. Entre estas posibilidades se encuentra la facultad de ser libre. - Hacer a menudo uso de esa libertad para que se mantenga lozana, y, os haga felices, que el fin verdadero del hombre, es disfrutar del placer de vivir, vencer el dolor, y, hallar placentera la muerte.
El mundo está en movimiento, las ciencias evolucionan; todo progresa en el universo. Desorden desde su propio origen es progreso, el mismo que en las comunas se produce, sin choques que originen paralización de la acción evolutiva de la sociedad comunera. El choque de dos voluntades elimina el albedrío de cada uno. Es como si fuerzas iguales se suprimiesen mutuamente.
Es bien sabido que los allí acogidos, en particular los nacidos en la misma, renuncian a todo boato, ya sean vestidos de seda, vestidos multicolores, grandes cadenas de oro, broches, agujas o piedras preciosas, y, todo aquello que manifieste poder, riqueza o presunción en el mundo exterior.
Los que nada tienen, los que recogen ante las suntuosas mansiones de los potentados las migajas arrebatadas a los perros, a quienes aquellos echan los mendrugos de pan.
- Las necesidades en nuestras comunidades, están atendidas y, el equipo de voluntarios funciona bien, -se expresó Ezequiel.
- Hay en los asentamientos bienestar, con personas capacitadas como sanadores. Estos preservan con eficacia la salud, -afirmó Jacobo.
- Al amor constante entre hombre, y, mujer llamábamos cariño, -Jacobo defendía con pasión- `por aquello de que el amor simplemente es esclavista.
En estas colectividades la realidad de la vida consiste en el disfrute del cariño, paz,, y, respeto de los demás.

La libertad de los demás es mi libertad.

Esto de libertad no es un término nuevo por nosotros acuñado, sino que ya los griegos decían que es un bien hermoso, y, magnífico, tanto para el individuo como para el estado; pero ¿qué Estado es capaz de prometer ni mantener la generosidad plena para todos? No es posible por su propia constitución.
La libertad por ser pura por naturaleza, nacida en el momento de venir al mundo el hombre moldeado por Yahvé, no puede soslayarse en ningún momento.
Ya en el Paraíso Adán, y, Eva, tenían libertad para hacer lo que le pluguiera, si bien con el límite de la libertad de Dios, cifrada en el árbol del bien, y, del mal. Cuya enseñanza era reservada para el Creador.

En el mundo en que vivimos, aquella facultad es potestativa de los ricos, y, poderosos; los pobres carecen de ella, y, dicen:
- ¿Para qué la queremos? Dadnos la igualdad, para que la libertad brille por sí misma.
Me decía el sacerdote del Sanedrín, Timoteo:
- Es una imagen idéntica del Paraíso.
- No tanto, doctor, pues la comuna conlleva lágrimas, alegrías, esfuerzos, y, descanso bien merecido, pero no la hipocresía, la abulia o la pereza, contrarias a la voluntad guiada por el albedrío de cada uno, disfrutando de hacer lo que les plazca, y, en bien de todos.
En la comuna se canta, se pinta, se baila, y, se confeccionan objetos útiles o inútiles como motivos de distracción. En las comunas hay alegría, se ríe a carcajadas sonoras, y, sanas de intención. No sirve el pretexto de risa males del prójimo, ni intenciones de burlarse del semejante.

La alegría en las comunas es sana, y, se basa en el bienestar de los demás. Esto provoca el baile, que siendo imprescindible evocar recuerdos ancestrales, provoca el movimiento alegre del cuerpo, saludable para el mismo, y, el alma. Ya lo dicen los griegos: Cuerpo sano espíritu sano. La tristeza es el pecado original del mundo.

Me formaron también las conversaciones con los caravaneros procedentes del territorio de la seda, y, con los seguidores de las doctrinas de los lamas de la nueva escuela mayanista, instalada en la región de Bactria, que luego visité.

Las comunas creadas por nosotros, las de los esenios, y, de las comunidades budistas, me instruyeron como es lógico con la experiencia; y, mis intensos estudios de las Escrituras Sagradas, anteriores a la conocida cautividad babilónica. Rebatí con los sacerdotes de las sinagogas de varias ciudades israelitas.

El trabajo.
En las comunas el trabajo dignifica a las personas que lo ejercen; no es sinónimo de esclavitud, tal como en el exterior tienen como desgracia.
En estas colectividades de labor, y, ayuda al desvalido,, y, menesteroso no admitimos la frase de Aristóteles, que lei en Alejandría:

Así como algunos hombres son libres desde su origen, otros son por naturaleza esclavos.
Hasta bestias de carga los hay, más que esclavos del género humano. Despreciamos esa afirmación, pues el hombre al ir evolucionando su inteligencia, consiguió los más altos escalones de la vida: por generación natural.

El mundo está bien surtido de esclavos: Grecia dicen tiene una tercera parte de su población de esclavos, otro tanto Roma.
En la colectividad se rigen por los mismos principios básicos: la propia personalidad de la comuna regula libremente hacer cada cual lo que le venga en ganas: pero siempre en provecho de todos.

- No se te olvide que existen vagos de nacimiento, -corroboró Sinuatón.
- No aceptamos tal expresión, amigo mío. El que no ejerza alguna función provechosa para la comunidad no debe estar en la misma., y, así sucede, que, quien no vale para trabajar se exilia, y, vuelve nuevamente a la mendicidad, al robo, y, asesinato.

- Luego los habrá que por necesidad imperiosa se mantienen dentro del recinto; pero sin verdaderos deseos de participar.

- Cierto, casos sí que ha habido, y, habrá, mas son los menos, y, debemos contar con este inconveniente.
Hay sociedades que regulan el trabajo, por ejemplo, en la egipcia donde los obreros, y, siervos tienen ocho horas al día de tarea, y, uno libre cada diez de esfuerzo; en las comunas el horario de ocupación de éstos, es decir, de los que voluntariamente se dedican a la labor que más les apetece, el tiempo a invertir es libre.

En Erezt Israel no existe horario; el trabajo se realiza durante tanto tiempo como sea necesario; o en los territorios del Tigris, y, Eúfrates,, y, más al norte, donde el esfuerzo corporal del esclavo es inaudito.

No hay quien regule el horario laboral, en las comunas. ¿Quién mejor que ellos mismos pueden moderar su capacidad,, y, rendimiento?

Cada comunero trabaja el tiempo que le deleite. No hay cosa mejor que cada uno se dedique al esfuerzo o labor que más le satisfaga, pues la utilidad siempre será mucho mayor que si es forzado. El trabajo que gusta es distracción, y, favorece la salud de quien no conoce la pereza.
- Insisto, Joshua, más de uno con su falta de diligencia producirán entorpecimientos en el trabajo comunal a desarrollar.
- No importa, el día es largo, y, el esfuerzo de los demás suplirá esa carencia que puede advertirse. No hay en las comunas quienes ansíen mayor producción para su beneficio. Se refuerza la cuadrilla con nuevos brazos: se evita propagar juicios temerarios.

La libertad de comportamiento de cada uno de los allí residentes, conforta a quienes padecen de negligencia o descuido en las cosas a que están obligados. Se presume que ese descuido o tardanza en las acciones o movimientos precisos en el esfuerzo, o ayudas al prójimo, son originados por motivaciones involuntarias del individuo.

Es norma no escrita, que se le anime,, y, ayude a soportar las tareas, y, adversidades que recaen en algún coetáneo débil.
- Se fomentará el abandono en provecho propio, -insistió Sinuatón.

- Pero el tiempo es el mejor antídoto a estos males. Se resolverá con satisfacción esta anomalía individual, con el respeto, y, cariño entre todos. No se pretende subsanar con acciones coercitivas, sino que con el cariño, y, afecto que se le tiene al perezoso, que sirve de acicate en su restablecimiento.

Hay quien entretiene a los demás con sus canciones, o actuaciones ingeniosas, en un ambiente de alegría. Cosa que agrada grandemente al término de la labor. Es muy desagradable pensar que quien trabaja en el campo o en los talleres, envidie a los que actúan de forma distinta. Se les diría a los envidiosos: pues dejad de trabajar, nadie os obliga. Por eso no hay envidia. También el artista puede ambicionar al que trabaja de sol a sol con plena satisfacción. Puede hacer, y, muchos lo hacen a su capricho. Insisto, nadie le obliga, ni al campesino ni al artista. Tampoco al perezoso.
Algunos de los allí residentes se liberan del servicio manual.

Dedican el tiempo al intelecto, y, enriquecen el mismo, por estimar que en ello consiste alcanzar la felicidad. Ningún trabajo es despreciado.

- No se puede ni se quiere subjetivamente obligar a nadie a que trabaje. ¿Quién puede obligarles? Todos somos libres, luego debemos respetar ese desliz del compañero: Vagos hubo, sí. Se regeneraron haciéndose algunos en ocasiones, en exceso, trabajadores. Es como un vicio esto de excederse en el trabajo , y, en consecuencia se les aconseja descansen más, y, alternen en diversiones, y, juegos con los del grupo, velando la salud del cuerpo.

- Si ninguno quisiera trabajar en el campo, el hambre se extendería pronto por la comuna.
- Sí. Cada cual agarraría la vela por donde quema. Pero la libertad unida a la igualdad, subsistiría. En la comuna del Indo, como consecuencia de la sequía que asoló la región. El hambre se extendió por igual, y, lo poco que quedó en el último momento repartieron ellos mismo a los más necesitados, por su constitución más endeble.
La muerte les sobrevino en conjunto, ofreciendo su vida por la libertad, y, la igualdad entre todos. Otros, volvieron a resurgir la misma comuna, y, la vida continuó. Nada es inmutable.

La enseñanza.
Si se dedican a la meditación, se les respeta. Así como a los que se dediquen al estudio, a la pintura u otras artes.
Se tienen que preocupar de la formación espiritual del recién nacido. Sabemos ha de ser con ejemplos, pues no hay mejor método de enseñanza.
Más dificultades encontramos en quienes ingresaron con edad, mayores, cuya formación fue realizada lejos de la comunidad

Llegan portando al recinto prejuicios que luego son difíciles de resolver.
Sólo el ambiente del lugar, le sirve de antídoto. El trabajo productivo, la lectura, el cuidado del cuerpo con ejercicios diarios, con paseos, y, juegos; la asistencia a las conferencias que se dan en el centro de instrucción, abierto todo el día; allí no hay cerrojos, ni pestillos: todo eso lo ejemplifica.

- Joshua, dudo que la conferencia no contenga actuaciones ejemplares, las cuales sirvan como normas o reglas para el mejor vivir en la comuna. Si tratamos de Osiris, digo yo, nos hemos de remontar a tratar las vivencias de Horus, del tío de éste, Set,de su madre Isis,, y, las aventuras producirán un deseo de adoración, de religiosidad, y, ésta siempre obliga a ciertos comportamientos morales, y, éticos.

En las vuestras con Moisés o los Macabeos, ya tenéis igualmente motivos de endiosamiento.
- Naturalmente, amigo mío.
- Aceptas, pues, que originará un trastorno en la comunidad. La diversidad de creencias religiosas, y, la superstición. El temor a lo desconocido. Y, otros factores vuelvan a resurgir como fantasmas del pasado.

- Siempre están arropadas estas conferencias por el mayor deseo que impera en la comuna: la libertad de pensamiento. Allí hasta los sordos oyen con los oídos de los otros, los ciegos ven con la vista ajena, y, los tontos espabilan con el ejemplo. El amor a los demás, y, la libertad en creer o no creer, les respalda.

Monasterios, y, no comunas.
- En ninguno de estos asentamientos pueden existir reglas o normas que la condicionen en la forma que se determina. Tal comportamiento llega a constituir un medio para fines poco recomendables. De unas normas se sigue a dictar órdenes, y, de aquí a leyes: sólo hay un paso. Esta fue la causa de rechazar decididamente a Saúl en la comunidad de , Jerusalem.

Esto hace que la colectividad libre desaparezca. Lugares monásticos, surgen donde los creyentes siguen una vida condicionada, sin la libertad que les haga dichosos. Salvo la gracia que reciben de sus radicales pensamientos, aislados de este mundo real.

Las ideas preconcebidas en sentido discriminatorio hacia las personas, o sus acciones, cohíben obrar con total independencia.
Los pensamientos de cada uno, dentro de la comunidad, deben de ser , asimismo, atributo de los demás. La intimidad se contrapone al espíritu de liberalidad. Las reservas, y, secretos de dimes, y, diretes, de actuaciones criticables, desvirtúan la absoluta confianza que debe existir entre los comuneros.
Somos una familia, más o menos numerosa; pero al fin una agrupación de sentimientos afines. Quien tenga en este sentido vergüenzas, no resultará buen comunero. Los pensamientos sobre males de su cuerpo o de su mente, deben de ser conocidos, y, en particular por quien puede hacer algo por prevenirlos. La intimidad es vergonzante. Existen sanadores, y, personas inteligentes que pueden medir sus facultades psíquicas.

No obstante, es libre de confesar o no, allá él. De hacerlo deja limpia la conciencia.
- Luego, hay buenos, y, menos buenos integrantes de la comuna, -me atosigó mi amigo egipcio.
- Los instintos por sí ya lo son: se es bueno, y, se es menos bueno. En ello insistió Zoroastro. Fuimos hechos de esta forma doble, para poder actuar libremente en una u otra dirección, y, como se forma un círculo completo de conductas, todos se respetan mutuamente. Pero saber lo que es malo o es bueno, es muy difícil discernir. No hay reglas que definan estas acciones. Para uno es bueno esto. Para otro es malo, y, viceversa.
Los lamas.
Con varios lamas analicé este concepto, que ellos toman por muy propio de Buda. Liberación del género humano, y, exaltación de la espiritualidad.
La lucha contra el dolor de forma totalmente espiritual, muestra la nobleza doctrinal de Buda. Llega por este camino a dominar la mente mediante el nirvana, o existencia impersonal. Marca ocho vías que conducen a ella.
Cuando insistí que Buda nunca habla de Dios, me contestaron que mejor es no hacerlo, pues tan elevado está, tan fuera de nuestro alcance que, mejor es ni nombrarlo. Por no menospreciarle; pero deben realizarse actos que nos lleven a la Verdad.

Entre los lamas, el pecado, y, el amor no están considerados como verdaderas raíces de la Verdad. En la explicación que les daba, propia de mis pensamientos, les decía que en su ejecución el hacer o no hacer es una facultad natural propia del hombre. En ningún momento el pensamiento ha de ser comprimido, cohibido o perseguido, por extravagante que sea. Es consuetudinario a la libertad.

En sus razonamientos aseguran es el pensamiento útil, valioso o apetecible. Es benéfico para la colectividad, pues debe dirigirse a la realización de las ocho felicidades bienaventuradas. Todo ser humano tiene el derecho,, y, el deber en llegar a ellas.
El pensamiento que por su índole puede hacer sufrir, dañar, ofender, y, ser contrario al bien común, produciendo calamidades al colectivo en general, debe de ser anulado. Suprímase, y, redúzcase mediante prácticas espirituales. Encaminadas no sólo al arrepentimiento de la propia persona, sino a dirigir el pensamiento con ejercicios de la voluntad, hacia hechos benéficos para los demás.

La independencia en actuar, debe subsistir. Facultad que siendo buena, es innata en uno mismo, y, no endemoniada.
El albedrío de pensamiento, de creencias, y, de opiniones, está implícito en la esencia misma de la comuna.


La sexualidad.
Todos opinábamos que los actos naturales son sagrados. Nadie puede transgredir, en uso de su responsabilidad. Llegado a la madurez sexual, tiene el individuo la obligación de hacer uso de sus facultades.
La abstinencia forzada, es pecaminosa, cuando renuncian a lo más bello del cuerpo humano: dar vida a un nuevo ser. Reprime los sentimientos, por mucha espiritualidad que se quiera imprimir al acto sexual.
Es contranatural desistir de lo que se nos concedió, al ir contra la propia decisión de la Creación: anarquista si se quiere, pues nadie está por encima de ella, y, al fin es suya.

- ¿Para qué se nos dotó de órganos reproductores?
- Maestro, ¿si los anulamos por voluntad propia, atentamos al deseo divino, como hacen los esenios?
- No hay justificación alguna. ¿Qué ocurriría si en una sociedad de tanto espíritu procreador como la nuestra, se introdujera el imperativo del celibato? Esta soltería que seguían de forma radical los esenios de Qumram, donde me encontré dando clases una temporada. Rechacé con todo mi ser.

Causa esta, -y la falta de libertad- que me separó de una posible continuación en la comunidad de los esenios.
La comuna de Hebrón, recién instalada fue avasallada, y, derruida. Los comuneros pacientemente, sin responder a la agresión, con excesivo respeto al prójimo, volvieron a reconstruirla con su propio esfuerzo.

En la rebelión contra Vespasiano, en ella se refugiaron muchos de aquellos que con anterioridad habían golpeado su instalación. A nadie se le ocurrió sacar a relucir la falaz acción de los fariseos, nuestros más crueles adversarios.

En la de Galilea, cerca de Gamala, los propios zelota se dedicaron a edificar locales donde se guarecían los niños, y, ancianos, así como los inválidos de las luchas mantenidas con los romanos.

Posteriormente Matasiel ayuda en la comuna de Alejandría, compuesta principalmente por judíos de los que residen en el barrio hebreo cerca del puerto alejandrino.

- Procura, Matasiel, no interferir la vida de los allí acogidos. Intenta sean ellos los que resuelvan sus propios problemas; que no perciban la existencia de un mecenas tan honorable, como nuestro gran amigo Sinuatón, y, un ayudante tan eficaz como vos. La independencia tiene como gracia que no debe enturbiarse por acciones foráneas a sus compromisos.


Unión de hombre, y, mujer.
Se llevan a cabo en las comunidades uniones entre hombre, y, mujer, como es lógico. Se unen libremente, por consentimiento expreso, para dar satisfacción al cuerpo, así impuesto por los instintos a todo ser vivo. Condición innegable: reproducíos.
Es ejemplar observar como actúan las aves. Se contemplan cuando llegadas las fechas más señaladas de su vida se buscan. Hacen el nido, y, luego se entregan amorosamente al vínculo sagrado del coito. Saldrán huevos germinados, y, de ellos nueva vida.

El hombre pese a su inteligencia, obra según el instinto de la reproducción. Percibe placer, con el fin de que no rechace su cuerpo volver con nuevos bríos, para repetir el acto, y, asegurar la fecundación de la hembra.
Vemos a las plantas con sus sofisticados procedimientos de atracción a ciertos animales. Sus semillas transportarán a otras plantas a las que inseminen sin cópula. Procedimiento capaz de reproducir la especie por generación natural.

El vicio o deseo sexual extremado, es bien controlado por la gente de la comuna, merced a la prudencia.

El deseo de poseer en demasía una cosa, ya sea sexual o material, por la propia composición de la vida comunitaria es casi imposible sufrir. Se tiende a la opinión de toda la asamblea comunitaria a no considerar prohibido ningún tipo de placer del que no provenga mal alguno, y, cumpla un fin natural.

La sodomía no se conoce en estas colectividades, ni la promiscuidad, y, no hay quien lo impida.
La palabra, prohibido, allí no existe, En las comunas instaladas por mí en Palestina, y, Bactria.

Sinuatón, ayudado por Matasiel, en Egipto- no hay quien fuerce a nadie a casarse. No admiten exigencias de ritos de la sociedad maltrecha de los hebreos; o de la cambiante de los egipcios, y, de los indios con sus costumbres; ni los padres, ni la colectividad, son quienes para tomar tal determinación que afecta exclusivamente a los interesados.

En estos asentamientos no hay jueces, ni sacerdotes, ni escribas que lleven a cabo el acto de inscripción del matrimonio. No es necesario. Ellos saben respetarse como integrantes de la comuna que son, tanto o más respetuosos. Otros en el exterior, hipócritamente se enlazan sin amor.

El administrador anota sus deseos de unirse, a fin de tener constancia, y, evitar incestos o algo similar. No por que se prohíba, sino como información a los interesados. Si son hermanos, y, quieren casarse, el problema es de ellos; pero han de conocer las dificultades de orden natural existentes.

No deben tomar como ejemplo a los faraones, y, menos a nuestra última Cleopatra, en incesto con su hermano.
Las separaciones son raras. La separación de la pareja, se lleva a cabo en igual forma que su unión. Nada hay de pretensión, vanidad o presunción.
No se producen los casos del mundo exterior: maltrato de palabra u obra, tortura, malentendidos, infidelidad, u otra causa matrimonial. Vuelven al administrador quien toma nota de la decisión de los dos.

También es el encargado de notificar a la sinagoga, el enlace entre ambos. Nadie puede criticar sus determinaciones: Es potestad de su albedrío.
No existen celos, expresiones de un mundo enviciado. Donde se producen por el principio de posesión; hasta la voluntad, y, el amor del compañero quieren obtener, esclavizándolos.

En ellas no hay patrimonio de nada sobre algo de la colectividad. No existe por analogía propiedad de amores: El celo, es el recelo como sentimiento natural de todo ser vivo, temeroso de perder el bien obtenido.

- ¿Qué puede motivar allí la separación de una pareja?
- ¿En la comuna?
Afirmó con la cabeza, y, yo, con mal disimulado énfasis:
- Pues la falta de felicidad. Si ésta es un estado de ánimo para el que la desea, ha de corresponder en igual medida con el otro.
Qué mejor estado de ánimo puede fomentarse en la colectividad que la moderación de cualquier tipo de apetito, sujetándolo a la razón. Se fija la atención en la necesaria sobriedad en la vida, ya que los excesos no reportan ningún bien distinto de los que tiene cada uno a su disposición. Ingresan en ciertas ocasiones quienes tienen vicio de masturbarse. No se critica el acto sexual de la masturbación, tan necesaria, y, al propio tiempo desarrollada desde la más tierna infancia.

Se pretende curar el exceso, de por sí siempre malo para el individuo. Pronto dejan sus manías, y, se reintegran al orden anárquico de la comuna.
En la enfermería, hay siempre quien les receta infusiones que ayudan a restablecer su templanza.

Esta propagación de virtudes, como gracia divina a quienes saben cumplir los mandamientos de la ley natural. Hace que todos en la comuna sientan la alegría de la vida. Superen con creces todos los momentos tristes que, el propio género humano comporta.

Una de las normas fundamentales, no escritas, sino flotante en el ambiente de la comuna libertaria, es cuidar la salud tanto mental como corporal de uno mismo. Exigencia de la Creación, que no se puede pasar por alto, por mucha libertad que se enumere.
- Los dioses, -me dice Sinuatón- pusieron a los animales en condiciones de poder engendrar en diversas circunstancias: unos tienen épocas de celo, momentos exclusivos para el amor entre las parejas; otros son libres de llevar a cabo el acto sexual en cualquier momento de su ciclo vital, siempre, y, cuando la salud de la pareja lo permita, y, el estado lúdico favorezca el acto. Entre estos últimos está la raza humana.

La vida se aferra al proyecto de prolongar en sus diversas formas tanto vegetales como animales: la esencia de la evolución.

Para mejor convivencia entre los comuneros procuran, eso sí, seguir las Recomendaciones en la nueva redacción que hicimos de las enseñanzas bíblicas.
Se eliminaron ciertas barreras ideológicas que en ellas figuran, tal como las que prohíben una actuación libre.

Donde dice por ejemplo:
- No matarás.
Bajo el prisma de la voluntad para hacer, o no hacer, de obrar de una forma u otra a su albedrío, incluso por inclinación natural matar, nosotros redactamos:

- La muerte del prójimo es una desgracia.
Suprimimos el mandamiento que dice:
- No desearás la mujer de tu prójimo.
Carece de sentido; en un mundo de amor libre. Sin propiedades de ninguna clase, no se pueden poner límites. No admiten quienes allí se cobijan, por entender que este amor natural evita la promiscuidad.
La bondad humana hace que se respeten las libertades de los demás.

Con letras gruesas remarcamos el mandamiento que dice:
- Honra a tu padre, y, a tu madre.
Con las siguientes palabras, evitamos el imperativo:
- Honrar a los padres es una virtud.

Los inteligentes amigos egipcios me atacan cuando aseguro esto. Me dicen:
- Luego hay en ellas algo que domina, que obliga, que dirige y, por tanto, cohíbe la acción libre del individuo.

- No encaja en el espíritu de la comuna. Por eso es motivo de holgorio si alguno se le ocurre leer la ley bíblica referida. Si uno seduce a una joven no desposada, y, tiene con ella trato carnal, pagará su dote, etc.

Al pretender avasallar la libertad de otros, se condena así mismo; pero nadie le pedirá cuentas: sólo entre ellos dos han de resolver el conflicto, si es que hubo.

También da que reír se les prohíba adorar ídolos a quienes carecen de ellos, en el recinto.
Razonando todas las leyes de bienes, de costumbres, ceremoniales, y, otras muy diversas señaladas en el libro llamado Éxodo, no encajan en las formas, y, libertades que se viven en la comuna.

Por los senderos del camino de la seda, en Bactria, y, al sur de la India establecimos, más tarde, centros comunales donde la ocupación, y, el reparto de los productos eran por igual, bajo las normas que dictan los libros religiosos del hinduismo, y, budismo. De igual forma en Grecia, donde tienen un dios supremo del Olimpo,
y, sus acompañantes los que ven, observan, y, dictan en oráculos las mejores acciones a realizar por el ser humano.

Y Roma, copiando a los dioses de los pueblos conquistados, asumieron una religión acorde con sus pasiones.

Lo cual acerté en mi previsión, pues las comunas creadas en Egipto se orientan tal como opinamos: Guiados por el sentido moral de comportamiento en la vida que, recoge el Libro de los Muertos.



Los hijos.
Los padres han de respetar la autonomía plena de los hijos. La vida de éstos nadie puede manipular. Desde que vinieron al mundo, la vida es propia de ellos.

Ni en esto existe propiedad, tal como se expresan en el mundo exterior: mi hijo, mi hija, mi esposa, mis padres; . Costumbre que ha limitado en muchas ocasiones la libertad del otro.

Dicen que tal actuación es motivada por el amor que se tienen. Amores que matan. Pues sin el albedrío del hijo, amarle es aprisionarle, por más que se quieran: Deseo de poseer; de hacer nuestro el bien deseado.

Nueva gramática, nuevo léxico, nuevo modo de definir tales situaciones.
La emoción quedó grabada en la memoria de todos los que estábamos en la comuna de Galilea, cuando tuvimos el primer fruto de amor entre una pareja: ella Mariem, y, Josías él.

Pusimos de nombre al recién nacido, Age, en recuerdo de quien fue, junto con Zacarías, profeta restaurador de Israel.
Era una realidad, una novedad que merecía ser vivida. Un retoño deseado; un hijo tenido en libertad.

Rodeado del amor de todos los inscritos en la comuna: querido por todos, esperado por todos desde el día que se supo el embarazo de la madre. Fruto del amor más puro que jamás vimos entre hombre, y, mujer, en la comuna.

Una de las mujeres, Judit, se prestó voluntaria a auxiliar a la parturienta. Muy bien instruida en el menester.

- Maestro, el día más emocionante, -me dijo Josías- fue cuando en compañía de mi mujer cruzamos el umbral de esta comuna. Cuando percibimos lo hermoso que tiene la vida en libertad, amándonos sin esperar recompensa, viviendo solidariamente en paz, sin obstáculos que limiten nuestra voluntad. Esta es la mayor dicha que nos diste, maestro.

- Josías, nada hay tan hermoso, -le dije- como el resultado de la unión de un hombre, y, una mujer. Es un acto divino, la acción de algún dios desconocido. No veis, mis queridos amigos; es como si robásemos a nuestro dios ese poder en el momento oportuno, creando vida. Por ese nuevo ser engendrado por vosotros dos, lucharéis por conseguir llegue a mejor término.

Vigilad, estad atentos, no dejéis que caiga en el vicio de desear placeres inmundos. En despreciar al prójimo, esquilmándolo. Esa ha de ser vuestra mejor emoción. Construid una vida sana con la ayuda de los centros que tenemos instituidos.

Cuando, Josías, oyó el fuerte grito que su hijo recién nacido lanzó a los cuatro vientos,
tuvieron que darle a oler un fuerte compuesto basado en ajo principalmente, y yerbas.
Los recién nacidos son como conejillos.
Me decía un hombre de cincuenta años de edad, más o menos: ancianos.

- No hace mucho, estuve presente en la muerte de una criatura. Mantuvieron oculta sin poder enterrar. Emitía un olor nauseabundo.

- Qué otra cosa puede motivar el enterramiento sino la salud de la vecindad, la cual, posiblemente, podía enfermar por la emanación de sustancias nocivas.
- Los fariseos no permitían se enterraran los cadáveres en sábado.

- Ante esta circunstancia hubo quien lanzó a los bosques los cadáveres corrompidos para que se alimenten las fieras.
- Esa barbaridad es cuando se radicalizan las creencias. En mis recorridos por el mundo, llegué a saber que hay un país, muy lejano a nosotros, en el cual los niños muertos echan a los cerdos que conviven con la familia, bajo el mismo techo. Tal actuación da como resultado alimentar con el muerto un ser que más tarde alimentará al resto de la familia.

Bajo las direcciones que trajimos de Egipto, entre cuyos adiestramientos primarios recibidos de Sinuatón, fueron las de mantener limpios el cuerpo, las manos,, y, la boca.

Hay sociedades en las cuales el de más edad gobierna la familia: La esposa depende del marido, con derecho de posesión. Las hijas se desprecian por el poco beneficio que reportan a la familia. En las comunas no gobierna nadie en concreto, nguna familia; la esposa, y, los hijos son libres, y, únicos responsables de sus actos.
Las hijas son por igual al sexo masculino, no hay diferenciaciones de ninguna clase, lo cual los hebreos critican con acritud.

¡Cómo podía ser de forma distinta, y, luego mantener los actos libres que se observan!
De enfermedad sagrada titula el médico griego, Hipócrates, a la dolencia de fuertes convulsiones.
Quinientos años antes ya aseguró, el sabio griego, Hipócrates, -a quien se respeta su memoria en Alejandría-, que a él le parece no es divina ni más sagrada que las otras enfermedades, sino que: tiene su propia naturaleza como las demás.

Seguí las recomendaciones de Hipócrates, aprendidas en Alejandría; no usé purificaciones ni conjuros para hacer restablecer la conciencia de Saulo, caído del caballo; prácticas que rechacé con brío.

Silencié al enfermo los alimentos que se tenían por nefastos, sino que el mismo convaleciente deberá limitar los que no le convienen. Así nada hablé del salmonete, ni de la raya, ni del mújol, y, la anguila, considerados como los más mortíferos. Ni reprobé las carnes de cabra, ciervo, cerdo, y, de perro; ni de las aves el gallo, la tórtola, y, la avutarda,, y, menos rechazos ponía entre las hortalizas a la menta, la cebolla, y, el ajo; siempre que éstas fueran consumidas de forma que los ácidos no resulten inadecuados al estómago; como otros muchos productos, con propiedades curativas, que bien conocí estando en Egipto.

Nuestra profesión es tan sagrada como la de los enterradores que velan por la salud del pueblo cumpliendo las leyes, no dejando que llegue el sabat con cadáveres sin enterrar. No verás nunca un enemigo en un paciente. Haz bien, y, serás recompensado.

En los extremos de las construcciones familiares hay centros de enseñanza e instrucción de la comuna; en ellos se fomenta el estudio de la prudencia, justicia, fortaleza, y, templanza.

Así sabemos fomentar el intelecto de cada uno para que lleguen a discernir lo bueno de lo malo; para seguir uno o huir del otro, procurando tener templanza, y, moderación.

La templanza, en el beber, y, comer, sobrevenida, bien conocen por experiencia en el monasterio de los esenios.

Tal llega a distinguir una cosa de otra, señalando la diferencia que hay en ellas, especialmente saber cuáles son buenas o malas con juicio, usando la cautela, y, precaución. Los que ejercen la función de educadores en la comuna ponen especial interés en la educación de todos, para que tengan conocimiento de la justicia, la cual obliga a dar a cada uno lo suyo.

Sabemos que no hay jueces, en todo el recinto, que recomienden o exijan con duras sentencias, sino que el mismo comportamiento de los que allí viven realizan el atributo divino. Para que la justicia sea bien ejercida, no es suficiente que los jueces, juzguen, y, condenen.

La justicia se hace por sí sola, sin más requisito que el bien común: la libertad, el amor fraterno, y, la solidaridad.

Los participantes en los ejercicios parecen un grupo de caballería con su retumbar en el suelo, correteando en grupo todas las mañanas, para mejorar la salud, y, el espíritu; ¡Buenos días!,, y, los demás contestan: ¡Buenos días,y, seguían alegres el sano ejercicio sin límite premeditado.

Entre todos se fortalece el espíritu, y, se aligera el cuerpo para vencer el temor, y, huir de la ignorancia, con capacidad para aguantar contrariedades, y, sufrimientos. Cuantas veces se presentaron individuos con deseos de seguirme pero se oponen su mujer, y, sus hijos.

No trafican las comunas con bienes inmuebles; no son de propiedad privada de ninguno de la comunidad; se encuentran en usufructo, por creer que la tierra no pertenece a nadie.
Mis amigos los caravaneros de la seda me aseguraban que Lao-tse, el reformador de un imperio muy lejano, aseguró que el hombre forma parte inseparable de la naturaleza, y, cuidarla es cuidarnos a nosotros mismos.

Esto nos motiva para tener la máxima atención en no dañarla, en mimarla, en cuidarla con el cariño que se merece, como madre nuestra que nos alimenta, y, cobija eternamente. Todo aquello que se haga sobre ella, tiene que ser parte integrante de la misma: procuramos no desentone.

El afán de adquirir, y, atesorar riquezas, no tiene fundamento que lo acuñe, ni necesidad que lo respalde. Escasas son las manifestaciones de este vicio, pues ¿cómo van a tener semejante ansia, si allí tienen todo por completo a su disposición? Sólo sería posible que padecieran alguna enfermedad al respecto, y, necesiten tratamiento mental en el centro de salud. Tanto como el resto de los vicios a los que somos muy dados los mortales.
- Muchos hebreos no se integran en la comuna por avaricia, -me indicó Jacobo. Alegría, para mantenerse contentos sin penas ni problemas.

El centro de salud.
No hay nada más incitador del mal que la necesidad; si en la comunidad no se conoce esta palabra, por su poco uso para definir la cantidad de cosas, artículos o bienes existentes a disposición de todos los comuneros, por igual, no puede existir el ansia de posesión desmedida.
Sin negar la posibilidad de que se desarrolle ese mal en la mente de alguno de los comuneros, para lo cual estamos prevenidos, y, tratamos lo mejor posible: los internamos en el centro de salud. - ¿Obligándoles?, -preguntó Sinuatón.

- No, -le confirmé- con violencia no: convenciéndoles con buenas palabras, mucha paciencia, y, más medida de respeto al semejante. Estos son los casos extremos a los que se enfrenta el concepto de la libertad, que atenta contra el libre albedrío de los demás; pero nada de violencia.

Lo conseguimos, o la comuna muere por su misma incapacidad de resolver.
El apetito desordenado de ser preferido a otros, siendo altivo, arrogante, engreído alguno de los allí acogidos con resistencia a obedecer aquellas normas sociales o morales, desde luego no escritas, que influyen en la comuna, les incapacita a seguir conviviendo en la misma.
No tardan mucho en encontrar el vacío que su conducta origina, y, se marchan al mundo del cual llegaron.

Tal le ocurrió a Saulo: incapaz de hacer vida comunal.
El vicio de comer, y, beber con exceso, fácil de producirse en una colectividad donde tiene todo lo que hay a su disposición, es este extremo el que limita la posibilidad de que ese vicio se anide.

Si en los compatriotas observa la templanza en el comer, y, el beber, no encuentra camino abierto al vicio, tendrá que comportarse también moderando cualquier tipo de apetito, sujetándolo a la razón, viviendo con sobriedad, como el resto de la comunidad.

En Bactria.
En la comuna instalada en Bactria, apoyada con la explotación de una granja, funciona una pequeña escuela para personas inválidas, y, jóvenes de poca edad.
Encuentran cobijo los niños, en tanto sus madres trabajan en diversos menesteres en la ciudad. Corretean los pequeños por los campos bien cuidados, y, exentos de inmundicias que pudieran perjudicarles.

Los mismos inválidos físicos, acogidos en la comuna, vigilan los juegos de los chicos.
Su comportamiento con ellos es idéntico al que seguían en los asentamientos en Palestina: respetando completamente la libertad de los niños. De ninguna de las maneras se les ocurre maltratarles, ya sea de palabra o de obra.

La ingenuidad, tesoro de la infancia ha de respetarse.
De niños rebeldes, como gatos salvajes carentes de inteligencia, se convirtieron en muchachos educados, y, ahora se respetan mutuamente.

Nadie tiene el derecho a exigirles algo, porque igual derecho tienen los jóvenes a dar lo que libremente les plazca, y, no más.
No existen en este lugar castas, pues suplicaba fueran mis oponentes solidarios con las enseñanzas de Buda. Aquellas que en síntesis contienen cuatro verdades:

1ª. - Toda existencia es sufrimiento: el dolor, la vejez, y, la muerte.
2ª. - La causa del sufrimiento es el deseo por los placeres, por la vida.
3ª. - La eliminación de los deseos es el fin del sufrimiento.
4ª. - El mejor medio para suprimir los deseos es seguir una forma de vida recta, indiferente a los placeres, a la muerte, y, ver de conseguir el Nirvana o liberación de todo deseo o sufrimiento.

Les recordaba que con esas enseñanzas Buda elimina las barreras sociales del sistema de castas hindú. Me decía un lama:
-
Pusimos, Ezequiel, y, yo, el máximo empeño en que no existiesen diferencias de castas, dentro de las comunas. Todos eran iguales, todos seres humanos: ricos, pobres, feos o guapos. Todos disfrutan de la libertad que su conciencia les pide, y, todos tienen que respetar al prójimo como a ellos mismos quieren que los respeten. Ama, y, te amarán.

Y me entendieron, comprendieron, y, aceptaron gustosos.
- Vayamos a ver a los pequeños, -señalé a Ezequiel-.
- Ya ves, -me dijo comentando el proyecto que teníamos-. Es de todo punto imposible que haya persona capaz de cuidar así niños. Esta anarquía es imposible mantener.

Silenciosos contemplamos los actos que realizan en la guardería de actividades infantiles.

Ezequiel, y, yo quedamos admirados al contemplar la libertad que allí existe por necesidad imperante. Sinuatón, me aseguraba que sería imposible llevar a cabo en esa forma la regeneración de la sociedad corrupta donde nos movemos, en uno, y, otro lado de la frontera.

Me gustaría que contemplara, mi amigo el egipcio, los misteriosos hechos que entusiasmados vemos Ezequiel, y, yo, en el Indo. Los niños desde su más tierna infancia, digo, desde que están en el claustro materno, ya reciben magníficas enseñanzas de libertad, paz, y, amor a los demás. Ya la madre les transmite ese bien. Cuando salen, heredan las pautas de los mayores que les inculcaron en el acto libre del amor carnal, muy distinto éste al que se ejerce en el exterior en ocasiones con violencia. En la Casa de la Vida intuían que algún efluvio debía de situarse en el cuerpo de cada uno, nacido, de forma que se portan adecuadamente. Si bien, desconocían ese poder misterioso. Sólo ciertos sabios griegos, desde Demócrito, parece ser que dieron nombre a minúsculas partes de la materia, y, llamaron átomos.

Y luego libres de aprender lo que les plazca; libres al mamar lo que les convenga; libres en reír, y, llorar; libres de berrear con potencia; , y, libres de corretear con todas sus ganas.
Al tiempo las madres son libres de ser condescendientes con ellos, libres de aguantar sus carantoñas e impertinencias; libres de darles de mamar, libres de cuidarles; pero no son libres para atentar el origen de las cosas, de las personas, de sus hijos, pues dañarían la libertad de los demás. Ya sabemos que precisamente éste es el límite de la libertad de cada uno; lo cual garantiza la libertad verdadera de todos.

Llegaron a comprender, y, siguen con verdadero fervor los consejos recibidos, con plena autonomía para interpretarlos, y, quererlos.

- ¿Tienen potestad de pegar a sus madres, de desobedecerlas, de escaparse de su cuidado? -me preguntaron.
- Claro, son libres como los pájaros. ¿A quién van a obedecer, si no hay quién les mande, les dé órdenes, les exija algo? ¿De escaparse? Ya encontrará quien le recoja: mira, obligado por su propia existencia; y por su propia voluntad dará satisfacción al apetito, a buscar quién le alimente, quien le mime, quien le ame.
Se dan casos, bien lo sabes, Ezequiel, que hay niños que abandonados por sus progenitoras al tiempo de nacer, reconocen como madre aquella que les da el pecho, si es nodriza. O a quién al tiempo que vela por su alimentación le cuida, y, educa en sus pocos días, y, del cariño que tan necesitado está al llegar al mundo.
Los niños que llegan a la comuna desde el exterior, están faltos de educación.
Al encontrarse con el desorden propio de la comuna libertaria hacen lo que les viene en gana. Esto si producen desequilibrios en el funcionamiento normal; pero sus integrantes al respetarles, les van educando con el ejemplo.
Dispensados para llorar, para jugar, para apoderarse de lo que más les apetece, y, sin embargo, enfrente de ellos, en la comuna, no tienen, y, esto les asombra, acostumbrados como estaban en el entorno en que nacieron, quién les pare los pies, y, reprima sus caprichos:
No corras, no saltes, no cojas eso, deja de llorar, come, bebe, mama, besa a papá, besa a mamá: Llegaron a acostumbrarse, y, a comportarse con los demás como quisieran se portaran con ellos.
El niño es totalmente libre, sobre el cual ni el padre, ni la madre dirigen, ni cacarean propiedad sobre él que no tienen. Es de Dios. De la Naturaleza que le dio vida.
Nada mejor que la comuna para reconocer la propia estima de su juventud; no le obligan a realizar algo que no le apetece.
Si corres, ya pararás; si saltas, ya te sentarás; si coges algo, ya lo dejarás; si lloras, ya reirás; ¿no comes? ya te entrarán ganas ¿no bebes? la sed te obligará a ello ¿no mamas? el hambre te acuciará; ¿a papá, ni a mamá besas, quienes te trajeron al mundo? ya necesitarás el amor de ellos: el instinto te dictará el comportamiento, que tienes que seguir.
Si se les guía, sus instintos se anquilosan. Se adormecen, y, cuando despiertan lo hacen con violencia.
No puede exigirse que asimilen pronto estas enseñanzas obtenidas con el ejemplo; unos se instruirán en más breve tiempo, otros tardarán; los más inteligentes, con cuya facultad intelectual captarán, y, formarán ideas, y, relaciones, y, algunos, quizá, tengan más eficacia con instinto natural, con el criterio que les induce a valorar ciertas cosas.
El griterío, los lloros, las luchas infantiles no rompen la paz que reina en las comunas. Si se impide que el niño grite, existe el temor de que se haga libertino; lo cual no encaja en la sociedad comunitaria.

Si se evitan sus luchas, se les obliga a respetar de mala gana la libertad de los demás, lo cual no es correcto forzar a hacer. Deben de ser normales.
En el lugar donde están, el libre albedrío es su bandera. Por sí mismos deben saber lo que es esa facultad inherente al ser humano, tanto, y, cuanto como a los animales, y, plantas.

Facultad no bien definida en el mundo exterior a la institución, pues aun cuando se diga que consiste en obrar de una u otra manera o de no obrar, lo cual les responsabiliza de sus actos, lo cierto es que depende del poder económico de cada cual: ricos o pobres.

- Bueno, Ezequiel, ¡te hablaría de tantos casos, tan diferentes a los de quienes viven en el mundo exterior! Contempla estos monjes budistas. ¿Adviertes algo en su deambular por los templos? ¿La libertad de sus actos, no te hacen recordar el comportamiento de los integrantes de las comunas?




Los edificios comunales.

Por los caminos se forman comunidades de cuarenta o cincuenta personas en las cuales todo lo que tienen es de todos, y, viven felices con mis palabras.

Es el número más recomendado para la creación de las comunas.
Las calles de los emplazamientos, ya sean de Israel, Egipto o Bactria, son distintas en cada uno de ellos, como es de suponer, por la necesidad de adaptarse al terreno, y, entorno en el que se instalan.

Por regla general se dividen en cuatro partes iguales, agrupados estos barrios alrededor de un centro donde se ubica el lugar educativo de la comunidad. También el centro de alimentación, y, comercio de otros artículos: ropa, calzado, utensilios.

El centro educativo es a la vez, especie de almacén de escritos: esteras, rollos de papiros, cortezas de árboles, planchas de arcilla cocida, y, de metales.

De comunidades de abejas obtenemos materia blanda sobre la cual practicamos con un estilete la escritura, a la vez que leemos, aprendiendo algo sobre el progreso de la Humanidad, y, del mundo situado más allá de las fronteras.
A cada lado de las calles adyacentes se elevan refugios donde las personas se alojan, sin aislarse mucho del resto de la población, cuyo número de componentes de la misma varía según la costumbre establecida entre ellos, pues los hay formados por matrimonios bajo el mismo techo con el abuelo o padre.

No están apiñados, ellos mismos procuran la independencia como garantía de libertad, porque la capacidad del habitáculo la elijen los propios ocupantes. Los edificios son construidos por ellos mismos, para sí o ayudando a que los demás tengan el suyo.
Me preguntó Matasiel:
- ¿Y qué ocurre si alguno de los allí residentes no tienen casa?
- Por no existir nada que sea de propiedad particular, tampoco hay habitáculos sobre los cuales se tengan derechos exclusivos, -dije.

- ¿Cómo no?, serán de quien los ha construido.
- Nada de eso. Allí se ve el mundo de forma distinta a como lo vemos fuera. Quién trabaja construyendo su casa, es igual que el campesino en el campo, para cosechar trigo, o al del taller que fabrica calzados u otros artículos. ¿Por qué va a ser diferente la construcción de la casa?

Se hace como el del campo, para bien de la comunidad. Sólo falta que el campesino dijera: Esto lo he producido yo, es mío. Esa no es la esencia de la comuna.
No se te olvide el principio que seguimos.

El principio.
Cada cual según sus posibilidades, a cada cual según sus necesidades. Esto complementa el orden natural: O aquél que tantas veces propagué por los terrenos que he recorrido:
Respeta al prójimo como a ti mismo.
Hay en uno de los habitáculos un joven de 18 años, digamos por ejemplo, soltero, conviviendo con sus padres; pues bien, quien necesite el espacio para matrimoniar lo ocupa, y, el joven no tiene ningún reparo en alejarse a un nuevo espacio, que corrientemente son lugares abiertos donde los jóvenes, viudos, o solteros empedernidos pasan la noche o momentos en que el sueño le domina. No olviden que si no desea marcharse, nadie le va a echar.

En el centro de la comuna, en casi todas, se procede a la construcción de edificios para el servicio de la comunidad.

Corrientemente se ubican en un espacio de unos 50 pasos de un lado, y, 100 de otro. La construcción principal en forma rectangular de 30 por 40 pasos, se sitúa en la parte del sol poniente de todo el conjunto.

Su distribución se hace en el ángulo noroeste para una torre, que sobresaliendo por encima del resto de los edificios nos sirve de vigía para casos de emergencia.
Los edificios reúnen las condiciones impuestas por los accidentes naturales del terreno; acomodan sus materiales a los propios del suelo o del subsuelo, siempre que éste no dañe aquél.
El resto del espacio lo adecuan con unas mesas, y, bancos de adobes endurecidos al fuego de un horno; se dedica para comer a la hora que cada uno tenga a bien o por costumbre, aun cuando éstas se procuran adaptarlas al bien de los demás, y, al suyo propio.

La planta baja sirve para que los almaceneros recojan las cosechas, los productos conseguidos en el exterior, y, los artículos fabricados en los talleres; los mantienen en el local en condiciones favorables, hasta el momento que entregan a los peticionarios.

Para este servicio, sabemos, es ayudado el encargado principal por otros, quienes voluntarios se adhieren al esfuerzo, en ocasiones bastante intenso. Dan
un carácter festivo de adoración pagana a la prosperidad, y
bienestar futuro de la comunidad, dando gracias a la Creación por tantos beneficios obtenidos.

Existe otra habitación rectangular, con capacidad suficiente para mantener ordenadamente colocados los diversos elementos de sostén; de grabaciones sobre determinados conocimientos de la humanidad.
Para extender los buenos manuscritos existen mesas, y, banquetas de ladrillos, y, yeso, que facilitan la escritura sobre las mismas, cómodamente sentados.

Y, una superficie cóncavas que se llenan de agua, y, sirven para las abluciones de los copistas: para antes, y, después de escribir sobre materiales que por su propia constitución ensucian las manos al cogerlos; también ocurre con tintas vegetales que se encuentran en tinteros de arcilla, y, bronce.

En la parte posterior de esta construcción, situada al sur, se encuentra la cocina donde se llevan a cabo labores culinarias para quienes no tienen hogar propiamente dicho.
En determinados días toda la comunidad se abastece de los manjares allí cocinados. Contigua a ella construimos los lavaderos, donde al igual que en la cocina se atiende a las necesidades de las instalaciones sanitarias, tanto las próximas a este centro como a las que mantienen personas enfermas o inválidas allí acogidas, ubicadas hacia las afueras de la comuna.
Entre los talleres que tienen gran aceptación está el modelado de arcilla. Requiere un lugar donde se lava, y, amasa la arcilla, dejándola en un hoyo, conservada cerca del torno del alfarero. Hornos para el cocido de las piezas; unos grandes para las de mayor tamaño, y, otras para piezas pequeñas.

Cerca de la entrada al almacén principal donde se conserva el trigo, y, la cebada, colocamos un molino para moler los granos, un horno para cocer la pasta de pan, y, mesas para su amasado.

Como el agua escasea mucho en aquellos altos, se acostumbra a construir canales que llevan el agua del invierno a las cisternas, donde otro sistema inspirado en el que los griegos usan para mantener líquidos en distintos recipientes al mismo nivel, aplicamos nosotros en los aljibes, con pozos de decantación de las aguas.

De forma similar se construye en cada comuna unas empalizadas, fuera del edificio con capacidad suficiente para poder estar cómodamente sentados, para reuniones generales de la comunidad, y, visitantes: conferencias de carácter general, y, sus coloquios, lecturas diversas, sin sujetarse a ninguna orientación en particular.
Centros de salud, traídos de Egipto, los cuales contienen muchos métodos terapéuticos, existen en los extremos de las construcciones familiares.

Abigarradas como colmenas para encontrar calor humano en la proximidad, y, seguridad ante los infortunios, con amplios espacios abiertos de una a otra,



para no sentirse incómodos.
Les dejé gravadas instrucciones referentes a ciertos procedimientos para la cura de determinadas enfermedades, no sólo con la palabra, sino también con la voz, y, el tacto de las manos en lugares vitales del cuerpo del enfermo.
Cuando yo me fui, mis discípulos ya con bastantes prácticas curativas, enseñan, a su vez, a jóvenes voluntarios que quieren conocer el arte de la curación.

De estas enfermerías salen eminentes sanadores que incorporados a la vida de la sociedad hacen el bien entre aquellos que les siguen.
El diseño de la enfermería se pensó para quienes puedan padecer enfermedades que contagien a otros. Con independencia de su ubicación en los extrarradios del recinto de la comunidad, están lo suficientemente amplios para evitar el hacinamiento que padece el Centro de Acogida de Kefar Nahum, instalado por el Sanedrín en las proximidades del lago de Galilea.
Procuramos dotarlos de productos medicinales naturales, de una extensa lista que había confeccionado en Egipto, con la lectura de unos papiros antiguos: ajos, cebolla, lechugas, miel salvaje, principalmente, y, de tipo mineral como la arcilla seleccionada, el natrón, y, otros, y, de origen animal los hígados secos de chacal, ojos de cocodrilo, y, pescado seco. Este es uno de los productos que los pescadores de Galilea someten al secado al sol para su conservación.
Los preparados eran absorbidos en forma de polvo, píldoras, supositorios, terrones, tortas o galletas. Para el exterior se aplicaban: ungüentos, pastas o purés.
De las recetas en la escuela de medicina de Alejandría que los citados papiros señalaban, hay una que usábamos en la comuna con mucha asiduidad, contra la lombriz intestinal: raíz de granado en infusión en agua; dejar reposar toda la noche, colar, y, beber durante el día.

Para la piel mezclábamos en partes iguales: miel, salitre rojo, y, sal común, hasta conseguir una pasta homogénea, con la cual se embadurnaba todo el cuerpo.
Contra la retención de orina: tomen trigo, dátiles, algarrobas cocidas, y, agua, en las proporciones 1:2:2:6: mezclen, cuelen, y, bébanlo durante cuatro días.
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Los caravaneros en mi último viaje desde Egipto, me dieron una dosis de hojas, que se recurría en la India, y, en Sédica, con una especie de resina, para aliviar el dolor; para reducir la fiebre, estimular el apetito, eliminar la diarrea; el mal del vientre, de la respiración; dolor continuo de la cabeza, la falta de sueño, y, toda una serie de trastornos nerviosos. También utilizaban aceite de ricino.
Algunas recetas tenían que ver con la magia. Es fundamental para la eficacia de la curación, confíe el enfermo en el sanador, en quien debe abrir su alma, y, confesarse abiertamente de los males que padece, y, sus síntomas; que tenga fe en sus métodos, y, siga sin reparos sus recomendaciones.
En las comunas de Palestina curan a toda hora, y, momento. Visto por los fariseos que aquellos no respetan el sábado, les persiguen, insultándoles. Desprecian sus curaciones.

- Joshua ben Judas, tengo entendido que los allí recluidos no pueden salir del recinto, -se interesó Sinuatón.
- ¿Cómo? ¿A estas alturas he de insistir que la libertad es de tal índole que?... Dime, ¿crees hay alguien impidiendo la salida de los allí acogidos libremente?
- Entonces, los de afuera, sin pertenecer a ella, pueden entrar, y, producir desórdenes, -Sinuatón insistió.

- Naturalmente que pueden, -le contesté- pero, el mismo espíritu del recinto, su tranquilidad, y, serenidad que allí se vive, actúa como un bálsamo, impidiendo acciones delictivas.
- Considero esta afirmación como una muestra del deseo, más que de la realidad.
- Cuando te sea posible acompáñame a Palestina a verlas, y, te convencerás.

No fue necesario se acercara a conocerlas, ya que tuvo ocasión de convencerse del talismán que tienen en su defensa estas colectividades donde impera la igualdad, instaladas pronto en Egipto, en comparación con las

Casas de Acogida.
El administrador de la comuna designa a su vez a uno de los doce que voluntariamente se ofrecieron para encargarse de los centros de atención de enfermos infecciosos, inválidos, y, aquejados de algún mal.

Están separados entre ellos convenientemente, a fin de que no se produzcan contagios, los cuales perjudican el estado sanitario bastante bueno del asentamiento. A los enfermos de lepra, que en el exterior son arrojados a inmundos lugares alejados de los demás, en las comunas son protegidos: su cuidado se realiza por personal instruido por mí o por mis seguidores más íntimos: es considerado milagroso por el pueblo.

Este cuidado significa atenderles personalmente. Lo que por nada del mundo las gentes de afuera harían: lavarles el cuerpo, limpiarles, darles de comer, y, vestirles.

La limpieza diaria que se hace en el recinto, y, extramuros garantiza la salud de la población. Se encargan diariamente de llevar a cabo el barrido, y, limpieza de basuras cuatro jóvenes, y, al cuidado de los enfermos. Estos muchachos están previamente preparados para los menesteres necesarios en el cuidado de internos en los lugares sanitarios.

En el centro de instrucción reciben las enseñanzas teóricas para ser buenos sanadores; una riqueza para quienes quieren seguir las doctrinas que propagamos, y, ejecutan con gran destreza.

Cuidan a los enfermos, protegen a los desheredados, dan de comer al hambriento, y, de beber al sediento; facilitan casa, a quien no tiene, en lugares apropiados a nuestras comunidades; enseñan al que no sabe, aman al prójimo, y, son respetuosos con los demás; liberan al cautivo de mañas infames de los poderosos.

Con posterioridad siguieron un curso de aprendizaje práctico en las comunas, bajo la dirección de los que antes estuvieron allí elaborando. Es como un círculo: los que se especializan a la vez sirven de profesores a quienes deseen aprender, y, así se conserva la más digna profesión humana: protegiendo al enfermo de sus males.
Me entrevisté con uno de los cuatro muchachos sanadores experimentados en el tratamiento terapéutico o procedimiento mágico (síquico) de los afligidos por algún mal.
- ¿Te dedicas a tener bien surtido el almacén del centro sanitario de medicamentos indispensables?, -le pregunté.
- Cierto, maestro, así como todo lo necesario para la salud, y, con nuestra presencia garantizamos los servicios.
- Creo seguís, en esta comuna, recolectando los productos del campo, los cuales se clasifican, y, preparan para su conservación.
- Nuestra misión consiste en recuperar productos que tal como sabemos son buenos, para curar ciertas enfermedades.
- Esa misión vuestra es marcada en el centro de instrucción por el administrador.
- Maestro, nunca habrá aquí alguien que organice, controle o regule las misiones que hemos de realizar.
- ¿Entonces mantenéis el mismo espíritu que tenían las comunas antes de mi marcha?
- Como bien sabe, Maestro, antes, y, ahora que no está con nosotros, es la propia liberalidad, en la ejecución de tareas benéficas para la comunidad, quien establece hipotéticamente, en cada momento, lo que debemos llevar a cabo.
- No hay duda que en el centro de instrucción, cuando nos reunimos, hablamos de nuestras faenas. Lo bien que van, o por el contrario los defectos que observamos, -indicó otro discípulo.

- Siempre puede haber -dijo uno de los presentes- quién nos indica la necesidad de llevar a cabo ya sea la poda de los árboles, o el escardado de las hortalizas o el riego de las plantas. No pasa mucho tiempo que como observamos esas necesidades las ejecutamos.
Hacemos ver que somos pocos para llevar a cabo las faenas, y, pronto voluntarios hemos de clasificar o ellos u otros quienes quedan los que se entiende son suficientes, y, con más práctica o conocimientos.

- En ese caso, -señalé- ya procedéis a diferenciar entre los voluntarios. Se molestarán aquellos que habéis excluido.
- No, tal. Lo aceptaron cuando se hicieron voluntarios. Si ellos quieren, ninguno de nosotros sería capaz de impedirlo. Cada cual tiene autonomía plena para hacer aquello que más le place.
- ¿Y si esa liberalidad, convertida en libertinaje os hace daño?
- Tenemos libertad de acción, siempre orientada a respetar la libertad de los demás, principio ineludible de la propia libertad; pero no hay por qué honrar el libertinaje, que por ser una desviación mental del individuo debemos cuidar con el respeto que se merecen todos nuestros semejantes.

- Pero si su comportamiento os daña o destroza los bienes comunales, obraréis contra él en consecuencia.
- Cierto -me contestaron-. Repondremos el daño causado, y, comprobaremos que quien así actuó es víctima de sí mismo, y, de sus males. Se le conduce a la enfermería donde alguno que esté en conocimiento del mal que domina el espíritu razonable del compañero, le examina, y, trata en lo posible.

- Y, los que caigan en una postración demencial, ¿cómo podréis resolver? -manifesté.
- Nos obliga a estar atentos a él de forma permanente. No se les puede dejar solos por la falta de capacidad psíquica.
- Esto tendréis que hacer con violencia.

Por regla general quien está poseído del mal del espíritu es violento.
- Maestro, -me aseguraron- nos enseñaste a obrar con paciencia, y, a llegar a comprender que la víctima del mal sagrado sufre más que nosotros. Procuraremos que ese momento de arrebato sea pasajero, y, podamos actuar en la forma más correcta.

Tal es la eficacia que desarrollan estos maravillosos guardianes de la colectividad, quienes solidariamente se dedican con toda su alma a estos menesteres. Entre los enfermos internos los hay que se resisten a abandonar los centros de salud, pese a las insistentes insinuaciones de los encargados.

Que no se le ocurra a un enfermero, tan solo insinuar, la escasez de mano de obra en el lugar donde ellos bregan, que de inmediato se lanzan fuera de la cama, y, corren a cumplir con su cometido. Es hermoso comprobar este espíritu de solidaridad para lo cual se responsabilizan.

Todos los internos están mentalizados en participar con normalidad para conseguir el bienestar posible.
Quienes fueron ya tratados de su enfermedad, no obstante, a esa comodidad, no tardan en reintegrarse a sus labores cotidianas, las cuales se irrogan voluntariamente, de común acuerdo con los que también se dedican a las mismas labores.
Se las reparten equitativamente, con pleno sentido de la responsabilidad, sin menoscabo alguno de los deseos que cada cual pueda manifestar.

En los centros de salud están todo el tiempo que quieran, aconsejados, y, tratados por el
sanador de turno.
Cada uno de ellos sabe que nadie va a obligarles a reintegrarse a la labor; ya que ésta siendo libre para quien desee ejecutar, es cada cual quien tiene que actuar con plena independencia en conciencia, y, por propia voluntad. Especial forma de sensibilidad del comunero quien se reconoce a sí mismo, como un yo frente a los otros yo.
Reflejo que les garantiza el deseo de cumplir bien con todos. Por otra parte nadie mejor que el propio enfermo para conocer lo que padece. Se acostumbra a decir en la comuna:

- No hay mejor médico que uno mismo.
Observemos como los seres inferiores, perros, gatos, etc. se medican ellos mismos, por instinto; algunos acuden a las praderas a purgarse con hierbas que reconocen bien. Pero el ser inteligente ha perdido esos instintos naturales, atrofiados por su poca utilización durante miles de años y, por tanto, ha de obrar con razón.

El administrador.
Al administrador elijen en la asamblea por un año, con posibilidad de ser reelegido, por conveniencias de la comuna. Es a la vez, responsable ante sí mismo de los centros sanitarios; de la eficacia, y, limpieza del lugar, de los locales de instrucción, alimentación o mercado.

Cuida de repartir las viandas, y, medicamentos entre todos ellos, así también a las guarderías infantiles. El primer ordeño del día, como un ritual, se dedica a los recién nacidos, macho o hembra, sin distinción de sexo.

En las comunas no hay privilegios, en contraposición al mundo exterior en el que el niño predomina sobre la niña en muchos órdenes de la vida, y, en particular en la herencia.
Nuestras matronas recogen con infinito cariño, y, cuidan en el recinto, con enorme alegría por todas, las criaturas abandonadas, a veces en muladares.
Sin inteligencia los murciélagos en general, tienen una vida social muy desarrollada que, hasta adoptan a miembros de su misma especie que han quedado huérfanos, y, arrostran grandes riesgos para compartir el alimento con aquellos menos afortunados.

Una empresa difícil.
Con mis largas caminatas por Erezt Israel hice proselitismo para las comunas. Insistí en las clases pudientes cambiaran la sociedad en otra más justa, y, humana. Defendí a los más necesitados.

Tras la muerte de mis seguidores, empezaron los personajes carismáticos a dirigir sus actuaciones. La independencia plena, la libertad verdadera con todas las consecuencias, fue aminorando.

Me encontraba en Cachemira, con Ezequiel. Indicaba que en aquellas comunas bajo la dirección de los seguidores de Saulo, nombraron obispos. Tales cargos estaban encargados de la administración de las colectividades; degeneraron en ser más tarde quienes dirigían todos los actos internos de las comunas.

En Erezt Israel quedaron los pobres, y, aquellos que huyeron de las batallas. Las comunas que habíamos instalado continuaron. Ampliaron su entorno para formar un Centro de acogida donde ingresan los inválidos de la guerra, los pobres de misericordia, los huérfanos, viudas, y, en general quien estuviera necesitado de ayuda, ya fuera romano, hebreo o extranjero. Se convirtieron en verdaderos centros de ayuda al necesitado.

Largos años son estos setenta, y, cinco. Poco más viviré en este hermoso país del norte del Indo. Aquí me mantengo preso por el amor de los lamas, por la misión que desarrollé por estos lugares en compañía de Ezequiel. Murió, con gran dolor de mi corazón, en la región de Malabar en la parte

Suroeste del Indo, donde creó numerosas comunas de quienes siguen mis doctrinas.
Al darle a mi protector egipcio, en los primeros días de mi ingreso en la Facultad médica de la Universidad de Alejandría, la filiación con el patronímico.
- Soy Joshua, hijo de Judas de Gamala, y, de María, y, sobrino de Yasser de Galilea, el carpintero como le nombraban en Kefar Nahum.

Se casó con mi madre a la muerte de mi padre, y, hermano suyo, cumpliendo los preceptos de la ley mosaica. Tuve una tía hermana de mi madre que llamaron Anabel; un primo, Jonathán, más tarde conocido como el esenio.

Mi hermano Jacobo tiene doce años menos que yo; nació estando con mis padres en nuestro regreso de Egipto. Mi madre se mantenía bien, más ajada, y, envejecida, pero se aprecia la hermosura de su rostro que lució en sus veinte años.
Comenté con Sinuatón en mi tercera estancia en Egipto:
- Mis padres, cumpliendo con las leyes de Moisés, tuvieron más hijos, de cuyos hermanos no quiero hablarte de momento, en tanto no me lo autoricen ellos, por temor a las represalias que podrían llevar a cabo los jerifaltes hebreos, y, las huestes romanas.

- Conozco, mi querido amigo, esas afirmaciones tuyas. Ya sabía que eras descendiente de David. ¿Cierto? Lo sabía desde el mismo momento que pisasteis tierra egipcia. Este fue el motivo de prestarte ayuda, no sólo a ti, sino también a tu familia.

- ¿Acaso fue decisión de orden jerárquico superior?
- Guardemos reserva sobre este extremo. De forma que serás en su día entronizado como rey de Israel, en substitución de los gobernadores romanos.
- ¡Ah, no! estáis equivocados. Mi destino se encuentra marcado, no por los hombres, pretendiendo hacer de mí un Rey, sino por la Creación.

Al inspirarme profundamente, y, hacerme un personaje bíblico: pacificador, redentor, e integrador de marginados, pobres, descarriadas, y, perseguidos injustamente por la sociedad; ciegos, cojos, y, tullidos.

Yo rechazo la compasión, y, la caridad, defectos sentimentales injustos con el prójimo, con intenciones malévolas; en sí no facilitan los medios necesarios a los incapacitados para alcanzar cotas superiores; hipocresía creada por los fariseos que se dicen muy rectos en el cumplimiento de los principios de la ley de Dios e incumplen los más sencillos preceptos del ser humano.

Defendemos la justicia, tal cual debe ser, proporcionando entera igualdad de oportunidades, y, el reconocimiento del derecho del individuo; jamás puede basarse en el principio: quien lo hace que lo pague, ya que todos deberíamos ser condenados, por estar constituidos por la parte buena, y, la parte mala, y, por los pensamientos, ejercidos por acción de elementos involuntarios.

Abogamos por la bondad de un mundo mejor, más humano.



A mi hijo.


Ahí te dejo, Issas, hijo mío, este compendio de actividad inaudita que desarrollé en mis largos días de vida. Si ha de servir para pacificar el mundo, tan necesitado está de ello, doy por bien pasado los dolorosos momentos de sufrimientos, persecuciones, calumnias, que no he reseñado por no acumular odios, recelos o rencores de quienes puedan darse por aludidos.

No hay alegría mayor que saber olvidar las afrentas, Ya he dicho que con las conductas sosegadas desarrolladas por todo el territorio de Palestina, y, cercano al Indo, no más sirvieron para compensar con creces nuestras desgracias, cuando las hubo.

Cachemira, mes de Nisán del año 3.904 desde la creación del mundo.










EPÍLOGO.



En el moderno Estado de Israel, las comunas subsisten con el nombre de kibutz.
Lo que sigue está trascripto del folleto titulado El Kibutz, editado por el Centro de Información de Israel, segunda edición de 1991, facilitado en la Embajada de Israel en Madrid.

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El sueño de una sociedad igualitaria que se convierte en realidad.

El kibutz, (es palabra hebrea que significa asentamiento comunal) es una comunidad rural singular; una sociedad basada en la ayuda mutua y la justicia social. Un sistema que tiene como principal básico la propiedad conjunta de los bienes, la igualdad y la cooperación en la producción, el consumo y la educación; el cumplimiento de la idea "de cada cual conforme a sus posibilidades, a cada cual conforme a sus necesidades", un hogar para aquellos que lo han elegido como forma de vida.

Los primeros kibutzim (plural de kibutz), fueron fundados unos cuarenta años antes del establecimiento del Estado de Israel (1948) por jóvenes pioneros judíos, principalmente de la Europa Oriental, que vinieron no sólo a redimir la tierra de su patria ancestral, sino también a forjar una nueva forma de vida.

Su camino no fue fácil: un medio ambiente hostil, una tierra desolada y descuidada durante siglos, escasez de agua y falta de fondos fueron una de las dificultades que afrontaron. Luego de superar muchas privaciones lograron desarrollar florecientes comunidades que han representado un papel dominante en el establecimiento y construcción del estado.
Hay en la actualidad más de 270 kibutzim en todo el país moderno de Israel. Formados por 40 hasta 1.000 miembros cada uno. La mayoría de ellos cuenta con 300 miembros adultos y una población de 500 personas.

Han llegado a constituir una población comunal de 125.000 almas, un 2,7% de la del total del país. Todo kibutz pertenece a uno de los cuatro movimientos kibutzianos nacionales, cada uno identificado con una ideología política particular.

Personas de todas las edades viven en un marco rural.
La mayoría de los kibutzim están diseñados de acuerdo a un plan similar que incluye un área habitable situada en un entorno de jardines, con las cuidadas casas de los miembros. Las casas de los niños en zonas de juegos para cada edad instalaciones recreativas y culturales, y diversos servicios comunitarios.
Junto a ella se encuentran los establos y los modernos gallineros. Además de una o más plantas industriales.

Los campos agrícolas, los huertos y las piscinas se ubican en las afueras, un corto viaje en tractor. Para llegar de un lugar a otro dentro del kibutz la gente lo hace a pie o en bicicleta, y se proporcionan pequeños vehículos con motor eléctrico para los ancianos o inválidos.
El proceso de toma de decisiones ejemplifica la democracia en acción.

El kibutz funciona como una democracia directa. La asamblea general de todos sus miembros formula la política, elige los funcionarios, autoriza el presupuesto del kibutz y aprueba la admisión de nuevos miembros. Sirve no sólo como ente de toma de decisiones sino también como foro en el que los miembros pueden expresar sus opiniones y puntos de vista.

Los asuntos cotidianos son tratados por comisiones electas que se ocupan de temas como educación, vivienda, finanzas, salud, planificación de la producción y cultura. Los titulares de algunas de las comisiones, junto con el secretario del mismo, forman el ejecutivo del kibutz. Los puestos de secretario del asentamiento, tesorero y coordinador de trabajo, como norma son las funciones de jornada completa.

Los medios de producción son propiedad común y el trabajo de los miembros beneficia a todos.
Las actividades de producción están organizadas en varias ramas autónomas, la mayoría de ellas en agricultura. Para los fundadores de estas comunidades labrar la tierra de su patria atávica y transformar a habitantes de la ciudad en agricultores era una ideología y no solamente un modo de ganarse la vida. Por ello los cultivos, los huertos, los gallineros y los establos han sido tradicionalmente los principales componentes de la economía del kibutz.


Con el correr de los años, los agricultores del kibutz hicieron florecer las áridas tierras. Combinando duros trabajos con avanzados métodos agrícolas, lograron remarcables resultados, constituyendo un gran porcentaje de la producción agrícola del país.
Hoy en día la mayoría de los kibutzim se han volcado, además, a la industria, el turismo y los servicios y cerca del 60% de sus ingresos proviene de esas empresas.
Aunque la industria kibutziana fabrica una amplia gama de productos, desde modas hasta servicio de irrigación, la mayoría se concentra en tres ramas principales: metalurgia, productos plásticos y procesamiento de alimentos. La mayoría de las fábricas son más bien pequeñas, con menos de cien trabajadores cada una.

En muchas zonas los kibutzim han unido sus recursos, estableciendo empresas regionales como desmotadoras de algodón y plantas de empaque de aves, además de proporcionar una serie de servicios a los kibutzim en forma individual, desde

la compilación computarizada de datos a la adquisición y mercado de productos en forma conjunta.
La contribución de los kibutzim a la producción del país, tanto en la industria(35% de la producción total) como en los diversos campos industriales(8% de los productos manufacturados) es mucho mayor que su proporción dentro de la población (2,7%).

Algunos kibutzim ofrecen también servicios turísticos y recreativos para israelitas y turistas, incluyendo hostelerías, piletas de natación, facilidades de equitación, canchas de tenis, granja de animales exóticos y parques acuáticos. Una fuente de ingresos más reciente proviene de servicios ofrecidos al público, tales como lavanderías comerciales, preparación y abastecimiento de comidas a domicilio y depósitos de guarda.

El deber al trabajo es parte integral de la ideología del kibutz.
El trabajo es un valor en sí y por sí, y el concepto de la dignidad del trabajo eleva el nivel de las tareas más bajas, sin que se le atribuya ningún estatuto, material o de otro tipo, a ningún tipo de tarea.
Los miembros son designados para cumplir sus funciones por diversos periodos de tiempo y las tareas rutinarias, como el trabajo en la cocina y en el comedor, se realizan por turno. Cada rama económica es dirigida por un administrador elegido que es reemplazado cada 2 ó 3 años.

Un coordinador económico es el responsable de la organización del trabajo de las diferentes ramas y de implantar los planes de producción e inversión.
El personal clave en la industria, desde supervisiones a directores de producción, eligen los trabajadores de la planta sobre la base de su capacidad profesional y a sus cualidades personales.
Las más altas posiciones de dirección, sin embargo, están determinadas por un sistema rotativo, de acuerdo a los valores básicos del kibutz y a los principios de su estructura organizativa.

Las mujeres participan en forma equitativa en la fuerza laboral, teniendo abiertos ante sí todos los trabajos en los diferentes sectores del kibutz. Sin embargo, a diferencia de las mujeres del kibutz de hace dos generaciones, que pretendían demostrar su valor realizando "trabajos de hombre".

Hoy en día la mayoría es renuente a trabajar en la agricultura y en la industria y prefieren labores en la educación, la salud y otros servicios. Los miembros más ancianos son asignados a trabajos apropiados a su estado de salud y vitalidad.
La mayoría de los miembros trabajan en el kibutz mismo, pero otros son empleados en empresas kibutzianas regionales; algunos son enviados por el kibutz a cumplir funciones educacionales y políticas en el marco de su movimiento nacional; otros hacen uso de su talento o profesión fuera del marco del kibutz. Sus ingresos, no obstante, se entregan al kibutz, y ellos siguen siendo miembros plenos, en todos los aspectos.

La ocasional falta de personal en la industria y las labores agrícolas de temporada exigen a veces la contratación de mano de obra asalariada, auque esta práctica contradiga el principio del kibutz de la autosuficiencia en el trabajo.
Muchos kibutzim reciben en su seno a jóvenes voluntarios de Israel y del extranjero por periodos de un mes o más, a cambio del trabajo de estos, y solucionan así, parcialmente, el dilema de la contratación de fuerza laboral extraña.
Los niños crecen juntos, compartiendo experiencias con su grupo de pares desde la infancia hasta la edad adulta.
Ya sea si pasan la noche en casa de sus padres, como en algunos kibutzim, o en la casa de niños, como en otros, los niños del kibutz crecen juntos, pasando la mayor parte del tiempo en compañía de sus padres. Se "gradúan" de una casa de niños a la otra a medida que crecen y cada casa esta preparada especialmente para un grupo de edad específico.

Los niños crecen aprendiendo el valor y la importancia del trabajo, y sabiendo que cada uno debe contribuir con su parte. Desde el jardín de infantes, el sistema educacional enfatiza el valor de la cooperación en la vida cotidiana, y desde los primeros grados en la escuela, los chicos deben cumplir tareas y tomar decisiones en lo que concierne a su grupo. En un comienzo, los niños llevan a cabo labores regulares dentro del marco de su grupo de edad; lo niños mayores asumen algunos trabajos en el kibutz, y en el nivel de la escuela secundaria dedican un día completo por semana a trabajar en alguna de las ramas de la economía del kibutz.

Las escuelas primarias normalmente se encuentran en el marco del kibutz, mientras que los niños mayores asisten a una escuela secundaria kibutziana regional, que sirve a varios de los kibutzim de la zona, para adquirir una más amplia gama de asignaturas académicas y de contactos sociales. A todos los niveles de edad, se prestan gran atención a los jóvenes con talentos o necesidades especiales.

Los padres, libres de obligaciones domésticas, presiones financieras y responsabilidades económicas, están con sus hijos después de las horas de trabajo, los fines de semana y durante las fiestas. Muchos consideran que ese cualitativo periodo de tiempo en que están juntos, logra una fuerte vida familiar.

Una sociedad comunal, que trata de responder a las aspiraciones del individuo.
El kibutz es una sociedad comunal que asume la responsabilidad por las necesidades de sus miembros a lo largo de su vida, desde bombillas eléctricas hasta muebles, desde servicios de lavandería hasta ropa.

Desde dietas balanceadas hasta una comprensiva atención médica, desde fiestas de cumpleaños hasta vacaciones en el extranjero. Para algunas personas, la sensación misma de seguridad y satisfacción que engendra la pertenencia a una comunidad pequeña y cerrada es una de las ventajas de la vida en el kibutz; otros, sin embargo, consideran muy limitante la vida comunitaria.

El kibutz proporciona un nivel de cooperación que altera profundamente la vida social y elimina algunos importantes problemas sociales, económicos y políticos; todo esto se logra en el contexto de una sociedad normal de abuelos, tíos e hijos.

En un comienzo, la sociedad kibutziana como un todo tenía prioridad por encima de la unidad familiar. Con el tiempo, esta precedencia cambió, al pasar la sociedad kibutziana cada vez más a centrarse en la familia, asumiendo los padres una mayor responsabilidad por el cuidado de sus hijos. Las nietas de las mujeres que hace 75 años insistían en liberarse de las tareas domésticas, son hoy en día la fuerza que brega dentro del kibutz por una mayor intervención paternal en el cuidado de los hijos y para que se asigne mayor tiempo a las mujeres para que esté en casa con sus familias.

En comparación con el pasado, en la actualidad los kibutzim ofrecen a sus miembros una mayor gama de elecciones individuales.

Los miembros gozan de una mayor liberalidad en todos los aspectos de su vida, desde la selección de su ropa y los muebles hasta la elección de dónde y cómo pasar sus vacaciones. Hay más oportunidad para seguir estudios superiores y se reconocen las necesidades especiales de los artistas y escritores, otorgándoseles tiempo para que lleven a cabo sus propios proyectos. Aunque de hecho no reciben dinero en la mano, los miembros gozan de un presupuesto anual que les permite gastar como mejor les parezca.
La contribución del kibutz a la construcción del Estado excede por lejos su parte en la población.
El kibutz no es solamente una forma de asentamiento y un modo de vida, sino es también una parte integral de la sociedad israelí.

Antes del establecimiento del Estado de Israel, y en sus primeros años, el kibutz asumió funciones centrales como el asentamiento, la inmigración, la defensa y el desarrollo agrícola.

Cuando las funciones fueron transferidas al Gobierno, la interacción entre el kibutz y la sociedad en general decreció, aunque nunca cesó del todo. Además de su activa participación en la vida política del país, el kibutz ha asumido varias misiones nacionales a lo largo de los años.

Un considerable número de kibutzim lleva a cabo cursos de cinco meses de duración para inmigrantes, que combinan la enseñanza del idioma hebreo con paseos por el país, charlas sobre diversos aspectos de la vida en el kibutz.

Algunas horas de trabajo en el mismo y la "adopción" por parte de una familia del kibutz. Los participantes que deciden quedarse en el kibutz pueden postular para ser admitidos como miembros del mismo.

Algunos kibutzim participan en un proyecto por el que aceptan jóvenes de familias desaventajadas durante los años de escuela secundaria, algunos de estos jóvenes eligen seguir viviendo en el kibutz, y pasan a ser miembros del mismo.

Las fiestas y celebraciones son compartidas por toda la comunidad.
La celebración de todas las fiestas, incluidas las bodas, bar mitzás y aniversarios se planifican en el kibutz para toda la comunidad.

Con el correr de los años, los kibutzim han desarrollado singulares formas para la celebración de las festividades judías tradicionales, las fiestas nacionales y los eventos personales. Los motivos agrícolas y las estaciones del año, que eran parte de las fiestas judías en los tiempos bíblicos, han cobrado nuevamente vitalidad por medio de canciones, danzas y manifestaciones artísticas.

La actividad cultural abunda, frecuentemente se proyectan películas y se realzan presentaciones artísticas profesionales en los auditorios del kibutz, además, durante varias horas al día se transmiten por circuito cerrado programas de televisión destinados a los intereses y gustos de los miembros. Reuniendo a los talentos de kibutzim.De todo el país, los movimientos kibutzianos patrocinan a varios grupos profesionales, incluyendo una orquesta sinfónica, conjuntos de cámara, grupos de danza moderna y folklórica, coros y una compañía de teatro, que actúan regularmente en Israel y en el exterior.

Diversos kibutzim han establecido museos especializados en campos como la arqueología, la naturaleza, la historia local y el arte, que atraen tanto a sus miembros como a grandes cantidades de visitantes.
Los kibutzim están pasando un proceso de cambio para enfrentar los desafíos de futuro.

El kibutz es un logro social y económico que surgió de una sociedad pionera prosperó a la par de una economía que se expendió rápidamente y se distinguió por su contribución al establecimiento y desarrollo del estado.
Hoy en día el kibutz es el logro de tres generaciones. Los fundadores, motivados por fuertes convicciones y una ideología distintiva, formaron una sociedad con un singular modo de vida comunitaria. Sus hijos nacidos dentro del marco del kibutz, trabajaron duramente para consolidar su base económica, social y administrativa. La generación actual, que creció en una sociedad establecida y próspera, está dedicando sus energías y talentos a enfrentar los desafíos de la vida moderna en la era tecnológica.

Algunos temen que al adaptarse a las cambiantes circunstancias el kibutz se esté alejando peligrosamente de sus principios originales; otros creen que su capacidad para llegar a compromisos y a adaptarse, es la clave de su supervivencia. Sea lo que fuere que haya por delante, mientras el kibutz mantenga su naturaleza democrática y el espíritu de voluntarismo, de entrega e idealismo siga motivando a sus miembros, tendrá suficientes recursos creativos para responder a las exigencias del futuro.

El comedor del kibutz es mucho más que un lugar para comer; aquí los miembros disfrutan de las comidas festivas los viernes en la noche y los días de fiesta; aquí el kibutz toma sus principales decisiones en la reunión de su asamblea general; y aquí tienen lugar horas de intensas discusiones informales entre los miembros durante cientos de desayunos, almuerzos y cenas.

¡Dios les guarde, en paz!.


---------------C.V.-------------


Propongo.
Que sirva de ejemplo en algo el trabajo pacifico en un mundo de igualdad y liberad, como se aprecia en lo escrito en esta novela, para que numerosos grupos de gentes marginadas, sin trabajo, sin medios para salir adelante en la vida, sin esperanzas futuras, busquen en estos modelos comunitarios, lo que puede ser su felicidad.
Hoy que abundan tantos inmigrantes, cada día más, sin posibilidades de poder parar y evitar este flujo de gentes decididas a alcanzar las costas europeas o morir en el empeño, estas comunidades pueden ser unas posibilidades para agruparlos a quienes voluntariamente lo soliciten y se pongan de acuerdo con otros que también lo deseen.
Más, si se quiere evitar el enorme esfuerzo que significó a los primeros kibutzianos, el Estado Español por humanidad están obligados a apoyar con créditos a fondo perdido la creación de las comunas agrícolas, en terrenos abandonados por sus propietarios, en muchos pueblos de España. Estoy seguro que no significarían competencia a los agricultores establecidos, más bien un apoyo en muchas faenas y menesteres que les sirvieran de apoyo, ante imprevistas dificultades.
No se piense que los delitos que la necesidad promueve, se puedan policialmente solventar. Recuerden: se mataban moscas y aparecían más y más y no había forma de erradicar. Maten un inmigrante y aparecerán cien. Y no sigan la máxima china: matar uno para ejemplo de cien. En el mundo actual no es factible.






A Adelina de Guijon prima de Pilar Gonzales, mi mujer, seguidora de mis publicaciones a la cual le agradesco mucho.

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